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Existe un mito, en el que yo mismo creí durante mucho tiempo, según el cual el arte imita a la naturaleza. Pero el estudio de los pintores antiguos, mal que me pesara, me convenció de que esto es un simple mito. Muy bello, y puede que hasta tenga valor en Filosofía, pero las salas de un gran museo nos demuestran a cada paso que no es así. Si hay algo común a todas las épocas es que los pintores,
como decía Gombrich, aprenden de otros pintores. La Naturaleza, mal que nos pese, apenas inspira al arte. La tradición, tantas veces maldecida, es la columna vertebral del arte.
Una demostración muy curiosa la tenemos en el famoso caso del
Rinoceronte de Durero. 
El Rinoceronte, como otros animales exóticos, era conocido en Europa por relatos casi legendarios. Se sabía de su existencia, pero muy raramente algún europeo había podido ver uno realmente.
En 1515, partiendo de una somera descripción y un pequeño boceto ajeno, Durero talló una xilografía en la que representó al animal. Lo curioso es que esta representación, tan poco fiel, pues representa una especie de armadura con remaches en lugar de la piel, fue tenida por modelo a seguir hasta bien entrado el siglo XVIII, e incluso después. Y eso a pesar de que ya en 1579 vivía en Madrid un rinoceronte, o que se llevó otro a Londres en 1684. Según escribe Gombrich:
"(...) Y sin embargo se ha demostrado que esa criatura mitad inventada sirvió de modelo para todas las imágenes del rinoceronte, incluso en libros de historia natural, hasta el siglo XVIII. Cuando, en 1790, James Bruce publicó un dibujo del animal (ilustración 57) en Travels to Discover the Source of the Nile, mostró con arrogancia que lo sabía muy bien: «El animal representado en este dibujo es natural de Cherkin, cerca de Ras el Fil [...] siendo el primer dibujo de un rinoceronte de dos cuernos que jamás se haya presentado al público. La primera figura del rinoceronte asiático, la especie con un solo cuerno, la pintó Alberto Durero, del natural. [...] Estaba asombrosamente mal ejecutada en todas sus partes, y fue origen de todas las monstruosas formas bajo las cuales se ha pintado a aquel animal, desde entonces. [...] Varios filósofos modernos lo han corregido en nuestros días; Mr. Parsons, Mr. Edwards y el conde de Buffon han dado buenas imágenes del natural; cierto que tienen algunos defectos, debidos sobre todo a los prejuicios preconcebidos y a la falta de atención. [...] Éste [...] es el primero con dos cuernos publicado, está dibujado del natural, y es africano.»
Si hiciera falta una prueba de que la diferencia entre el dibujante medieval y su sucesor del siglo XVIII es sólo de grado, aquí se la podría encontrar. Porque la ilustración, presentada con tanto alarde, no está ni mucho menos libre de «prejuicios preconcebidos» ni del obsesivo recuerdo del grabado de Durero. No sabemos exactamente qué especie de rinoceronte vio el artista en Ras el Fil, y es pues posible que no sea del todo equitativa la comparación de su dibujo con una fotografía tomada en África (ilustración 58). Pero me dicen que ninguna especie conocida por los zoólogos corresponde al grabado que se pretende tomado al vif."
La tradición, en este ejemplo, se muestra con todo su poder. Tozudamente los pintores continúan en sus errores pese a tener delante la bestia. Los remaches de Durero, fruto del genio del maestro, se fijan con gran fuerza en nuestra mente y dejan una impresión duradera.
La tradición no es la Panacea ni tampoco una lacra que la bendita vanguardia haya por fin matado. Por más que la queramos negar, está ahí siempre, con lo bueno y con lo malo. Cuando se olvidan tradiciones milenarias, otras nuevas tradiciones las sustituyen, y con el tiempo, si se dan las condiciones, llegarán de nuevo a ser milenarias. La tradición es consustancial a nuestra especie. Aparece incluso en las tecnologías punta, como los ordenadores o los teléfonos móviles. Por ejemplo ¿alguien sabe
por qué dejamos que se descarguen completamente las baterías de litio antes de recargarlas?
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Los artistas necesitan beber siempre de una tradición. Stravinsky decía "quien se opone al apoyo se opone al movimiento". La tradición es precisamente el punto de apoyo que sirve de referencia para el cambio en el arte. Negar la tradición es negar también la evolución, transformación, la vida misma del arte.
Creo, francamente, que no hay nada más tonto, ni más tradicional -en el mal sentido- que negar las tradiciones.