Es un tema que tiene miga. Se puede hablar de muchas vertientes de esta relación entre la pintura y la fotografía.
Hoy me gustaría centrarme en el tema que salió en el foro: la conveniencia o no de utilizar fotos como modelo para un cuadro o un dibujo.
En Ferrol, en general, los aficionados a la pintura que dan clases particulares utilizan abiertamente fotos para hacer paisajes, retratos y hasta bodegones. Nosotros, en las clases que impartimos en Escola Aberta de Arte, no permitimos nunca utilizar fotografías como modelo. No porque sea pecado -cada uno en casa que haga lo que quiera- sino porque al utilizarlas, una parte fundamental del aprendizaje simplemente no tiene lugar.
Es imprescindible que el principiante adquiera el hábito de "aplanar" o "renderizar" lo que ve tridimensionalmente, pasándolo a dos dimensiones, para de ese modo poder apreciar formas, contornos y tonos que se puedan pasar al papel.
Además, por buena que sea, una foto es siempre una instantánea, pero el pintor delante de la naturaleza captura miles, millones de instantáneas, sucesiva y simultáneamente. Esto, recuerdo, siempre lo recalcaba Rafael Úbeda, uno de nuestros profesores en Bellas Artes.
El fotopintor se pierde, básicamente, la oportunidad de conocer en qué consiste dibujar, en qué se diferencia de otras actividades manuales como calcetar o clasificar tornillos.
Por otra parte, no niego que a veces se tiene que recurrir a fotografías, aunque no nos guste. A veces es necesaria una referencia de una persona muerta o un lugar que no podremos visitar. En tal caso, sólo se obtienen imágenes no fotopintorescas si se consigue recrear la tridimensionalidad presente en el modelo de la foto y luego volver a aplanar desde un punto de vista similar al de la cámara. Es decir: efectuar el recorrido foto-mente-cuadro, o si se prefiere 2D-3D virtual-2D. Simplificando: si conseguimos evocar la realidad y pintar esa imagen mental y no el pedazo de cartulina con colorines que tenemos en la mano.
En el foro, se proponía lo siguiente:
(...)si quiero pintar "Mar encabronado en invierno en A Costa da Morte" no voy a estar allí con piedras en los bolsillos para no volar, pendiente del Pemán (el hombre del tiempo de TVG). Haré un par de fotos, me iré a casa calentito y pintaré.Sé de una pintora que es muy capaz de ir allí con piedras en los bolsillos, y ha hecho cosas peores.
Yo personalmente creo que si un tema determinado no te apetece tanto como para desplazarte allí para pintarlo, no tiene sentido elegirlo, hay millones de otros temas que se pueden hacer en el estudio, o al menos en lugares más cómodos.
También existe una posibilidad a medio camino: hacer cientos de bocetos in situ y luego pintar el cuadro en el estudio partiendo de ellos. Todo el proceso es "a mano" y "vívido", y el machacar tanto un tema hace que prácticamente podamos pintar el cuadro definitivo de memoria, y más rápido y a gusto. Este método ha sido utilizado por los grandes maestros de todas las épocas y sigue siendo muy adecuado, aunque más lento y laborioso que otros.
Evidentemente, hacer un par de fotos de un lugar y copiarlas es una opción. Pero hay que darse cuenta de que al renunciar a ir a la Costa da Morte y pintar bajo la lluvia uno se pierde una parte muy importante de la vivencia. Los sonidos, los olores, la luz ambiente, la temperatura, la lluvia, el viento... todo eso acaba apareciendo en el cuadro y dándole intensidad. Misteriosamente, un pintor puede conseguir transmitir mucho más que una vista.
Las imágenes fotográficas son neutras, planas. No transmiten todo lo que está presente en el lugar original, incluso aunque las saquemos nosotros. Esto es posible comprobarlo en vivo. Os propongo una experiencia:
En un viaje llevad una cámara fotográfica y un cuaderno de dibujo, y dedicad un día a sacar muchas fotos de un lugar y otro día a dibujar durante mucho tiempo otro lugar distinto.
Veréis -yo lo he comprobado- que el día que se sacan fotos apenas tienes recuerdos de él. La concentración en los mecanismos del aparato fotográfico y el ansia de capturar imágenes harán que no se guarde recuerdo alguno. Cuando se ven las fotos, incluso se llega a sorprender uno de lo que ha visto sin enterarse. Detalles, colores, luces... todo aparece en la foto, petrificado por el disparador, pero no se guardó en nuestra mente.
En cambio, el día dedicado a dibujar un lugar, cada edificio, cada árbol, cada papelera, cada rincón, cada sonido incluso, se queda grabado en la mente por mucho tiempo. Sorprende la cantidad de detalles que se nos han quedado registrados en la mente. Y de paso, en el papel. De forma bastante clara, tanto más clara cuanto más nos hayamos concentrado para describir cada parte del dibujo, formas de cornisas, volúmenes, incluso actitudes de la gente se han grabado a fuego.
Si no se os da el dibujo o la pintura, si nunca lo habéis hecho simplemente comparad el recuerdo de una fiesta o momento agradable cuando simplemente estás pasándotelo bien y cuando te toca ser el fotógrafo. Ni punto de comparación. Estar sacando fotos nos roba el momento.
Podríamos decir que la foto mitiga nuestra percepción y el dibujo (o la pintura) la intensifica.
Se puede opinar lo contrario, por supuesto, pero esta es mi experiencia. Opino lo mismo que Ricardo Segura Torrella. Una vez le preguntaron sobre la diferencia entre pintar de foto o del natural. Y él, con ese desparpajo y sorna que tenía, respondió, azarando a quien había preguntado:
-"Pues ni más ni menos que la misma diferencia que hay entre hacerse una paja viendo una foto de una señora o follar "al natural" con esa misma señora.
Pienso que se puede decir más alto, pero no más claro.
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Otro de los temas propuestos en el foro es el de copiar una foto de alguna manera "artística" de por sí y sus consecuencias morales.
Mi experiencia es que se trata de lenguajes diferentes. Lo que queda bien en foto no tiene por qué quedar bien en pintura. Basta pensar en los retratos de niños, que en las fotos siempre tienen una hermosa ristra de dientes brillantes y una cara cuyo gesto dura décimas de segundo.
En los retratos pintados es extrañísimo ver dientes o gestos efímeros, porque el proceso de hacer un retrato dura horas, y los modelos no pueden mantener ese tipo de gestos o simplemente estar demasiado tiempo con la boca abierta, porque se le resecaría toda y acabarían con la mandíbula dolorida.
Son cosas que no quedan naturales al dibujarlas. Precisamente es una de las críticas hechas por los pintores impresionistas a cierta clase de pintura barroca -que se dice utilizó métodos ópticos- en la que hay sonrisas con dientes y gestos efímeros.
Recuerdo el caso de alguna modelo que al llegar a la clase de pintura necesitó más de una sesión para entender qué tipo de posturas valían para dibujar. Normalmente las poses típicas de las sesiones fotográficas son incómodas y hasta antiestéticas, quedan en cierto modo ridículas, por forzadas. En mis cuadros obligo a las modelos a adoptar poses naturales, intentando que estén cómodas. Las poses que prefiero son las naturales de cada persona. Es cierto que no todas las personas tienen la misma gracia natural para posar, pero cuando encuentras a alguien que simplemente posa con naturalidad, poniéndose a ello como quien descansa en su casa, ya casi está la mitad del cuadro solucionado.
Lo mismo se puede aplicar a los demás aspectos de la fotografía. A mí me parece que el robar una foto para pintar un cuadro, es decir: copiar composición, iluminación, encuadre, etc, es demostrar pobreza inventiva y falta de talento. La fotografía puede conseguir imágenes muy bellas -incluso si entendemos la estética como estética inversa, rechazando la palabra "bonito" y adoptando en su lugar el término "interesante"- pero un pintor debería ser capaz de crear imágenes nuevas tan buenas como las de las fotos, e incluso mejores.
He de reconocer que para mí -que he sido fundamentalmente fotógrafo durante años- la fotografía es maravillosa, pero no llega a la intensidad de la pintura y el dibujo. Ni como vivencia para el artista ni por lo que logra transmitir. Pero este es otro debate. ¡Saludos, parroquia!
9 comentarios:
Rafael Úbeda, o de cómo condensar dejes de Picasso, Bacon y Barjola en un cuadrito.
Uffff… que droga!!!. Me parece un pobre referente para ponerlo de ejemplo de cualquier cosa (a no ser de amistad o de reconocerle que sabe el oficio de pintor, que vive la pintura y todas esas vainas).Un artista que no deja de ser un manierista ya no de su propio estilo, sino del estilo de otros. Una pintura agarrotada en si misma con composiciones más que pretenciosas.
Este tipo de comentarios se podrían decir de toda una recua de pintores que, encerrados en su Torre de Marfil, viven (y algunos la viven de verdad, soy consciente) la pintura intensamente. Léase Alfonso Costa (un tipo bien majo, por cierto, y honesto), Quesada (este caso es diferente. Un trepas que vivió de la política y de los políticos. Que seguro ya ni vive la pintura. Algo así como los curas que pierden la fe y siguen ejerciendo), Buciños en escultura (más bien figuritas), etc, etc, etc. Patinha va camino de ello, si no está ya plenamente enfocado (la energía viene a ser la misma, por muchas revisiones de Brancusi que se hagan).
Gente de cierta edad (la edad importa, como no) deberían de aprender de un tipo como por ejemplo Leopoldo Novoa (no es santo de mi devoción, lo reconozco), pero que es capaz de reciclarse y de desarrollar un proyecto más que personal, sin las concesiones claras y evidentes de los antes enumerados.
Y luego Segura Torrela. Un tipo ciertamente irónico, majo e incluso hogareño, pero que simplemente aportó una mínima visión pictórica en toda su producción. Que a pesar de sus dejes expresionistas (y su barniz holandés) no se quita ese regusto costumbrista que lo emparenta con todos los Colmeiros de Galicia. Regusto costumbrista del que, y salvando las distancias, el mismísimo Leiro no es capaz de prescindir
Bien es verdad que Segura Torrella se come con patatas fritas a casi todos los artistas ferrolanos de su generación, pero eso no debería servir como referente de nada (el caso de Sergio Vázquez es diferente. Ese va por libre).
Y, como no, queridísimo Anxova, Barcón no cuenta. Ni en la lista antes enumerada. Barcón, simplemente, no cuenta.
Y habría que matizar muchísimo eso utilizar fotografías para pintar. Hasta el mismísimo Antonio López, con todo su discurso de los membrillos y el tiempo, fue criticado por pintar a los Reyes (aspiraciones Velazqueñas) por fotografía.
Usted está mezclando, creo, dos discursos. Por un lado está el tema del aprendizaje y docencia (dibujo, pintura… oficio), y otro muy diferente el del uso de la fotografía en las artes plásticas, ya no como fin sino como medio.
Por supuesto que sacando una fotografía de la Zona Cero de Nueva York recién inaugurada (justo después de estrellarse los aviones) no es lo mismo que plantarse allí entre el polvo y el sufrimiento que la propia situación provoca. Aquí habría que plantearse el objetivo de la obra artística en si mismo.
Nadie puede objetar que un artista (en la disciplina que sea) no pueda reflejar toda esa energía creada en ese lugar, y mostrar su personal punto de vista en su obra, sin tener que estar tragando el mismito polvo que las Torres desprendían.
La vida de cualquier persona es más que suficiente para poder aprehender sensaciones de todo tipo. El caso de los actores es más que evidente. No creo que Goya necesitara observar (ya no digo practicar) un acto de canibalismo para pintar a su Saturno.
Otra cosa es cuando por medio de la fotografía se pretende reflejar lo mismo mismito que trabajando en vivo y en directo. Esa pretensión, ademas de ridícula, es falsa y bastante absurda. Hay que partir del mismo hecho de que se trabaja a partir de un documento gráfico (un simple documento) de una realidad puntual. Una fotografía, en los términos que estamos hablando, no es más que un acercamiento de soslayo a una realidad determinada. Estándo en vivo y en directo no deja de ser otra mirada de soslayo a esa misma realidad, con sus condicionantes y limitaciones.
Joseph Kosuth (uf, que asco, un conceptual!) habla precisamente de todo esto en su famosa “One and three chairs”.
En fin…
xx
Te echaba de menos, anónimo. Como otras veces, lógicamente coincido contigo en unas cosas y no en otras.
Respecto a esa generación, que empezaron a pintar cuando las vanguardias ya estaban bastante agotadas, sí es cierto que hay cierto narcisismo en cuanto a los estilos. Llegan a un punto en el que se repiten. Rechazo de plano todos los pintores de muñequitos, empezando por el más espantoso para mi gusto, el endiosadísimo Colmeiro, y acabando por todos sus epígonos. Quizá salvaría a Laxeiro porque tiene cierta gracia, pero los muñequitos me provocan náuseas, con esa cosa rural decimonónica en pleno siglo XX. Hay algunos especialmente vomitivos, entre ellos un tal Pesqueira. Tampoco me gustan los cuadros del celebrado González Collado, familiar mío por cierto.
De todos modos, si me has leído ya sabes que no creo mucho en los estilos. Precisamente que se hayan creído ese rollo me parece el punto flaco de esta generación de pintores gallegos que hoy están asentados.
Úbeda, es cierto, tiene cierto automanierismo, pero me parece que no es un pobre referente. Su maestría en el dibujo, el grabado, en el manejo del color y las texturas rayan en el virtuosismo, y yo no soy de los que desprecian la habilidad manual ni la técnica, porque la técnica y la maestría manual no son vanas. Cierto que tiene una serie de "tics", como la forma de los dedos, siempre muy parecida. Pero sus cuadros me gustan mucho, me gustaban antes de conocerlo y me siguen gustando ahora que nos llamamos de vez en cuando por teléfono. Pero no te preocupes, no me escandalizo como nuestro artista marinista-abstractoide de pluma enrevesada. Que sea amigo no me hace ser intolerante con las críticas.
Con Segura, puede que si miras el estilo no sea original ¿quién es original? Yo creo que la originalidad que un espectador ve en un cuadro es proporcional a su desconocimiento y prejuicios con respecto a la historia del arte. Todo artista aprende -copia descaradamente- de los anteriores, nada es realmente nuevo ni original.
Pero lo que es innegable en Segura Torrella es nuevamente su maestría, su chulería dibujando y pintando -a mí me gustan tanto o más sus dibujos que sus cuadros- y eso quedará cuando nuestros nietos ya no distingan un estilo de otro.
Respecto a las fotos, no estoy de acuerdo. No creo en el arte basado en vivencias ajenas. A mí me puede impresionar mucho la Zona Cero, pero sería incapaz de pensar siquiera un cuadro de ese tema. Es un buen tema para políticos y para la literatura o el cine, quizá, pero pictóricamente no me dice mucho más que la obra de la Plaza de España. Es más, esa obra la veo todos los días y la otra no.
A mí me afectó mucho la destrucción de los Budas de Bamiyán, llegué a llorar por eso. Pero si pintase ese tema sentiría que estoy haciendo un panfleto.
Todo ese discurso de los conceptuales como Kosuth, en plan " Estándo en vivo y en directo no deja de ser otra mirada de soslayo a esa misma realidad, con sus condicionantes y limitaciones." me parece propio más de un publicista que de un pintor. De hecho -y esa es la crítica de Tom Wolfe en La palabra pintada- no es muy diferente hacer una obra como "Una y tres sillas" o "La base del mundo", o "Mierda de artista", en la que el único interés es el mensaje, la reflexión, la dichosa idea, que hacer un cuadro como "La Caridad", "El desfile de las Parateneas" o "Napoleón triunfante". Sigue siendo pura literatura, un mensaje, una idea, una reflexión.
En las obras decimonónicas, incluso en las complicadas alegorías manieristas como las de Bronzino, había una forma, un cuadro, un oficio y una maestría técnica, una belleza formal que acompañaba a ese mensaje, y que podemos mirar y admirar, disfrutar aunque no nos guste el "mensaje" transmitido. En las obras conceptuales la forma, la obra de arte ha desaparecido o se ha reducido a un raquítico recuerdo de lo que el arte fue, como si el artista voluntariamente estuviese aceptando su incapacidad de crear algo, siquiera una birria. No hay NADA que ver, y además es esa la intención. Las pajas mentales las puedo disfrutar en este foro sin necesidad de ir a un museo -y pagarlo con mis impuestos- a ver la nada acompañada de un mensaje más o menos ocurrente.
Me parece tan estúpido hacer arte conceptual -ser un artista plástico sin practicar la plástica- como ser fontanero y no poner ni cambiar cañerías. O como ser cantante y no cantar. Absurdo. No entiendo cómo todo Occidente -y el mundo de la Globalización- se ha dejado embaucar de esta manera por los tejedores del traje del Emperador.
No niego que como filósofo Kosuth sea hasta original. Pero no me lo metas en la categoría "artista plástico", porque lo que hace no son obras de arte plástico. Ni pinta nada ni esculpe nada ni dibuja nada. Sólo copia y pega o monta exposiciones. De toda la vida ese tipo de actividad se llama Escenografía. Estoy un poco harto de que haya tanto escenógrafo haciéndose pasar por artista plástico.
Bueno, perdona el tono, pero es que cuando se me hincha la vena...
Me alegro de que sigas por aquí animando el cotarro. Si opinásemos lo mismo en todo ¡qué gracia tendría bloguear!
Saludos.
¿No te parece curioso ser tan crítico con el estilo de determinados pintores que no obstante tienen oficio, dedicación, técnica... y no critiques el estilo de disminuidos manuales como Kosuth? En el caso de los conceptuales no hay ni siquiera un estilo. Son "cosas" puestas ahí. En mi baremo prefiero un dominguero que al menos intenta pintar algo que un filósofo objetual que ni siquiera se digna a mancharse las manos. ¿Para qué hacen el ridículo poniendo un objeto que ocupa el lugar de lo que debería ser una obra de arte? ¿Qué razón les impulsa a acompañar su "idea" con algo material? Abogo por la supresión de la obra. si eres conceptual pasa de poner objetos, tu mensaje se entenderá incluso mejor, se comunicará incluso mejor si se expresa sin materia física, sin cosas palpables.
En nuestra época lo que vende para el mercadillo de arte contemporáneo es el "discurso". Me parece muy triste que gente tan dotada como Igor Mitoraj tengan que escudar en discursos dignos de la patafísica para que la crítica y los que se dejan influir por ella puedan digerirlo y así apreciar su obra.
Qué coño de estilo ni discurso... te gusta o no. Es bueno o no. Como pasa con un manjar o un beso. El arte tiene un elemento intelectual, pero no es lo único ni lo más importante.
Por otra parte, nunca hablo de "mirar de soslayo". La superficialidad no vale en arte. Si digo mirar es mirar escudriñando, estudiando, metiéndose las cosas en la cabeza con intensidad, a través de los ojos, sí, pero con el cerebro funcionando a tope. Una mirada que da miedo, como decían de la de Picasso. Nunca mirar de soslayo. Ese tipo de mirada, que inunda el arte oficial actual es una mirada no artística, propia de publicistas, decoradores o escenógrafos... Al fin y al cabo no veo mucha diferencia entre los métodos de trabajo y los resultados de estos profesionales con los llamados artistas conceptuales, con los "artistas" creadores de instalaciones. Tienen una mirada superficial siempre, de todo se quiere sacar un mensaje simple y plano, en pos de una idea previa. Nada de maravillarse por las cosas, de ir más allá de la cáscara de las cosas. Son éstas, gentes que no investigan el interior, la esencia para poder plasmarla como tus admirados artistas zen, gentes que no hacen de verdad cosas que sientan, que les arrebaten, que les hagan enfrentarse a su torpeza cada día y superarla poco a poco por medio de la práctica de un arte.
Sabes que yo tengo una idea del arte quizá anticuada para ti. Pero la veo infinitamente más defendible. Para mí es tan sencillo como tener una mentalidad científica o creer en las brujas. Lo que yo pienso tiene una base comprobable, contrastable con la tradición. No se basa en una idea. Es coherente con artistas del pasado y del presente. Con artistas de todas las tendencias y opiniones. No se reduce a una escuela, y ni siquiera niega que entre los conceptuales haya perdidos por el medio auténticos artistas -aunque tengan que vender su arte disfrazado de discurso ocurrente-, como fue el dadaista Duchamp o Hundertwasser... La obra queda, la impronta de la mano y el trabajo siempre quedan. Las palabras, como dice el refrán, se las lleva el viento.
Del mismo modo que existen las ciencias y las pseudociencias -algunas de ellas, como la homeopatía, muy aceptadas- existe el arte y el pseudoarte.
Por supuesto, algunos casos no llegan ni a pseudoarte, como el de nuestro ínclito no mencionado personaje ferrolano.
Yo creo firmemente en esto porque me parece lógico: una profesión, un trabajo y un producto. El genio es el que lo hace mejor que los demás, que tiene una inteligencia mayor para entenderlo, una sensibilidad más desarrollada y una capacidad de trabajo mayor. Que fabrica objetos -obras de arte- que tienen más calidad porque están mejor hechas. Con más matices, con más inteligencia, con más técnica.
El arte y los artistas basados en ideas, en originalidades y ocurrencias, como cosas etéreas y tocadas por la inspiración, la iluminación y demás misticismos, eso que hace que una lata llena de mierda para algunos sea sublime, se me escapa un poco. Soy más de la tierra, más bruto si quieres, pero no creo en las ideas como realidad más real según decía Platón. La lata de mierda es una lata de mierda, y los que la compraron unos panolis. Y lo curioso del caso es que el mismo Manzoni pensaba así, y se sabe. Pero aún así se ha montado todo un pifostio teórico para defender que la lata de caca es arte y el cuadro de Segura Torrella una mierda.
Me da grima.
Siento no coincidir contigo, y ser tan bronco en mi exposición, pero creo que lo que nos gusta a los dos es el debate, siempre se sacan cosas buenas, sea afirmarse con nuevos argumentos o cambiar partes del razonamiento que no eran correctas.
Además, sé que con el tiempo te desconvertiré y odiarás la caca en lata como yo... xD
Te agradezco que sigas visitándome, aunque soy un borde, lo reconozco. Y tengo que confesártelo: nos tienes muy intrigado, xx, no sabemos quién eres, pero sabes cosas de mí que poca gente conoce. Estoy planteándome hasta rastrear IPs, o sea que fíjate hasta donde llega mi curiosidad.
Un abrazo anticonceptual.
Hola de nuevo, mi bienqueridoyacasiamigo.
En el último “spich” tocó usted un montón de temas y esbozó una serie de reflexiones (muchas de ellas con conclusiones) que me parecen ciertamente desafortunadas.
Ante todo no le disculpo su tono bronco y directo porque no hay nada que disculpar. Odiaría, eso si, que no opinase nada al respecto.
Mencionó temas tan desconocidos como es el de la “instalación”, por tantos artistas utilizada y mal utilizada. Realmente en Galicia no hay ni cultura ni tradición en instalaciones. En Galicia, como en el resto del Estado, estamos todavía intentando equipararnos con gran parte de Europa. La Guerra Civil hizo más estragos que los meramente materiales o personales. Hizo estragos a nivel social, estragos que aun hoy los estamos notando de una manera evidente.
Pasando los Pirineos existen sensibilidades en las que el arte llamado moderno y/o postmoderno no suenan tan a “desbarrementaldelartistadeturno”. En España, y más acentuadamente en Galicia, no existe una cultura artística actual (y subrayo lo de actual) propiamente dicha. Lo que en Bélgica (por poner un ejemplo) muchas veces actuaciones artísticas ya ni se discuten, en Galicia son casi una provocación. Y para centrar el tema me refiero concretamente a las muchas veces mal llamadas instalaciones.
Existen, eso si, un montón de propuestas con cierto carácter o deje de instalación, pero no conozco mucha gente que realice de verdad instalaciones (y ni siquiera me estoy metiendo con la calidad de las mismas).
Juan Muñoz, siendo un escultor que conoce el oficio (ah!! el oficio!!) hizo verdaderas instalaciones. Y como ese podría hablarse de Anish Kapoor, Marcel Duchamp (coño!!, este sabía pintar!! ¿Por qué se desviaría de la verdadera senda y se adentraría en terrenos que antes nunca se habían enfocado de esa manera?.), Enrique Marty Bolonio (un tipo bien curioso.Y, coño!!, sabe pintar!!!), etcetcetc.
En cuanto a la homeopatía… mal ejemplo. Está la homeopatía, la terapia sacrocraneal, la reflexología (coño!!, este ya es más conocido), aromaterapia, terapia sinergética (como????), Flores de Bach, etc, etc, etc…, actividades que, debido a la mala fama que le dan unos cuantos listillos ignorantes y a los intereses potentísimos de la medicina tradicional (por tradicional me refiero no al jarabe de la abuela, sino a las fábricas tipo bayer y cía) no son masivamente conocidas ni comprendidas. Y ante lo no comprendido (que vienen los bárbaros!!) son ya de entrada rechazados. ¿Se acuerda usted de los árabes?.
“En las obras decimonónicas, incluso en las complicadas alegorías manieristas como las de Bronzino, había una forma, un cuadro, un oficio y una maestría técnica, una belleza formal que acompañaba a ese mensaje, y que podemos mirar y admirar, disfrutar aunque no nos guste el "mensaje" transmitido”.
Por favor. Explíquele usted eso al espectador que, como seguramente usted, se quedaría horrorizado ante el gesto antiartístico de Picasso (san Picasso, lo voy a llamar) de pegar un objeto en un lienzo.
[Ya, pero está dentro de una composición, de una composición de color, de un CUADRO, de un “saber hacer”], me replicaría quizás usted. [es un artista con oficio que incorporó este papel o ese trapo como elemento compositivo, etcetcetc].
El verdadero gesto de Picasso (como después con Duchamp, antes con Brancusi, y mucho antes con Rodín) trasciende el meramente efecto compositivo. Conceptualmente (si, tambien Picasso es un artista conceptual) implica muchísimo en la trayectoria del arte hasta hoy en día. Y no es el momento de dar clases magistrales de historia del arte del siglo XX. Tampoco sabría.
Y me pregunto yo. ¿Y si Picasso hiciese que el papelito que pegó llegase hasta el suelo?. ¿Y si llegase hasta la sala de al lado? ¿Y si colocase una silla encima del papelito? ¿Y si pintase las paredes del color complementario que podría estar en el cuadrito?. Ah!! pero eso no es arte, porque no es pintura. Y todo lo que no sea pintura ya no es arte….
Cierto es que si eso pasase Picasso estaría pendiente hasta de la iluminación para lograr que el espectador saliese de la expo con una sensación determinada, jugaría ya no solo con las dos dimensiones sino con las tres e icluso con el olor y/o el sabor. Jugaría con todos los sentidos que el ser humano tiene. Incluso con el sexto.
INTRUSISMO, ESO ES INTRUSISMO!!.
Tiene usted razón (como ve estoy poniendo es su imaginaria boca cosas que no tienen porque ser, pero usted es el que tengo más a mano). Repito, tiene usted razón. Un pintor no tiene porqué saber de fontanería si la instalación requiere un montaje con cañerías. Ni de informática si se van a usar ordenadores. Y aquí empezamos a hablar de la obra en común, de contaminación entre las disciplinas que hacen que se generen nuevas perspectivas de las cosas.
En fin…
Que me tengo que ir.
Saludos cordiales
xx
(rastree, rastree. Soy un ja-jaker informático).
Mi bien querido anónimo, no se crea que yo me escandalizo fácilmente. Cuatro años de pontevedreces en la Facultad le preparan a uno para la vida contemporánea.
Por supuesto no pienso que en la pintura sólo cuenten las manchas sobre el lienzo. Yo mismo tengo en cuenta todo lo que usted propone (iluminación, punto de vista, altura, presentación...) aunque no considero en mis cuadros que eso sea más importante que lo que está pintado. Picasso utilizaba todos los medios que estaban a su disposición, era un buen escenógrafo de sí mismo, no digamos Dalí. Pero -siempre hay un pero- era fundamentalmente pintor.
Ni siquiera son cuestiones conceptuales nuevas. En el arte antiguo jugaban todas estas cuestiones papeles muy importantes, y si nos vamos a los trabajos de Leonardo, su fama entre la nobleza de la época venía muchas veces más de su habilidad para escenificar y sorprender en las fiestas que de sus inventos o sus cuadros.
San Picasso -me gusta, suena bien- tenía poco de santo, pero era un artista total, y no hacía ascos al collage, ni a pintar sobre platos, ni nada que le sirviese para disfrutar de ser Picasso. Seguro que hasta se follaba los cuadros.
Por otra parte, aunque Duchamp sabía pintar, él mismo confesaba que era bastante vago y que obtener mecenazgo americano le evitaba tener que meterse en el taller. Lo mismito, salvando las distancias, que le ocurrió a Rossini.
Entre San Picasso y San Duchamp, creo que la diferencia es tremenda, el nivel de exigencia y de excelencia al que Picasso llegó no lo tuvo nunca Duchamp. No llegó nunca a ser tan bueno, simplemente.
Sería más extraño que fuese Picasso el que dejase de trabajar para coleccionar objetos encontrados, creo que eso ambos lo sabemos. San Picasso ni siquiera admiraba el arte abstracto, ni se sentía tan fascinado por la vanguardia, por la simple razón de que la mayoría de ellas o las inició él mismo o tuvo gran importancia en su génesis. Digamos que Picasso estaba "de vuelta" del invento de las vanguardias.
También hay que tener en cuenta el papel de Stieglitz en la generación del mito de Duchamp y su posterior utilización por parte de la crítica artística, permítame decirlo, creo que de manera bastante oportunista, lo cual Duchamp supo aprovechar bastante bien. Y conste que hablo de un artista bastante incomprendido y que me cae hasta simpático. El bueno de Duchamp yo creo que se reía bastante de todo esto, y si viese a qué llevó su urinario en manos de los teóricos, igual se llevaba las manos a la cabeza, secretamente.
De todos modos no quiero echar más leña al fuego. Me estimula su participación en mi humilde blog, aunque me esté costando convertirle a mi "religión" del hartismo artístico, y casi le dé ya por un caso perdido...
Así que hacker redomado... no sé si tomarlo como una pista o seguir devanándome los sesos. Pero intrigadito me tiene vuesa merced.
Saludos sanpicassianos.
La verdad es que este tipo de discusiones hace ya tiempo que no las tenía. Por una parte me gusta reflexionar sobre todas estas cuestiones (siempre me gustó). Pero tengo la misma sensación que cuando discutía (en el mejor sentido del término) con pintores (solían ser pintores) que me doblaban la edad.
Solía ser casi siempre el mismo esquema, y las conversaciones derivaban hacia los mismos temas: Qué es arte y que no es arte. Pintura figurativa y abstracta (tema ya para mi totalmente anodino), que si los clásicos, que si Picasso.
Tengo que confesar que acabé saturado. Las conversaciones se limitaban a un mero posicionarse dentro del arte. Simplemente a posicionarse (lo que yo consideraba, lo que ellos consideraban...). No se construía gran cosa. Estaba todo planteado como si se estuviera en un vertedero de basura intentando encontrar un poquito de comida.
Con el tiempo conocí a personas que, ya con plena actividad artística vital, tenían superados con creces ciertos tabúes que ya veo todavía siguen rondando en estos temas.
Que si los conceptuales, que si la mierda de artista, etc…
A mi mismo me costó asimilar un montón de cosas a base de liberarme de prejuicios, y conseguí (con todas mis limitaciones) disfrutar de cosas que antes simplemente negaba. No encajaban en mi limitada visión.
Un ejemplo podría ser Lucio Muñoz (íntimo de Antoñito). En un comienzo no entendía que maderas colocadas en una superficie haciendo una composición fuera o no arte. No era la pintura a la que me tenían acostumbrado. Menuda mierda.
Con el tiempo fui descifrando los mecanismos de su obra y me parecieron maravillosas muchas de sus producciones. Pintura en estado puro, asi trabajara con maderas, con papeles sucios o con veladuras. Sus cuadros, al verlos en directo, tenían una fuerza que no veía en muchas obras con las mismas condiciones.
Podría haberme quedado ahí, y colocar a Lucio Muñoz en los altares. Un tipo que sabe pintar, que domina la técnica (es indudable), que domina el oficio.
Con el tiempo, el tiempo pone todo en su lugar, y después de disfrutar la obra de artistas muy dispares, logré colocarlo creo que un su lugar. Lucio Muñoz no dejaba de ser un paisajista con materiales nuevos. Una especie de tradición disfrazada de modernidad. Sin quitarle todo su mérito, que lo tiene. Pero con una visión que, aunque amplia, bastante limitada.
Solo hace falta ver las piezas de Kurt Switters para darse cuenta del engaño. Kurt trataba sus collages de madera partiendo de la base de que eran trozos de madera. No falseaba el mensaje pareciendo que el trozo de madera nos recordara a una montaña, o a una forma polimórfica extraña. Evidentemente Lucio bebió de el directamente, pero estaba enmarcado en una “escuela” que limitaba bastante sus actuaciones.
Se nota, al ver los cuadros, que Lucio disfrutaba el acto artístico plenamente, y que era de una sinceridad más que envidiable. Pero su arte aportó lo que aportó, ni más ni menos (que no es poco).
Su colega Antoñito, que tanto a usted le debe de gustar, era otro tema. Se supone que es el adalid español contemporáneo del llamado "hiperrealismo". El problema es que la gente, al ver sus calles o figuras, se queda en el "realismo". Pero no se fijan que su esencia está simbolizada en esas cuatro letras: HIPER.
Está más allá del realismo. Su lucha no es pintar los objetos tal cual los ve. Eso no le interesa (si se fija usted en sus primeros cuadros rozaba la metafísica). Pero desde una forma de pintar minuciosa y con mucho mucho oficio (bebiendo directamente en las tradiciones) logra que cuando se coloca uno ante sus dibujos lo que menos importa es que el objeto o la persona que se ve en el cuadro sea clavadita a lo que se llama realidad. Su batalla es otra: el tiempo. La fugacidad del tiempo. Sus medios plásticos son los tradicionales, pero sus resultados no lo son. Antonio López, en esencia, tiene más sintonía con De Chirico que con cualquier paisajista o retratista por muy bueno que sea.
Qué pasa? Que los paisajistas y/o retratistas hacen bandera de él, y la gran mayoría ni lo comprenden ni lo quieren comprender. Se quedan en la superficie (que si el oficio, que si la técnica, que si las proporciones…)Purita forma.
Parecerá que para mi la forma no es importante. Pues decirle que para mi es básica. Cada tipo de obra requiere un tipo de forma (y no me refiero simplemente a la manera de dar las pinceladas). Que cada pieza y cada mensaje requiere un tipo de actuación diferente.
Para poder disfrutar y comprender una obra de las llamadas contemporáneas (pongale usted los neo y los post que quiera delante) hay que partir de un análisis de lo que hay. Ni más ni menos.
Este comentario es extensible a cualquier manifestación artística. Las Meninas (obra pintada seguramente en dos semanas) está, en esencia, más ligada a muchas de las buenas obras mal llamadas conceptuales que de cualquier cuadro de Sorolla. Velázquez pintó un cuadro que su esencia es el no existir. Con mucha maestría, es evidente.
Ah!! Pero la gente se queda en “pero ves que pincelada?” “joder, resuelve una mano en un brochazo, este si que sabía”.”¿viste el traje de la menina?. Para que luego vengan estos expresionistas abstractos a darnos lecciones!!”.
Comentarios, para mi, que rozan lo patético.
Hay gente con muy buena mano en el mundo del arte, gente incluso virtuosa. Pero ese no es el tema. Por supuesto: con cuantos más recursos técnicos cuente una persona más fácil (en principio) le será expresar sus emociones y sentimientos. Pero el problema es que se hace bandera de todo esto. Se pone muy por delante del propio sentido conceptual (SI CONCEPTUAL) de la historia. Un tipo como Van Gogh no era para nada un virtuoso. De hecho ni sabía dibujar, y mucho menos pintar. Pero, carajo!!, tenía totalmente clarito las 4 cosas que quería decir, las 4 cosas que quería expresar. Y para ello no le hacía falta ni andarse con veladuras ni delicadezas. El mensaje era uno y directo, y con esfuerzo (¿qué no requiere esfuerzo en esta vida?) logró poner todas sus limitaciones al servicio de sus intenciones. Sus limitaciones y su tosquedad se convierten en material esencial de su trabajos.
Me gustaría saber qué pensarían muchos de sus coetáneos cuando ven que pintaba los cuadros en horas. Es que no le hacía falta más!!. Ante un mensaje tan directo (directo a todos los niveles) se requería una actuación también directa.
Ante esto me hace realmente gracia (confieso que en el fondo me entristece) comentarios sobre la nulidad manual de ciertos artistas. No tienes mano luego no existes (o sería mejor que no existieses.
Y me entristece más oírselo a una persona que disfruta del arte y se compromete con el vitalmente. Y más sabiendo que tiene mi mismita edad.
Usted da en sus relatos una relación de artistas con un sentido claramente excluyente: Freud, Antonio López, Hopper, etc... Unos artistas maravillosos que poseen comunes denominadores evidentes. Fuera de ahí… la cosa ya cambia. El resto es escoria conceptual.
Freud no es un buen pintor. Es el pintor de la carne, de la fisicidad, es el continuador de los bueyes descuartizados de Rembrand. De la fugacidad de la vida.
ADEMAS DE ESO es un pintor muy bueno, con una técnica envidiable.
El recorrido creo que es ese, y nunca al revés.
Y Tom Wolfe no deja de ser un fanfarrón provocador y partidista. Un periodista, en definitiva.
xx
Leo lo último que has escrito. Estoy muy de acuerdo. En realidad mis exabruptos, mis críticas y mis artistas admirados no son más que posicionarme. Me posiciono en el mundillo del arte y explico mis filias y mis fobias.
Estoy muy de acuerdo con lo que expresas. Yo mismo he tenido este tipo de discusiones que en realidad no llevan a nada salvo a aclarar el punto de vista inamovible de cada facción, con mucha gente. Con pintores que me doblan la edad y otros a los que yo se la doblo. Y desgraciadamente con mucha gente que no parte de tu tolerancia, pero sí de la admiración por la mierda enlatada. Tal como decía Stravinsky, pompiers modernos, pero pompiers al fin y al cabo.
En tu postura, el elemento conceptual -siempre presente, aunque no en el sentido que algunos pompiers modernos le dan- es definitivo. Para mí es más importante la forma. Incluso en sentido excluyente, como tú dices, ahí das en el clavo. A mí me maravilla mucha obra gestual o matérica, incluso abstracta, de artistas como Lucio Muñoz, como Saura, Burri, incluso Mondrian me apasiona.
De Antoñito precisamente es esa cualidad que sobrepasa el realismo -aunque para mí hiperrealista era lo que hoy conocemos como fotorrealismo- y que no tienen sus epígonos. Aparentemente los cuadros de rincones mugrientos muy realistas son todos iguales. Pero Antonio López les imprime algo, ese "misterio" que algunos decimos, y que no tienen ni sus alumnos ni sus epígonos, que son legión. Es lo que hace que un cuadro academicista de Ramón Casas sea tan distinto a otro de Cabanel.
A mí por ejemplo me gusta mucho Joaquín Mir. Me parece sumamente injusto que no sea más conocido. Y desgraciadamente, cuando se habla de él se destacan cuadros un poco tontorrones, academicistas, y no esas virguerías de dos brochazos con toda la luz del mediterráneo y el volumen que él sabía imprimir. Hubo en Ferrol una antológica de Mir que me dejó alucinado...
Bueno, dejo de divagar. En cualquier caso no estoy tan de acuerdo en la tosquedad de Van Gogh. Trabajó mucho para liberarse de ella, y aunque no era académico logró ser buen dibujante y un pintor habilísimo.
Es curioso pero el debate entre el estilo tosco-impresionista (un-trazo-hace-una-mano) y el detallado ya sucedía en la época de los griegos. No tengo aquí el dato, pero se sabe que la gente entendida solía apreciar más el estilo impresionista, porque su artificio era más ingenioso.
No podemos olvidar que el artista es también, además de un artesano más o menos hábil, un intelectual, y eso, al quedar plasmado, distingue a unos -los genios- de otros (los epígonos o imitadores).
Lo que ocurre ni más ni menos es que mi "discurso" es bastante excluyente. No porque crea que entre los modernos todo sea mierda, sino porque opino que la teoría del "todo vale" abre la vía a oportunistas, trepas y demás caraduras. Todas las categorías defendidas por los teóricos proconceptuales, pero sobre todo por los subalternos y mediocres, que al final son las que quedan, son demasiado etéreas, ambiguas, opinables, de modo que así es imposible distinguir el grano de la paja.
Como ves, en el fondo no pensamos de forma tan diferente, quitando ese detalle.
Saludos, coetáneo anónimo.
Y, para seguir hablando de Picasso...
El señor anónimo decía que "y si Picasso dejara colgar el trapo del lienzo y eso sen convirtiera en..." patatín, patatán.
Yo le pregunto a usted:
¿y si no existiera el cuadro del que colgaba el trapo que después... patatín, patatán?...
¿Qué es lo que sucede si lo único que se presenta es el trapo, sin nada anterior, sin nada de donde parte?
Yo creo que entonces, lo único que se vería es un trapo. Aunque por supuesto se podría explicar que no se trata de un trapo cualquiera. Es un trapo "santo", "sagrado", porque lo ha tocado su artista, en este caso "San Picasso".
Lo mismo sucede si fuese un conejo, o un urinario, o lo que sea. Hay muchos que después han vuelto a repetir lo mismo pero con distinto material.
El caso es que es muy fácil hablar de los oficios de los otros. ¡Uuuh! he puesto "oficio", y está prohibido.
O dicen que ya se ha superado esa etapa y el lienzo no da para más.
O tal vez sea que no se haya trabajado lo suficiente y, convencido o no de que trabajar no es de "artistas" se haya creído que con cortar el trapo que cuelga es suficiente. Pues de ninguna manera lo creo.
Falta el poso, falta el espíritu, falta la búsqueda, falta la raiz de donde sale ese trapo.
Y aunque las palabras envuelven bastante bien todo lo que se oculta, se nota que falta algo. Se siente y aunque parece que es cosa de brujas cualquier persona nota el fraude aunque no sepa explicarse por qué.
Fantástico!!! Lo que dices es muy sabio y bueno, gracias!!!
Dime que opinas sobre este autorretrato que ahora te pasare en link.
Será por foto o del natural? solo estúdialo, siéntelo y me comunicas.
http://www.artelista.com/obra/4539006943545862-autorretrato.html
Saludos cordiales.
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