martes, 1 de mayo de 2007

Keith Haring o la búsqueda de Lo Feo

En el mundillo del anti-arte, actual arte oficial, mal llamado arte contemporáneo, hay una serie de ideas que están proscritas. Quizá el caso más llamativo es el de la palabra "bonito". La belleza está pasada de moda. Todo lo que los grandes genios de la actualidad creen debe estar libre de sospecha de contener belleza... ¡por favor!, dicen, es un concepto burgués y decadente.

En los grandes templos del Anti-arte, auténtica religión de nuestra época, en los que los santos y los dioses han paseado su gracia divina, o al menos se muestran algunas de Sus reliquias, como la Santa Lata de Caca de Manzoni, el Sagrado Meadero de Duchamp o la Santa Silla Llena de Grasa del mismo Beuys que está en las Alturas, el goce estético está excluído. ¿Para qué queremos sentir emoción, disfrutar de la belleza si podemos con menos esfuerzo leer el cartelito de turno que nos explica exactamente qué tenemos que sentir y pensar viendo las obras?

En Ferrol, ciudad de provincias desde la que escribo, la Fundación Caixa Galicia nos ha traído una exposición que recibe día sí y día también las felicitaciones de la prensa. No ha pasado un día sin que nos recuerden la importancia de esta muestra. Y no es para menos, en los blanquisosos muros de este edificio restaurado según los cánones minimalistas en boga tenemos uno de los grandes de la contemporaneidad de ahora:
KEITH HARING

¿No estáis pasmados? ¡A que sí!

Pues así es. Nada menos que Keith-Camisetas-Haring en nuestro indigno villorrio. El que quiera ser moderno que entre en Caixa Galicia. Toda la obra gráfica de este monstruo, de este genio universal en el Cantón, justo en el centro de Ferrol.

¿Que no sabéis quién es?

Pues es un genio. Lo dice la prensa, lo dice la tele, lo dicen los libros. Así que debe ser cierto.

En Caixa Galicia tienen un guía que explica todo con tonillo de sermón dominical. No puede uno menos que sentirse transustanciado, casi convertido a la nueva fe del anti-arte al oírle. Ni tampoco puede uno dejar de imaginárselo con una sotana, ya digo, tonillo de cura. Y este nuevo sacerdote del anti-arte dice que Keith Haring es bueno. Un santo. Alabado sea.

Aunque tras recuperarme, tras ver las calles rebosantes de vida, tras oler el óleo en el estudio, a mí lo visto en el Templo me parece todo bastante feo. Se salvan algunos de los diseños porque quedarían bien en camisetas. Pero sigo prefiriendo a Velázquez, o para poner a uno de ahora, a Lucian Freud, o a Rafael Úbeda por poner un gallego.

Y encima me parece un vago. Pensar que en todos esos años sólo hizo los grabados que ahí se muestran, casi todo serigrafía y litografía, que son los procesos más sencillos para un artista, porque basta un pincel... Picasso en dos meses duplicaría la producción de este tipo durante años. O yo, si me pongo.

Todo lo que se expone está hecho con las seis o siete mismas planchas. En unos casos juntas, en otros separadas. En unos con color, en otros sólo negro... Por no hablar de que los motivos son siempre iguales: que si el perrito, que si el tío empalmao, que si el ovni... ¡Pero si tiene más gracia -y está mejor dibujado- el bueno de Cuttlas!

Es curioso, en lo que nos presentan como arte, está de moda conseguir la mayor fealdad posible. Y parece mentira, pero siguen superándose. Lo curioso del caso es que ese criterio no deja de ser esteticista, el más banal de los criterios para crear, según se dice. Un esteticismo al revés, pero esteticismo al fin y al cabo.

Los grabados de Keith Haring son como cómics del Makoki puestos en grande, y bastante simples. Pero lo curioso es que este tío en lugar de dedicarse a publicar historietas iba de artista. Hizo bien, porque su impostura le hizo ganar dinero a espuertas, pero no sé por qué, años después de su muerte, tenemos que seguir dejándole un sitio en los libros, y considerarlo un genio. Me parece que hay mil dibujantes iguales o mejores.

No digo que al majo de Keith Haring, porque por las fotos parece majo, no se le reserve un sitio en esto del arte. Pues vale. Pero creo que se está exagerando, bastaría como indicarlo en un margen, como iniciador de los graffittis en Nueva York -aunque visto en lo que ha degenerado la cosa no lo consideraría un honor precisamente- o como muestra de una tendencia en el dibujo popular... pero no como un gran genio.

Parece triste que alguien tan poco dotado para el dibujo y la pintura, o que al menos no demostró dedicación, oficio o aprendizaje alguno, pase por ser uno de los valores más firmes del arte contemporáneo. Es que en el anti-arte oficial contemporáneo no tienen más "artistas" que gusten mínimamente a la gente, porque los otros genios de lo contemporáneo ni siquiera dibujan o pintan, y sus "cosas" son aún más feas. Por eso es un chollo tener a alguien como Keith, que gusta más o menos, que más o menos se entiende, pero que fue amiguete de Warhol, que retrató a Beuys, que ha timado como el que más, vendiendo basura a precio de oro... es una mina para galerías y museos de anti-arte. Aunque sigue pareciendo triste. Más triste incluso.

No obstante me alegra que sea así. Indica que el anti-arte está en franca retirada, sumido en una crisis de la que no va a poder salir, y tras fracasar imponiendo a Beuys y otros, queman los últimos cartuchos. Ya era hora.

3 comentarios:

Santiago Bergantinhos dijo...

Curiosamente yo, quién me lo iba a decir a estas alturas, me he tenido que dedicar últimamente en mi blog de cierta teoría de la estética.

Una cosa es el feísmo, buscar lo estético en lo feo, lo grotesco, lo desagradable o lo angustioso, como hizo la literatura gótica o el expresionismo, y otra cosa es lo cutre, lo simple por simple.

Me puedes poner en tu lista de ejemplos. Al ver la obra de ese señor la he reconocido efectivamente como dibujos de camisetas o de cliparts para el Ms Word, pero nunca se me pasó por la imaginación que fuera obra de un artista. No digo que no sea efectivo, o eso, que quede bien en una camiseta o como dibujillo en un carte, pero más allá de eso...

Anxo Varela dijo...

Sí, es el viejo dilema de si un cuadro sobre un tema feo puede ser bello. Y creo que sí. El buey desollado de Rembrandt y su réplica de Soutine, o las cabezas cortadas de Géricault como preparación de "La Balsa de la Medusa" son bellos cuadros, pero de tema desagradable. Pero el asunto es que ahora se intenta hacer cosas feas, es decir, sin oficio, sin gracia, mal compuestas y desmañadas para cualquier tema que se trate.

Anónimo dijo...

Pues sería una pena que se acabara eso del anti-arte. Con el consuelo que nos proporciona a los que siempre fuimos unos negados con un lápiz en la mano.... ;-D