En alguna ocasión he reflexionado en este blog sobre la naturaleza y el arte. En el famoso pasaje del Rinoceronte de Durero, Gombrich concluye que eso de que el arte imita a la naturaleza es, en gran medida, un mito. Y es verdad que generalmente la tradición tiene mucho más peso que la copia de la naturaleza. Pero quiero matizar.
Decía Durero:
El ejemplo que más me viene a la memoria es del año pasado. Carmen fue invitada al Zoo de Vigo a pintar, a celebrar una de sus jornadas de "Pintura en Acción".
Estuvimos todo el día allí, yo dibujando animales, pintándolos Carmen. Al que es amante del dibujo o la pintura del natural, como nosotros, la oportunidad de pasar un día en el Zoo es irrechazable. Es una especie de orgasmo artístico continuo, porque hay tanto que plasmar, y tan rico, que el cerebro no deja de bullir, ni las manos ni el ojo tienen velocidad suficiente para conseguir consignar en un papel o un lienzo todas las sutilezas de la vida en su esplendor. Como decían los hombres primitivos, "inspira". Incluso aunque sepamos que los animales están cautivos.
A media tarde estuvimos junto a una mona. En el interior, donde se les da de comer. La mona era tremendamente agresiva, miraba a Carmen y la amenazaba. De algún modo sabía que éramos monos, y que otra hembra estaba haciéndole la competencia. Constatar esto nos dejó muy pensativos.
Pero justo después nos permitieron estar en la zona interior de las jaulas de los tigres. Teníamos a una tigresa a escasos metros. Tan escasos que a veces su cabeza estaba a menos de un metro. Aunque la tigresa no paraba de moverse Carmen consiguió hacer un cuadro. Yo, simplemente, esbocé alguna línea, y el resto del tiempo simplemente miré.
Un tigre, de cerca, posee una belleza tal, que es indescriptible. No hay palabras para describir la infinita armonía de sus manchas, la certera profundidad de su mirada. El pelaje es multicolor, con una distribución de las manchas que podría recordar a alguna flor refinada, como las orquídeas o los ciclámenes. El tamaño, como un gato sobredimensionado pero con una armonía tal, unos movimientos tan suaves y elásticos...
Es una belleza sobrecogedora. Cuando estábamos allí, pintando, dibujando, mirando, llegamos de forma natural a la conclusión de que es imposible pintar un tigre tan bello como es. Se puede uno aproximar mucho, pero cuanto más real y detallado sea el dibujo, el cuadro, tanto más irreal y ñoño va a parecer. Ocurre exactamente igual que con los cuadros de puestas de sol. Los colores del cielo, aquí en Galicia, por ejemplo, llegan a veces a ser tan intensos, tan bellos y sobrecogedores que si uno los plasma tal cual dará la sensación de algo hortera, irreal y exagerado.
Para evitar esto, es necesario desconectar, huir de la realidad y de algún modo recrear lo visto. El arte debe eliminar gran parte de la belleza natural y sustituirla por belleza artística, que es un lenguaje diferente, si se quiere obtener un resultado que produzca una sensación semejante al original. Porque una tigresa, tal como la vimos nosotros, es bellísima, pero no es cursi, no es ñoña ni rebuscada. Su inconmensurable belleza no se contradice con el hecho de que sea un depredador, un animal imponente, peligroso, ágil, astuto y a la vez noble, como todos los animales. Su misma belleza significa "peligro". Sus zarpas, gruesas y pesadas, aunque hermosas, esconden armas mortíferas, del mismo modo que su boca, armoniosa en todos sus aspectos exhibe unos dientes carniceros enormes. Un mal dibujo convierte todo eso en caricatura.
No sé si me explico: hay estupendos dibujos y pinturas sobre tigres, pero precisamente porque no intentan ser tigres, sino dibujos y pinturas. Esta es una de las razones por las que quien cree que el arte ha sido totalmente mimético en alguna ocasión o no lo ha pensado bien o es un patán completo, o al menos es un patán en arte. La mímesis, la imitación de la realidad, es un recurso creativo, incluso puede ser un objetivo, pero siempre existe abstracción, recreación. El artista no copia la realidad, la interpreta, y tanto más inventa cuanto más fiel pretende ser, porque debe utilizar por fuerza los "trucos" de la profesión, de los materiales que utiliza. Del mismo modo que una traducción fiel de un idioma a otro nunca puede ser la traducción literal, un retrato fiel es siempre una recreación. Creo que el gran problema de muchos supuestos expertos en arte radica en el desconocimiento de esta característica fundamental del arte.
La frase de Durero "Todo arte viene de la naturaleza, el que puede arrancarlo de ella, solamente éste, lo posee" sólo puede llegar a comprenderse completamente, creo yo, en esta tesitura de intentar pintar un tigre, o una puesta de sol.
Pero, ¿por qué pensé en todo esto?
Pues porque ahora estoy intentando recrear un par de dinosaurios: un allosaurio y un deinonichus (una especie de velocirraptor gigante), ambos carnívoros, y creo que esos animales, extintos, que jamás veremos, seguro que han tenido un aspecto formidable, pero además, tan bello como nuestros actuales tigres. Aunque hoy existen recreaciones magníficas y bastante precisas de casi todos los dinosaurios más conocidos, creo que nunca sabremos cuál era exactamente el matiz que convertía a estos animales en no sólo unos animales temibles y enormes, sino bellos. Seguramente tan bellos que un artista se sentiría empequeñecido, como Carmen y yo ante la tigresa, o como Durero cuando pensó por primera vez su frase.
Quien tuviera que reconstruir un tigre a partir de sus restos fósiles, podría establecer con bastante exactitud la forma del cuerpo, sus hábitos, y hasta la longitud de su pelaje. Pero su extraordinaria belleza, la increíble coloración de su pelo, su mirada, su elasticidad y elegancia, en fin, lo que hace del tigre una de las criaturas más bellas de la Naturaleza, eso no podría deducirlo nadie.
Y estoy seguro, pensando en que hasta la cabeza de una hormiga es una estructura hermosa, armoniosa, que los extintos dinosaurios debieron haber sido, además de evolutivamente exitosos, algunas de las criaturas más bellas del mundo natural. Seguramente, si pudiéramos verlos en vivo, el plumaje de un velocirraptor, por ejemplo, tendría poco que envidiar al de un águila o un ave del paraíso, y las formas de algunos dinosaurios seguro que derrochaban colorido y extrañas inutilidades ornamentales, como grandes plumas retorcidas, cuernos inesperados, pliegues de piel, sacos de grasa...
Quizá por eso me está resultando tan complicado volver a dibujar dinosaurios, aunque me encanta.
Decía Durero:
"Todo arte viene de la naturaleza, el que puede arrancarlo de ella, solamente éste, lo posee"Porque a pesar de todo, existe una profunda relación del arte con la naturaleza, a la que el arte copia, quizá para aprender o para aprehender su esencia (como hacía Leonardo o el mismo Durero con sus dibujos botánicos, zoológicos, etc...), y yo comparto esa reflexión. Durero tiene razón, creo yo, en que cuando la recreación que hacemos al dibujar, al pintar, llega a ser autónoma, logra un tipo de armonía, de belleza, que sólo la naturaleza posee. Pero lo que es, a mi juicio, imposible, es llegar a expresar directamente con la copia la belleza natural, que siempre es rica, apabullante.
El ejemplo que más me viene a la memoria es del año pasado. Carmen fue invitada al Zoo de Vigo a pintar, a celebrar una de sus jornadas de "Pintura en Acción".
Estuvimos todo el día allí, yo dibujando animales, pintándolos Carmen. Al que es amante del dibujo o la pintura del natural, como nosotros, la oportunidad de pasar un día en el Zoo es irrechazable. Es una especie de orgasmo artístico continuo, porque hay tanto que plasmar, y tan rico, que el cerebro no deja de bullir, ni las manos ni el ojo tienen velocidad suficiente para conseguir consignar en un papel o un lienzo todas las sutilezas de la vida en su esplendor. Como decían los hombres primitivos, "inspira". Incluso aunque sepamos que los animales están cautivos.
A media tarde estuvimos junto a una mona. En el interior, donde se les da de comer. La mona era tremendamente agresiva, miraba a Carmen y la amenazaba. De algún modo sabía que éramos monos, y que otra hembra estaba haciéndole la competencia. Constatar esto nos dejó muy pensativos.
Pero justo después nos permitieron estar en la zona interior de las jaulas de los tigres. Teníamos a una tigresa a escasos metros. Tan escasos que a veces su cabeza estaba a menos de un metro. Aunque la tigresa no paraba de moverse Carmen consiguió hacer un cuadro. Yo, simplemente, esbocé alguna línea, y el resto del tiempo simplemente miré.
Un tigre, de cerca, posee una belleza tal, que es indescriptible. No hay palabras para describir la infinita armonía de sus manchas, la certera profundidad de su mirada. El pelaje es multicolor, con una distribución de las manchas que podría recordar a alguna flor refinada, como las orquídeas o los ciclámenes. El tamaño, como un gato sobredimensionado pero con una armonía tal, unos movimientos tan suaves y elásticos...
Es una belleza sobrecogedora. Cuando estábamos allí, pintando, dibujando, mirando, llegamos de forma natural a la conclusión de que es imposible pintar un tigre tan bello como es. Se puede uno aproximar mucho, pero cuanto más real y detallado sea el dibujo, el cuadro, tanto más irreal y ñoño va a parecer. Ocurre exactamente igual que con los cuadros de puestas de sol. Los colores del cielo, aquí en Galicia, por ejemplo, llegan a veces a ser tan intensos, tan bellos y sobrecogedores que si uno los plasma tal cual dará la sensación de algo hortera, irreal y exagerado.
Para evitar esto, es necesario desconectar, huir de la realidad y de algún modo recrear lo visto. El arte debe eliminar gran parte de la belleza natural y sustituirla por belleza artística, que es un lenguaje diferente, si se quiere obtener un resultado que produzca una sensación semejante al original. Porque una tigresa, tal como la vimos nosotros, es bellísima, pero no es cursi, no es ñoña ni rebuscada. Su inconmensurable belleza no se contradice con el hecho de que sea un depredador, un animal imponente, peligroso, ágil, astuto y a la vez noble, como todos los animales. Su misma belleza significa "peligro". Sus zarpas, gruesas y pesadas, aunque hermosas, esconden armas mortíferas, del mismo modo que su boca, armoniosa en todos sus aspectos exhibe unos dientes carniceros enormes. Un mal dibujo convierte todo eso en caricatura.
No sé si me explico: hay estupendos dibujos y pinturas sobre tigres, pero precisamente porque no intentan ser tigres, sino dibujos y pinturas. Esta es una de las razones por las que quien cree que el arte ha sido totalmente mimético en alguna ocasión o no lo ha pensado bien o es un patán completo, o al menos es un patán en arte. La mímesis, la imitación de la realidad, es un recurso creativo, incluso puede ser un objetivo, pero siempre existe abstracción, recreación. El artista no copia la realidad, la interpreta, y tanto más inventa cuanto más fiel pretende ser, porque debe utilizar por fuerza los "trucos" de la profesión, de los materiales que utiliza. Del mismo modo que una traducción fiel de un idioma a otro nunca puede ser la traducción literal, un retrato fiel es siempre una recreación. Creo que el gran problema de muchos supuestos expertos en arte radica en el desconocimiento de esta característica fundamental del arte.
La frase de Durero "Todo arte viene de la naturaleza, el que puede arrancarlo de ella, solamente éste, lo posee" sólo puede llegar a comprenderse completamente, creo yo, en esta tesitura de intentar pintar un tigre, o una puesta de sol.
Pero, ¿por qué pensé en todo esto?
Pues porque ahora estoy intentando recrear un par de dinosaurios: un allosaurio y un deinonichus (una especie de velocirraptor gigante), ambos carnívoros, y creo que esos animales, extintos, que jamás veremos, seguro que han tenido un aspecto formidable, pero además, tan bello como nuestros actuales tigres. Aunque hoy existen recreaciones magníficas y bastante precisas de casi todos los dinosaurios más conocidos, creo que nunca sabremos cuál era exactamente el matiz que convertía a estos animales en no sólo unos animales temibles y enormes, sino bellos. Seguramente tan bellos que un artista se sentiría empequeñecido, como Carmen y yo ante la tigresa, o como Durero cuando pensó por primera vez su frase.
Quien tuviera que reconstruir un tigre a partir de sus restos fósiles, podría establecer con bastante exactitud la forma del cuerpo, sus hábitos, y hasta la longitud de su pelaje. Pero su extraordinaria belleza, la increíble coloración de su pelo, su mirada, su elasticidad y elegancia, en fin, lo que hace del tigre una de las criaturas más bellas de la Naturaleza, eso no podría deducirlo nadie.
Y estoy seguro, pensando en que hasta la cabeza de una hormiga es una estructura hermosa, armoniosa, que los extintos dinosaurios debieron haber sido, además de evolutivamente exitosos, algunas de las criaturas más bellas del mundo natural. Seguramente, si pudiéramos verlos en vivo, el plumaje de un velocirraptor, por ejemplo, tendría poco que envidiar al de un águila o un ave del paraíso, y las formas de algunos dinosaurios seguro que derrochaban colorido y extrañas inutilidades ornamentales, como grandes plumas retorcidas, cuernos inesperados, pliegues de piel, sacos de grasa...
Quizá por eso me está resultando tan complicado volver a dibujar dinosaurios, aunque me encanta.
8 comentarios:
Muy interesante el texto.
Yo creo que además, necesario, porque muchos detractores de la figuración le achacan precisamente el afán por fotocopiar la realidad, y eso puede ser el objetivo de la mala figuración, no de la figuración.
La buena figuración, la buena pintura, busca la belleza en las cosas que interpreta, no COPIA esa belleza, porque eso es imposible.
Imagino que, como pintor, te habrás visto en la situación de estar ante un paisaje bello: el mar bravo, una puesta de sol, una luz que avive los colores...y en esto hay alguien que salta: "qué bonito...tu que eres pintor¿no te dan ganas de pintarlo?"...o que alguien te hable de un piso 11 sin ascensor que se alquila y te dice "bueno, a tí seguro que te interesa, porque si pintas, tienes ahí unas vistas...".
Mucha gente cae en ese error, aún, de considerar al pintor como un reproducto de postales, y esto todavía hay quien lo cree desde la figuración y también desde la oposición a ella.
Supongo que esto es también una consecuencia del ninguneo de la pintura en los circuitos de arte oficial, y por lo tanto su desprofesionalización y la forzosa convivencia con una cocepción de la pintura como una pura labor de manualidad (como hacer catedrales con palillos), contra la que yo no tengo nada, pero a la que no considero, personalmente, arte.
Como creo que tú, me parece que el arte está precisamente en ese proceso de re-creación de la belleza, y no en la simple imitación de la misma, que convierte a la figuración en un intento fallido de base...porque la naturaleza siempre será mejor que nosotros, está claro
Exacto. Es que en definitiva, como dije en el blog de Avelina -por cierto, me gustó mucho tu intervención- el arte es algo serio, muy diferente de las idioteces.
Claro, en la representación figurativa hay muy poca parte de copia, y mucha parte de interpretación, de un uso de un lenguaje, de una serie de soluciones visuales que no son copiar, son pura invención. Esto no se cumple con el hiperrealismo más ortodoxo, en el cual si es mas un trabajo de "construir una catedral con palillos"
El tema de la belleza de los animales es una cuestión de percepción, creo yo. La simetría, que se encuentra en todos los animales y en todas las cosas vivas, nos atrae. Esto es teoría de la percepción pura y dura. Traducido a la pintura esta obsesión inconsciente por buscar simetrías, traducido a pintura resulta en la composición. Con ella se "ordena" un espacio y se hace que una superficie no sea un trozo de suelo, si no algo que llama la atención, que funciona como imagen. Por ejemplo un Pollock es igual que mirar al suelo, no hay ordenación del espacio, por lo tanto no es efectivo en términos de imagen. De estas cosas hemos hablado hace poco en clase.
Interesante, Juanma.
No obstante yo creo que va más allá de la pura simetría. Como sabes, el Universo va perdiendo entropía. La vida es una manera sofisticada de ordenarse los átomos en estructuras cada vez más complejas, más ordenadas. Incluso una masa aparentemente informe, como un liquen, esconde una compleja ordenación que ha llevado millones de años organizar. Por habernos criado como especie en un entorno natural, cuya forma responde a una lógica ordenadora natural, merced a complejos procesos a nivel geológico, climático y biológico, creo que somos precisamente sensibles a ese orden, y nuestro concepto de belleza, de armonía, responde a ese orden natural.
Por eso, una roca caliza (blanquecina) invadida de decenas de especies diferentes de flores en un entorno natural virgen nos parece BELLO. Su desorden es sólo aparente: la distribución de colores responde a procesos biológicos muy sofisticados y características del terreno, exposición al sol, vientos, agua, etc.
En cambio, un basurero, con la misma proporción de colores: mayoría de envoltorios y papeles blancos con toques de color iguales a los de las flores en la misma proporción resulta espantosamente FEO. Porque no hay un orden lógico que distribuya las masas de color.
Esta teoría del basurero creo que esconde, en esencia, el concepto de belleza pictórica o artística. Una creación humana (arte) resulta armónica si sus proporciones de color, formas, etc, tienen cierto orden complejo, semejante al natural en gran medida. Por eso el arte no es fácil, porque hay que lograr captar esa "divina proporción" y sólo puede lograrse con práctica e inteligencia: oficio y talento. El arte no es cualquier idiotez, ni un trabajo manual sencillo.
Mariano: ¡cuánta razón tienes! Este párrafo, desde "Mucha gente cae en ese error, aún, de considerar al pintor como un reproducto de postales" hasta el final es buenísimo, tiene mucha miga.
¡Saludos!
... Para mi pintar es reinterpretar, lo mismo que describes con el tema de los tigres me ha pasado a mi con gatos, que son muy dificiles de dibujar a las de caer, al final opté por captar simplemente la esencia del gato, una mirada, una pose, y desde esa raíz partir...
P.D: No soy pintor profesional, simple amateur, y de los malos, pero no cejo en el empeño, jejeje
En uno de esos libritos de bolsillo sobre gatos, venía una frase muy bonita que venía a decir "Dios creó a los gatos...... para ofrecer al hombre el placer de acariciar a un tigre..." (de Víctor Hugo).
Nosotros tenemos también gatos. Mi favorito es Rasquete, un gatazo macho enorme, de pelo semi-largo, que tiene un rabo que parece de ardilla, por lo grueso. Sus manchas y colores son casi idénticos a los del gato montés. En este momento tiene pelo de invierno, más largo y dorado. Es muy bonito, y también, a veces, intento dibujarlo. Pero pocas veces he logrado que se parezca.
Lo cierto es que la Naturaleza es la campeona logrando formas bellas. Pero yo creo que precisamente en ese empeño de lograr lo sublime, que sabemos en realidad imposible, en ese esfuerzo por superarnos es donde se esconde el arte. Ánimo con tus dibujos, todos hemos empezado así, y siempre vale la pena.
Me gustó mucho este texto. Saludos.
Publicar un comentario