viernes, 26 de enero de 2007

"¡Yo no busco, encuentro!"

Esta frase de Picasso siempre me ha gustado. Tiene múltiples interpretaciones. Puedes pensar que Picasso ya no necesita pararse a buscar, sino que va justo a donde quiere ir, que se queda con las ideas que encuentra -decía también que el pintor roba de otros pintores todo lo que puede-, o que el artista debe ir con ojos atentos a todo lo que pueda ser interesante para él. Pero yo me quedo con que en su obra el azar tiene un gran papel, aunque luego tenga que trabajar sobre lo encontrado. Viendo la película documental El Misterio Picasso, de Georges Clouzot, nos damos cuenta de que en gran medida debe referirse a esto último.

Últimamente pienso mucho en esta frase. He leído hace poco Arte e Ilusión de Gombrich, y me llamó mucho la atención la teoría sobre la aparición del arte expuesta en este libro. Según cierta hipótesis el arte surgiría del intento en tiempos remotos de perfeccionar formas y colores vagamente reconocibles, que evocaban alguna cosa conocida, para que dejasen de ser ambiguas. Es como lo de un 6 y un 4... o la palabra ojo, que parecen una cara. Si las retocamos un poco ya no parecen números ni letras.

Pues bien, hay un método de dibujo o de creación, que consiste en generar formas arbitrarias y luego retocarlas hasta que parezcan algo reconocible. Los surrealistas lo utilizaron ampliamente. En las clases les puse ese ejercicio a los alumnos, bien en forma del juego de las tres líneas -otro día lo explico- o bien con manchas obtenidas mediante monotipos.

Yo hice unas pocas imágenes partiendo de monotipos, que convertí en postales navideñas un tanto extrañas. Pues aquí están:















martes, 9 de enero de 2007

¿La originalidad como motor del arte?

Mañana reeditamos en Escola Aberta de Arte las tertulias de ídem.

Por si interesa, será en Café Zucre (Magdalena, 170, Ferrol) a las 8,45 de la tarde-noche.
Actualización:
Las tertulias se celebrarán el primer y tercer miércoles de cada mes en Zucre a las 8,45 de la noche.

Anteriormente hacíamos esto en la escuela, pero realmente una cafetería como Zucre es mucho más acogedora, y hasta hace menos frío.

El tema de la primera tertulia será La originalidad como motor del arte.

Aunque algunos teóricos admiten que la novedad no es una característica del arte, lo cierto es que siglos de crítica e historia del arte, desde los clásicos, nos han acostumbrado a pensar que la novedad, la evolución es algo consustancial al arte.

De poco vale recordar que el arte egipcio fue grandioso aunque no se distingan por su aspecto obras que distan mil años entre sí. La mayoría de la gente, en el fondo, está convencida de que sólo lo sorprendente, lo novedoso, lo atrevido... en una palabra lo original tiene el derecho a considerarse Gran Arte. Lo opina la gente de la calle -incluso tú, a lo mejor-, lo opinan los galeristas, comisarios de exposiciones, críticos de arte, políticos, ensayistas e incluso la mayoría de los artistas. Basta que Van Gogh haya hecho algo diferente de lo que se hacía en su época para que entre por derecho propio en el Olimpo de los Artistas.

Pero en realidad... ¿era realmente Van Gogh tan diferente de otros artistas de su época? ¿Se percibía de la misma manera en su época tal diferencia? ¿Van Gogh había elegido su estilo en un catálogo descartando los no originales o pintaba como podía, como sabía?

En mi opinión a la originalidad se le da excesiva importancia. En algunas épocas se consideraba como una mera extravagancia y hasta molestaba. Esa obsesión universal que se observa hoy día por poseerla está condicionando demasiado a los artistas nuevos. Incluso está volviéndose un serio obstáculo para el arte. La exigencia a todas luces descabellada de siempre innovar, siempre superar el choque, la sorpresa producida por las obras anteriores está convirtiendo al arte -al arte oficial al menos- en un juego circense del "más difícil todavía". Se llegan a extremos escatológicos, profundamente desagradables, como vacas partidas por el medio metidas en formol, caballos colgados del techo o artistas chinos que comen fetos humanos para que el vídeo se emita por la TV. Es el ejemplo sintomático del movimiento llamado shock art, que no hace sino poner en evidencia la profunda crisis en la que se encuentra el arte oficial de nuestra época, que se ha arrogado el derecho a llamarse Arte Contemporáneo.

Un amigo me comentaba esta mañana lo que le diría a los artistas preocupados en exceso por la originalidad, que ponen pegas a casi cualquier cosa porque "ya ha sido hecho antes":
-"Pues si no te gusta pintar, haz oposiciones a Hacienda"
Y es que ahí está el quid de la cuestión: el trabajo duro, el coger los pinceles y mancharse las manos conjura todos estos fantasmas. Si tienes vocación, pinta. Y no te importará si eres original, porque bastante tendrás con ser capaz de expresar algo.

Creo que en realidad se trata de ser uno mismo, de pintar lo mejor que tú, que eres único por naturaleza, puedes hacer. Si realmente llegas a un nivel alto en tu oficio, tu arte va a ser también único... se trata de eso, de hacer lo auténtico, lo que sientes. No de ser original.

viernes, 5 de enero de 2007

El arte desde dentro

Últimamente me da vueltas en la cabeza este tema. Estoy impartiendo un curso para la UDC en el que doy mi punto de vista sobre el arte, es decir, el punto de vista del artista en la medida que es útil para Saber Ver el Arte. Intento reflejar cómo se ve el arte desde dentro.

Por otra parte, comparto vida con Carmen Martin, que además de mi mujer y musa es una auténtica fuerza de la naturaleza en el arte. Hace dos días pasó doce horas seguidas pintando ante el público, en una acción pictórica sin precedentes en nuestra ciudad. Estoy ayudándole a organizar estas cosas, como ya llevo haciendo desde que nos conocemos, y no sólo asisto a la génesis de sus ideas, sino que participo en su desarrollo activamente.

Por otra parte, estoy echándole una mano cuando puedo a Juan Pablo Etcheverry, director de cine de animación, tan bueno que cuando lo conoces no te lo crees, excelente artista y mejor amigo. Con él está trabajando Diego Mallo, gran ilustrador, del cual somos también muy amigos y fuimos hasta compañeros de piso cuando estudiábamos en Barcelona. He participado en los primeros estados de la película La Flor más grande del mundo, ayudando en diferentes campos. En parte, aunque sea una parte muy pequeña, tiene algo mío.

Por supuesto, también tengo mis propios proyectos y además estoy llevando varios grupos de alumnos en Escola Aberta de Arte, cuyo trabajo final en este curso será un cortometraje, que debo dirigir.

El caso es que la distancia y al mismo tiempo proximidad que tengo con estos proyectos artísticos hace que ahora mismo ocupe un lugar privilegiado, y que hasta un punto insospechado, consecuencia de unas circunstancias muy concretas, esté viendo precisamente el arte desde dentro, como poca gente puede.

Qué voy a decir. Para mí es fascinante, maravilloso. Estoy aprendiendo de una manera tal que ni el mejor máster en una universidad extranjera podría proporcionarme. Y estoy muy, muy contento con ello, porque creo que un artista, al menos un artista de verdad siempre está aprendiendo.

Otros con menos suerte ya están de vuelta. Ya saben todo lo que tenían que saber. Exponen en Ferrol en los sitios más respetados... pero yo me quedo con la cita de Hokusai que menciona Betty Edwards en su famoso libro:

Desde la edad de seis años tuve la manía de dibujar la forma de los objetos. Pero todo lo que he producido antes de los sesenta no vale la pena. A los setenta y tres aprendí un poco acerca de la verdadera estructura de la naturaleza, de los animales, plantas, y aves. Cuando tenga ochenta, por consiguiente, habré progresado mucho; a los noventa penetraré el misterio de las cosas, a los cien habré alcanzado una etapa maravillosa, y cuando tenga ciento diez, todo lo que haga, ya sea un punto o una línea, estará vivo.