Mi mujer, como bien saben los habituales de Lérias Várias, es la también artista Carmen Martín. Nuestra vida cotidiana está muy condicionada por ello. No hay una frontera clara entre el trabajo profesional y los hobbys, porque, parafraseando a Hundertwasser, el artista lo es las 24 horas. Desde la decoración de la casa a la manera de educar a los hijos o cocinar, las conversaciones, los momentos de ocio o los planes familiares, todo tiene que ver con el arte.
Evidentemente, no todo es diversión. Ni mucho menos. Si hay algo que nos resulta odioso a los dos es ese clisé del artista bohemio. ¡Ojalá pudiéramos ser bohemios! Como todo el mundo, tenemos obligaciones y facturas, y por ejemplo, los bancos no toleran demasiado bien los pagos "creativos".
Pero, en cualquier caso, nuestras vidas giran en torno al arte, y sobre todo en torno a nuestros proyectos artísticos. Solemos ayudarnos mutuamente en ellos, en mayor o menor medida.
No obstante, es muy poco habitual que emprendamos proyectos conjuntos. Carmen se marca su ritmo y yo el mío, y cada uno en sus dominios.
Pero por suerte, ahora mismo estamos en uno de esos momentos. Hace un par de años comencé el relato de Frikipedio -que os invito a conocer- y nunca fui capaz de meterme en el tema de sus ilustraciones. Por una parte, como creador del texto, tengo unas ideas muy concretas de cómo tendría que ser cada parte, cada objeto. Pero por otra parte, no me siento con suficiente experiencia en ilustrar historias como para emprender una narración tan compleja y con tantos matices. Lo intenté en varias ocasiones, pero no pasé de hojas de bocetos y alguna escena más terminada. Desde el principio he pensado que Carmen sería la ilustradora perfecta para meterse a ilustrar la narración de Frikipedio.
En Diciembre (de 2008) Carmen se ha puesto a ello, y decició no enseñarme nada hasta que llegue al menos al textículo IX, que era el que estaba publicado. Según me cuenta, parece que le está llevando bastante trabajo. Lo cierto es que lleva dos meses con ellas, casi cada día y cada noche, consultando libros y webs sobre el medievo, etc, etc... A mí me ha animado a terminar la narración, que estaba casi en la mitad, y al fin he publicado el Textículo X, y estoy ya dándole vuelta a los otros X que faltan.
Hoy mismo, Carmen acaba de sacar en su blog "Pintura en Acción" un texto con sus impresiones sobre este trabajo, que os transcribo aquí:
Sobre el libro de Frikipedio que estoy ilustrando y que por ahora guardo en secreto, por lo menos hasta el noveno "textículo", quiero explicar lo mucho que me está costando y gustando a la vez. ¡Soy algo masoca!
Anxo me había pedido que las ilustraciones fueran bastante medievales y en eso estoy. Es curioso que la ilustración medieval siendo tan primitiva, a la vez posea tanta fuerza de trazo. Y ahí es justo donde yo encuentro su riqueza y dificultad.
Si yo hago escenas como si no supiera dibujar, no me salen medievales y es porque el trazo ha de ser seguro, decidido, sabio... sin perder "aquella ingenuidad del que parece no saber hacer la perspectiva correcta".
Yo creo que mi hijo José, que tiene cuatro años, podría muy bien hacer ilustraciones medievales, si alguien le explicara qué cosas debía contar y si alguien le pasara la experiencia de vivir muchas cosas que aún no vivió.
¿Cómo hacían los medievales para tener ambas cosas?
En todo caso estoy aprendiendo muchísimo ilustrando este libro que en breve presentaremos, después de un intervalo en el que debo presentar tres cuentos ilustrados para la editorial Xerais a finales de febrero y algunas cosillas más.
Arrivederci!
Nota: las ilustraciones de este artículo son en realidad detalles del increíble Tapiz de Bayeux
Evidentemente, no todo es diversión. Ni mucho menos. Si hay algo que nos resulta odioso a los dos es ese clisé del artista bohemio. ¡Ojalá pudiéramos ser bohemios! Como todo el mundo, tenemos obligaciones y facturas, y por ejemplo, los bancos no toleran demasiado bien los pagos "creativos".
Pero, en cualquier caso, nuestras vidas giran en torno al arte, y sobre todo en torno a nuestros proyectos artísticos. Solemos ayudarnos mutuamente en ellos, en mayor o menor medida.
No obstante, es muy poco habitual que emprendamos proyectos conjuntos. Carmen se marca su ritmo y yo el mío, y cada uno en sus dominios.
Pero por suerte, ahora mismo estamos en uno de esos momentos. Hace un par de años comencé el relato de Frikipedio -que os invito a conocer- y nunca fui capaz de meterme en el tema de sus ilustraciones. Por una parte, como creador del texto, tengo unas ideas muy concretas de cómo tendría que ser cada parte, cada objeto. Pero por otra parte, no me siento con suficiente experiencia en ilustrar historias como para emprender una narración tan compleja y con tantos matices. Lo intenté en varias ocasiones, pero no pasé de hojas de bocetos y alguna escena más terminada. Desde el principio he pensado que Carmen sería la ilustradora perfecta para meterse a ilustrar la narración de Frikipedio.
En Diciembre (de 2008) Carmen se ha puesto a ello, y decició no enseñarme nada hasta que llegue al menos al textículo IX, que era el que estaba publicado. Según me cuenta, parece que le está llevando bastante trabajo. Lo cierto es que lleva dos meses con ellas, casi cada día y cada noche, consultando libros y webs sobre el medievo, etc, etc... A mí me ha animado a terminar la narración, que estaba casi en la mitad, y al fin he publicado el Textículo X, y estoy ya dándole vuelta a los otros X que faltan.
Hoy mismo, Carmen acaba de sacar en su blog "Pintura en Acción" un texto con sus impresiones sobre este trabajo, que os transcribo aquí:
Sobre el libro de Frikipedio que estoy ilustrando y que por ahora guardo en secreto, por lo menos hasta el noveno "textículo", quiero explicar lo mucho que me está costando y gustando a la vez. ¡Soy algo masoca!
Anxo me había pedido que las ilustraciones fueran bastante medievales y en eso estoy. Es curioso que la ilustración medieval siendo tan primitiva, a la vez posea tanta fuerza de trazo. Y ahí es justo donde yo encuentro su riqueza y dificultad.
Si yo hago escenas como si no supiera dibujar, no me salen medievales y es porque el trazo ha de ser seguro, decidido, sabio... sin perder "aquella ingenuidad del que parece no saber hacer la perspectiva correcta".
Yo creo que mi hijo José, que tiene cuatro años, podría muy bien hacer ilustraciones medievales, si alguien le explicara qué cosas debía contar y si alguien le pasara la experiencia de vivir muchas cosas que aún no vivió.
¿Cómo hacían los medievales para tener ambas cosas?
En todo caso estoy aprendiendo muchísimo ilustrando este libro que en breve presentaremos, después de un intervalo en el que debo presentar tres cuentos ilustrados para la editorial Xerais a finales de febrero y algunas cosillas más.
Arrivederci!
Nota: las ilustraciones de este artículo son en realidad detalles del increíble Tapiz de Bayeux
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