martes, 15 de mayo de 2007

La Escuela Ferrolana de Pintura: la ciudad de los mil pintores... aficionados

Este domingo se publicó en Nordesía un interesante reportaje titulado LA “ESCUELA FERROLANA DE PINTURA”, MITO Y REALIDAD (página 18). Cuatro expertos dan su opinión respecto al tema. Ya sé que nadie nos preguntó la opinión, pero aquí está, por si interesa.

En nuestra opinión Ferrol es una ciudad anclada en el pasado. Económicamente confía todavía en lo que daba de comer hace 40 años, pero ya no. Una ciudad lastrada por sus éxitos antiguos. Que pare con regularidad talentos, pero que no los aprovecha. Ni en ciencia, ni en literatura, ni en música, ni por supuesto en pintura.

La tan cacareada escuela ferrolana, lo que hace que hoy Ferrol sea “la ciudad de los mil pintores”, no es más que lo que le ocurre a un lugar donde la cultura está dormida, por no decir muerta; donde la escasez de oportunidades provoca fuga de talentos:

Los miles de pintores aficionados, alumnos en realidad de los libros de Parramón más que de Bello Piñeiro o Segura Torrella, han tomado en Ferrol el lugar, el nicho ecológico vacante de los profesionales. Y se creen con los mismos derechos que quienes tienen a la Pintura como carrera y compañera de por vida. El típico comentario en Ferrol cuando te ven pintando en la calle es “pues yo también pinto, hace 2 meses que voy a las clases de Fulanito”.

Y resulta que aunque no se lo crean, la pintura es una profesión, sí, como trabajar en Bazán, o como ser militar. Hay una carrera universitaria de grado superior, llamada Bellas Artes, con título y todo, que te permite dar clases en colegios, institutos y universidades.

Se lamentaba Marina López de que aquí no se conoce la Vanguardia. ¿Realmente la vanguardia interesa algo a los aficionados? Nunca ha sido así. Los pintores con talento, en esta nuestra amuermada ciudad, o bien huyen escopeteados o mueren borrachos y sin reconocimiento. Luego eso sí, eran buenísimos, aunque nadie conozca ni sepa disfrutar su obra.

Segura Torrella ha tenido cientos de alumnos, casi miles. En la afición ferrolana se nota su huella. Cientos de “seguriños” siguen copiando incansablemente lo que les quedó de su trazo vigoroso, sus “putaditas” como él les llamaba. En las tiendas ferrolanas uno encuentra con facilidad barniz holandés, que era su truco para conseguir secado rápido y pintura con brillo. Fuera de Ferrol se pide por encargo.

Pero entre todos ellos ¿hay algún pintor de talento?

Pues seguro que sí. ¿Pero cómo puede en Ferrol existir una escuela ferrolana de pintura, o mejor aún, cómo podrá existir alguna en el futuro, si para que te dejen exponer, para que te hagan caso, tienes que ser viejo, o bien pintar como un viejo? Los que son inteligentes se escapan a tiempo, y los que no, se van resintiendo y encogiendo de hombros hasta que al fin llegan a viejos y los colman de homenajes. Porque en Ferrol hay tres categorías de pintores, según el criterio edad=calidad:

  1. los viejos o genios,

  2. los que están entre 65 y 50 años, que son aspirantes,

  3. y los de menos de cincuenta años, invisibles.

En cuanto a los temas, sólo existe un tema apto para los aficionados de escuela parramonesca ferrolana: la foto. Todo pintor que se precie copia sus cuadritos de láminas o fotos. Tienen éxito, especialmente, las fotos de paisajes del Seijo y de los alrededores de Ferrol que todavía no han sido desgraciados por las obras faraónicas.

Resulta que algunos hacemos las cosas del natural, yendo a los sitios, pasando frío y calor, aguantando mosquitos y moscones, pero eso no vale para la pintura ferrolana. El genio ferrolano parte de la foto, realidad alternativa mucho más interesante. A los ferrolanos nos gustan las ensoñaciones, según parece.

Ahora los adalides del anti-arte nos traen las virguerías del negocio circuitero: Keith Haring. Eso no hace más que asentar la fe de los aficionadillos foto-copiadores en que su forma de hacer arte es la buena. Tienen su parte de razón: es que realmente es difícil pintar cosas más feas. ¿Se puede aprender algo, pictóricamente hablando, de Keith Haring?

¡Ay, si trajeran una buena exposición de Antonio López, de Lucian Freud, de David Hockney...! es decir arte actual del bueno (no anti-arte). Seguro que poco a poco se levantaría el ánimo cultural de esta ciudad. Pero claro, eso debe salir mucho más caro.

¿Escuela Ferrolana? Ojalá. Lo que nos ha quedado es una triste mediocridad en la que los aficionados al arte ocupan con honores el lugar de los profesionales. Y todos tan contentiños.

martes, 1 de mayo de 2007

Keith Haring o la búsqueda de Lo Feo

En el mundillo del anti-arte, actual arte oficial, mal llamado arte contemporáneo, hay una serie de ideas que están proscritas. Quizá el caso más llamativo es el de la palabra "bonito". La belleza está pasada de moda. Todo lo que los grandes genios de la actualidad creen debe estar libre de sospecha de contener belleza... ¡por favor!, dicen, es un concepto burgués y decadente.

En los grandes templos del Anti-arte, auténtica religión de nuestra época, en los que los santos y los dioses han paseado su gracia divina, o al menos se muestran algunas de Sus reliquias, como la Santa Lata de Caca de Manzoni, el Sagrado Meadero de Duchamp o la Santa Silla Llena de Grasa del mismo Beuys que está en las Alturas, el goce estético está excluído. ¿Para qué queremos sentir emoción, disfrutar de la belleza si podemos con menos esfuerzo leer el cartelito de turno que nos explica exactamente qué tenemos que sentir y pensar viendo las obras?

En Ferrol, ciudad de provincias desde la que escribo, la Fundación Caixa Galicia nos ha traído una exposición que recibe día sí y día también las felicitaciones de la prensa. No ha pasado un día sin que nos recuerden la importancia de esta muestra. Y no es para menos, en los blanquisosos muros de este edificio restaurado según los cánones minimalistas en boga tenemos uno de los grandes de la contemporaneidad de ahora:
KEITH HARING

¿No estáis pasmados? ¡A que sí!

Pues así es. Nada menos que Keith-Camisetas-Haring en nuestro indigno villorrio. El que quiera ser moderno que entre en Caixa Galicia. Toda la obra gráfica de este monstruo, de este genio universal en el Cantón, justo en el centro de Ferrol.

¿Que no sabéis quién es?

Pues es un genio. Lo dice la prensa, lo dice la tele, lo dicen los libros. Así que debe ser cierto.

En Caixa Galicia tienen un guía que explica todo con tonillo de sermón dominical. No puede uno menos que sentirse transustanciado, casi convertido a la nueva fe del anti-arte al oírle. Ni tampoco puede uno dejar de imaginárselo con una sotana, ya digo, tonillo de cura. Y este nuevo sacerdote del anti-arte dice que Keith Haring es bueno. Un santo. Alabado sea.

Aunque tras recuperarme, tras ver las calles rebosantes de vida, tras oler el óleo en el estudio, a mí lo visto en el Templo me parece todo bastante feo. Se salvan algunos de los diseños porque quedarían bien en camisetas. Pero sigo prefiriendo a Velázquez, o para poner a uno de ahora, a Lucian Freud, o a Rafael Úbeda por poner un gallego.

Y encima me parece un vago. Pensar que en todos esos años sólo hizo los grabados que ahí se muestran, casi todo serigrafía y litografía, que son los procesos más sencillos para un artista, porque basta un pincel... Picasso en dos meses duplicaría la producción de este tipo durante años. O yo, si me pongo.

Todo lo que se expone está hecho con las seis o siete mismas planchas. En unos casos juntas, en otros separadas. En unos con color, en otros sólo negro... Por no hablar de que los motivos son siempre iguales: que si el perrito, que si el tío empalmao, que si el ovni... ¡Pero si tiene más gracia -y está mejor dibujado- el bueno de Cuttlas!

Es curioso, en lo que nos presentan como arte, está de moda conseguir la mayor fealdad posible. Y parece mentira, pero siguen superándose. Lo curioso del caso es que ese criterio no deja de ser esteticista, el más banal de los criterios para crear, según se dice. Un esteticismo al revés, pero esteticismo al fin y al cabo.

Los grabados de Keith Haring son como cómics del Makoki puestos en grande, y bastante simples. Pero lo curioso es que este tío en lugar de dedicarse a publicar historietas iba de artista. Hizo bien, porque su impostura le hizo ganar dinero a espuertas, pero no sé por qué, años después de su muerte, tenemos que seguir dejándole un sitio en los libros, y considerarlo un genio. Me parece que hay mil dibujantes iguales o mejores.

No digo que al majo de Keith Haring, porque por las fotos parece majo, no se le reserve un sitio en esto del arte. Pues vale. Pero creo que se está exagerando, bastaría como indicarlo en un margen, como iniciador de los graffittis en Nueva York -aunque visto en lo que ha degenerado la cosa no lo consideraría un honor precisamente- o como muestra de una tendencia en el dibujo popular... pero no como un gran genio.

Parece triste que alguien tan poco dotado para el dibujo y la pintura, o que al menos no demostró dedicación, oficio o aprendizaje alguno, pase por ser uno de los valores más firmes del arte contemporáneo. Es que en el anti-arte oficial contemporáneo no tienen más "artistas" que gusten mínimamente a la gente, porque los otros genios de lo contemporáneo ni siquiera dibujan o pintan, y sus "cosas" son aún más feas. Por eso es un chollo tener a alguien como Keith, que gusta más o menos, que más o menos se entiende, pero que fue amiguete de Warhol, que retrató a Beuys, que ha timado como el que más, vendiendo basura a precio de oro... es una mina para galerías y museos de anti-arte. Aunque sigue pareciendo triste. Más triste incluso.

No obstante me alegra que sea así. Indica que el anti-arte está en franca retirada, sumido en una crisis de la que no va a poder salir, y tras fracasar imponiendo a Beuys y otros, queman los últimos cartuchos. Ya era hora.