Reacciones al Hartismo

No sé qué fue exactamente lo que sintieron los Impresionistas cuando tuvieron conciencia de protagonizar un movimiento artístico. No llego a imaginar lo que los movimientos de la vanguardia suponían para quienes escribían aquellos históricos manifiestos, cuando se despertaban una mañana siendo ya para siempre futuristas, cubistas, surrealistas...

Supongo que en todos los casos el nacimiento de un nuevo Movimiento Artístico era un proceso emocionante, lleno de incógnitas. La responsabilidad de cumplir con un cometido que anunciabas de antemano, de dejar en buen lugar tu intención recogida en el documento fundacional, y por supuesto las esperadas reacciones.

Carmen, Mariano y yo nos encontramos ahora en ese trance. El Hartismo se presenta este viernes. La vida no está siendo normal. Parecemos músicos antes del estreno. Nervios, intercambios constantes de opinión y noticias entre Santiago (donde está Mariano) y Ferrol (donde estamos Carmen y yo), búsquedas casi diarias de "hartismo" en Google.

Evidentemente la diferencia entre los antiguos movimientos artísticos y lo que estamos viviendo nosotros es que Internet acelera todo. Las repercusiones en la prensa no han siquiera esperado a la presentación: ya nos han sacado varios medios en sus contraportadas. Incluso "Miradas 2", el programa cultural de TVE2 ya nos ha entrevistado, aunque emitirán la semana que viene.

El correo electrónico del hartismo (info(a)hartismo.com) está que hierve. La blogosfera empieza, lentamente, a hacerse eco.

Curiosamente, las reacciones en contra son mucho menos abundantes que las muestras de apoyo. Desde el primer momento hemos recibido comentarios como "¡ya era hora!" "Gracias por existir" y otras frases que animan mucho a seguir. La crítica, por ahora, ha tenido dos vertientes: una crítica constructiva, educada, en la que se discutían determinados puntos de nuestros postulados -y han sido respondidos con agradecimiento-, que nos es muy útil y a tener en cuenta, y algunos casos de lo que directamente entra en la mala educación, criticándonos por "provincianos", "paletos", etc. En estos casos, tras un primer intento de razonar hemos optado por no contestar más, abandonando definitivamente una discusión en la que se buscaba la bulla.

Pero curiosamente, estos casos aislados de cabreo profundo, desesperado, sin argumentaciones con un mínimo de seriedad, siempre venían de entornos supuestamente "abiertos", en los que se promovía una sana interdisciplinareidad (buf, vaya palabro), y por supuesto, primando sólo lo que hemos dado en llamar "arte oficial". Los de la supuesta "mente abierta" (al menos presumen de tenerla más abierta que nosotros) no han sido capaces de argumentar más que su elitismo, casi aristocratico, tachándonos de "porcinos", "aldeanos", "paletos", "provincianos", no porque opinemos de una manera u otra, sino ¡por ser gallegos!. Como si hubiese que nacer en Nueva York para pensar por uno mismo.

Afortunadamente estamos recibiendo apoyos no sólo de Galicia y sus alrededores, sino de toda España: Asturias, Catalunya, Murcia, Navarra, Euskadi, Castilla-León, Madrid, Castilla-La Mancha, Andalucía, Valencia, Illes Balears... Incluso nos han escrito desde Argentina y EEUU para unirse al Hartismo. Afortunadamente el tiempo de las rencillas entre comunidades autónomas, cuando los de determinada región se sentían superiores a los de otra, han muerto con el land-art (el de las películas de Alfredo Landa, claro) y la España Carpetovetónica que definía Luis Carandell.

Unas reacciones tan furibundas y anticuadas, tan desesperadas en definitiva, por parte precisamente de quienes presumen de su modernidad, no hace más que demostrar que el Hartismo ha dado justo donde debía. Es el empujón que necesitábamos para saber que este paso es mucho más necesario e incluso trascendente de lo que nunca hubiéramos pensado.