Daniel Pérez es pintor y crítico, uno de los miembros del Hartismo de Argentina. Tiene un estupendo blog de arte, "Arte y Textos", que da gusto leer. Ayer nos envió este magnífico texto, para el segundo número de "HARTE contemporáneo", la revista del Hartismo que se editará dentro de poco.
Diez años dominados por la burbuja conceptual
Daniel Pérez / www.arteytextos.blogspot.com
Al repasar la evolución del mundo artístico desde el momento de la fundación de esta revista, ocurrida hace diez años, el fenómeno más característico que aparece frente a mi vista es la expansión de una impetuosa burbuja cultural, manifestada en el veloz crecimiento de una frondosa muchedumbre de curadores, administradores, promotores, gestores, facilitadores, teorizadores y especialistas que aspiran a mantener el mundo del arte bajo un rígido control institucional. Cohesionada por la certidumbre de que el archifamoso mingitorio de Duchamp marcó el comienzo de un cambio definitivo en la naturaleza del arte y desencadenó un imparable salto hacia el futuro, la nueva clase curatorial apoya sus prédicas en el mito del mingitorio y en el dogma de la infalibilidad del crítico norteamericano Arthur Danto, autor de la célebre y dudosa teoría de los objetos indiferenciables. El gran desafío filosófico del momento, dice Danto, consiste en determinar por qué, de dos objetos exactamente iguales e indiferenciables entre sí, uno es arte y el otro no. Danto compara la caja de Brillo que Warhol trasladó del estante del supermercado a la galería de arte con cualquiera de las muchas cajas iguales que prosiguieron su destino en las estanterías del supermercado. Son iguales pero diferentes, dice Danto, porque la caja elegida por Warhol se transformó en una obra de arte, en tanto que la otra caja siguió siendo un simple producto de limpieza. Pensar que un objeto cualquiera pueda convertirse en una obra de arte sólo porque a un artista se le da la gana suena bastante poco sensato, pero Danto está convencido de que es así, aunque no intenta demostrarlo. Se limita a afirmarlo, y le otorga a su convicción personal el carácter de una demostración objetiva o de una verdad universal. “Muchos dijeron entonces que lo que Warhol había hecho no era realmente arte, pero yo estaba convencido de que era arte”, escribe. Y agrega: “La verdadera pregunta filosófica… es cómo evitar su simple disolución en la realidad”. Esto último es muy pertinente, porque resulta inevitable presumir que si la caja de Brillo vuelve al estante del supermercado nadie podrá reconocerla como una obra de arte. Pero Danto no se da por vencido ante ese pequeño escollo y sigue afirmando que la caja de Brillo es arte, aunque no propone ninguna razón para probar su hipótesis. La caja de Warhol es arte, nos dice, “porque yo estaba convencido de que era arte”. La otra no, y punto. Se trata de la misma lógica que transformó al mingitorio de Duchamp en una obra de arte: es arte porque lo eligió Duchamp, y Duchamp es un artista porque convirtió un simple mingitorio en una obra de arte. Lo mismo puede decirse de Damien Hirst: el tiburón es arte porque Hirst lo dijo, y Hirst es un artista porque transformó al tiburón en arte, y porque el magnate Abramovich pagó por él diez millones de libras. Este razonamiento circular es aparentemente fácil de entender, pero a mí me resulta tan inalcanzable como la más remota de las galaxias. ¿Por qué debo creer que una caja es arte y la otra no? ¿Y por qué debo creer que el bendito mingitorio y el tiburón son obras de arte? ¿Sólo porque el beneficiario de una burbuja inmobiliaria, financiera o petrolera pagó diez millones de libras? ¿Acaso Warhol y Duchamp tenían la varita mágica que convierte en arte todo lo que toca? Por más que me rompa la cabeza, el asunto me resulta tan indescifrable como los pensamientos de un erizo de mar. A veces tiendo a creer que la clave del arte conceptual gira en torno de tres posibilidades; a) es una gran tomadura de pelo; b) es un complot armado por Duchamp, Warhol y Damien Hirst para proveer a los medios de comunicación de las noticias estrafalarias y absurdas que complementan los asuntos políticos y policiales; c) es, tal vez, una nueva religión. Esta última hipótesis me parece bastante plausible, porque las religiones son una cuestión de fe, y los creyentes no suelen poner el tema de los milagros bajo la lupa de la racionalidad. Ante la carencia de argumentos racionales, se debe tener fe en algún conocimiento secreto que Danto no puede revelar al resto de los mortales, y que le permite asegurar que la caja de Brillo es una obra de arte. En otras palabras, se debe tener fe en que Warhol tiene el poder de convertir en arte todo lo que toca, y que Duchamp también lo tenía. Y para continuar se debe tener fe en que los llamados nuevos medios (performances, ensayos digitales, fotografías, street art, videos y el sinfín de ocurrencias que se irán agregando bajo los generosos y falaces rótulos de exploración, investigación o reflexión) también son arte. De esta manera entramos de lleno en la dimensión religiosa, que nos obliga a aceptar la ilusión del arte a pesar de que las cosas que se presentan bajo ese rótulo y las afirmaciones en las que se apoyan adolecen de una absoluta falta de sentido. Mi problema es que la apelación a la fe me hace sentir tan estúpido como un comprador de talismanes para adelgazar o de jarabes para rejuvenecer. Me explico: como cualquier ciudadano común y corriente disfruto de las buenas novelas, los relatos cinematográficos bien construidos, los ensayos inteligentes y reveladores y las pinturas hechas en las grandes épocas del arte con un virtuosismo que parece sobrehumano. Tengo la total seguridad de que a un espíritu despierto le basta con ver una sola vez una obra de Leonardo, Rembrandt o Caravaggio para recibir una impresión que lo acompañará durante el resto de su vida, y estoy igualmente convencido de que la casi totalidad del arte contemporáneo se fuga de nuestra memoria al minuto siguiente de verlo. El arte de aquellos maestros (las llamadas disciplinas canónicas, que los profetas del arte oficial consideran definitivamente superadas) tenía un deber de inteligibilidad y comunicación racional basado en límites, reglas y objetivos bien establecidos, que definían su identidad tal como pasa en las ciencias duras, los deportes competitivos, el cine y la literatura. Esos límites y reglas fijan el marco racional que nos permite entender el acontecimiento, evaluar su calidad y establecer cuáles son los actores más dotados; si borramos esas reglas y límites ingresamos a la dimensión del absurdo y el sinsentido, donde nada tiene significado y todo se torna igualmente olvidable. Para ser conmovido y experimentar una emoción estética necesito, como cualquier ciudadano corriente, entender lo que se ofrece a mi entendimiento, y para entenderlo necesito que la obra exprese por sí misma su contenido y me trasmita su peculiar visión del mundo merced a la eficacia de sus medios. Lo paradójico e irónico del caso es que luego del vaciamiento de sentido provocado por el afán de abolir los límites del arte y por la consiguiente afirmación de que cualquier cosa puede ser una obra de arte, los responsables de ese vaciamiento se adjudicaron la función de fabricar interpretaciones, lecturas y teorías destinadas a llenar el vacío que ellos mismos habían generado. Otra paradoja es la proliferación de nuevas carreras universitarias que ofrecen la formación de curadores, administradores, promotores, gestores, facilitadores, operadores, teorizadores y críticos multimediáticos, mientras en el otro extremo de la ecuación el rol de los artistas se devalúa cada vez más y tiende a confinarse en la mera ilustración de las propuestas curatoriales. Un viraje tan dramático en la orientación del mundo artístico merece, creo, una seria indagación sobre sus causas y consecuencias. Al exacerbar la ilusión del arte concebido como un poder mágico, capaz de transformar en obra de arte a cualquier objeto, disciplina o atributo de la realidad, resulta inevitable que el valor artístico sufra un severo desplazamiento, y que los artistas y sus obras tiendan a hundirse en la irrelevancia. Una vez que ha logrado apropiarse nada menos que de la construcción de sentidos, la nueva burocracia de curadores y teorizadores convierte a los artistas y sus obras en pretextos intercambiables: tanto da uno como otro, porque lo verdaderamente importante es el guión curatorial. Hoy proponen una “reflexión” sobre los efectos de la deforestación intensiva o la situación de la mujer, y mañana llamarán a “investigar” o “explorar” los procesos de legitimación artística, el calentamiento global o el comportamiento del mercado de arte. Es evidente que toda la miga del asunto está en la convocatoria. Sometidos a esa dinámica, muchos jóvenes artistas emergen con grandes expectativas sólo para ser velozmente sumergidos, y los réditos de la operación pasan a engrosar la cuenta corriente del curador. La última paradoja, nada menor, por cierto, es el hecho de que esas estrategias se llevan a cabo invocando la libertad de pensamiento, como si no existiera el inviolable corsé ideológico que establece la sujeción al dogma duchampiano, cuya recusación coloca a los heréticos fuera del marco institucional. Recuerdo una anécdota que ilustra muy bien ese punto: hace unos años me sorprendió saber que el consejo superior de la facultad de ciencias sociales de la UBA había propuesto POR UNANIMIDAD el nombramiento de Fidel Castro como doctor honoris causa. Poco después, al encontrarme con un amigo sociólogo le expresé mi extrañeza:
–¿Cómo puede ser que en el consejo superior de tu facultad todos piensen igual?
–Estás equivocado; hay muchas posiciones diferentes.
–Pero propusieron nombrar doctor honoris causa a Fidel Castro, ¡POR UNANIMIDAD!
–Ah, eso sí; hay muchas divergencias, pero con Fidel estamos todos.
La explicación le cabe perfectamente a la burbuja tribal e irracionalista del arte contemporáneo, que fagocita instituciones, bienales y museos en todo el mundo: hay muchas posiciones pero con Marcel estamos todos. La clave de la cuestión reside en la lógica interna de las instituciones adversas al pluralismo, que se organizan en torno de un conjunto de ideas centrales elevadas a la categoría de dogma y ungidas con la lógica de la bola de nieve. La ideología dominante baja de la cúpula con una fuerza gravitatoria que crece a toda velocidad y arrastra cuanto se le pone por delante, con el resultado de que la libertad de pensamiento sólo tiene vigencia efectiva entre quienes comparten la ideología oficial. A los disidentes, prolijamente ninguneados y sometidos al procedimiento silencio, les aguarda el desamparo de la intemperie, donde paradójicamente encuentran la verdadera libertad de pensamiento, porque para pensar libremente es imprescindible estar solo y estar afuera. Es en ese marco libre de coerciones donde se hace posible la verdadera libertad de pensamiento, un factor esencial para el desarrollo de la genuina obra artística, que es un hecho estrictamente individual. Cuando siento la tentación de revivir la emoción del reencuentro con esa clase de obras, que no corren ningún riesgo de disiparse en la realidad porque han sido ejecutadas dentro de la decantada racionalidad y los sabios límites de las disciplinas canónicas, me olvido de la burbujas y vuelvo al Museo de Bellas Artes, al Sívori, a la colección Fortabat y a los numerosos talleres y galerías de Buenos Aires que siguen guardando y construyendo la belleza, la sugestión y la racionalidad de la buena pintura, y no se avergüenzan de ella.
Diez años dominados por la burbuja conceptual
Daniel Pérez / www.arteytextos.blogspot.com
Al repasar la evolución del mundo artístico desde el momento de la fundación de esta revista, ocurrida hace diez años, el fenómeno más característico que aparece frente a mi vista es la expansión de una impetuosa burbuja cultural, manifestada en el veloz crecimiento de una frondosa muchedumbre de curadores, administradores, promotores, gestores, facilitadores, teorizadores y especialistas que aspiran a mantener el mundo del arte bajo un rígido control institucional. Cohesionada por la certidumbre de que el archifamoso mingitorio de Duchamp marcó el comienzo de un cambio definitivo en la naturaleza del arte y desencadenó un imparable salto hacia el futuro, la nueva clase curatorial apoya sus prédicas en el mito del mingitorio y en el dogma de la infalibilidad del crítico norteamericano Arthur Danto, autor de la célebre y dudosa teoría de los objetos indiferenciables. El gran desafío filosófico del momento, dice Danto, consiste en determinar por qué, de dos objetos exactamente iguales e indiferenciables entre sí, uno es arte y el otro no. Danto compara la caja de Brillo que Warhol trasladó del estante del supermercado a la galería de arte con cualquiera de las muchas cajas iguales que prosiguieron su destino en las estanterías del supermercado. Son iguales pero diferentes, dice Danto, porque la caja elegida por Warhol se transformó en una obra de arte, en tanto que la otra caja siguió siendo un simple producto de limpieza. Pensar que un objeto cualquiera pueda convertirse en una obra de arte sólo porque a un artista se le da la gana suena bastante poco sensato, pero Danto está convencido de que es así, aunque no intenta demostrarlo. Se limita a afirmarlo, y le otorga a su convicción personal el carácter de una demostración objetiva o de una verdad universal. “Muchos dijeron entonces que lo que Warhol había hecho no era realmente arte, pero yo estaba convencido de que era arte”, escribe. Y agrega: “La verdadera pregunta filosófica… es cómo evitar su simple disolución en la realidad”. Esto último es muy pertinente, porque resulta inevitable presumir que si la caja de Brillo vuelve al estante del supermercado nadie podrá reconocerla como una obra de arte. Pero Danto no se da por vencido ante ese pequeño escollo y sigue afirmando que la caja de Brillo es arte, aunque no propone ninguna razón para probar su hipótesis. La caja de Warhol es arte, nos dice, “porque yo estaba convencido de que era arte”. La otra no, y punto. Se trata de la misma lógica que transformó al mingitorio de Duchamp en una obra de arte: es arte porque lo eligió Duchamp, y Duchamp es un artista porque convirtió un simple mingitorio en una obra de arte. Lo mismo puede decirse de Damien Hirst: el tiburón es arte porque Hirst lo dijo, y Hirst es un artista porque transformó al tiburón en arte, y porque el magnate Abramovich pagó por él diez millones de libras. Este razonamiento circular es aparentemente fácil de entender, pero a mí me resulta tan inalcanzable como la más remota de las galaxias. ¿Por qué debo creer que una caja es arte y la otra no? ¿Y por qué debo creer que el bendito mingitorio y el tiburón son obras de arte? ¿Sólo porque el beneficiario de una burbuja inmobiliaria, financiera o petrolera pagó diez millones de libras? ¿Acaso Warhol y Duchamp tenían la varita mágica que convierte en arte todo lo que toca? Por más que me rompa la cabeza, el asunto me resulta tan indescifrable como los pensamientos de un erizo de mar. A veces tiendo a creer que la clave del arte conceptual gira en torno de tres posibilidades; a) es una gran tomadura de pelo; b) es un complot armado por Duchamp, Warhol y Damien Hirst para proveer a los medios de comunicación de las noticias estrafalarias y absurdas que complementan los asuntos políticos y policiales; c) es, tal vez, una nueva religión. Esta última hipótesis me parece bastante plausible, porque las religiones son una cuestión de fe, y los creyentes no suelen poner el tema de los milagros bajo la lupa de la racionalidad. Ante la carencia de argumentos racionales, se debe tener fe en algún conocimiento secreto que Danto no puede revelar al resto de los mortales, y que le permite asegurar que la caja de Brillo es una obra de arte. En otras palabras, se debe tener fe en que Warhol tiene el poder de convertir en arte todo lo que toca, y que Duchamp también lo tenía. Y para continuar se debe tener fe en que los llamados nuevos medios (performances, ensayos digitales, fotografías, street art, videos y el sinfín de ocurrencias que se irán agregando bajo los generosos y falaces rótulos de exploración, investigación o reflexión) también son arte. De esta manera entramos de lleno en la dimensión religiosa, que nos obliga a aceptar la ilusión del arte a pesar de que las cosas que se presentan bajo ese rótulo y las afirmaciones en las que se apoyan adolecen de una absoluta falta de sentido. Mi problema es que la apelación a la fe me hace sentir tan estúpido como un comprador de talismanes para adelgazar o de jarabes para rejuvenecer. Me explico: como cualquier ciudadano común y corriente disfruto de las buenas novelas, los relatos cinematográficos bien construidos, los ensayos inteligentes y reveladores y las pinturas hechas en las grandes épocas del arte con un virtuosismo que parece sobrehumano. Tengo la total seguridad de que a un espíritu despierto le basta con ver una sola vez una obra de Leonardo, Rembrandt o Caravaggio para recibir una impresión que lo acompañará durante el resto de su vida, y estoy igualmente convencido de que la casi totalidad del arte contemporáneo se fuga de nuestra memoria al minuto siguiente de verlo. El arte de aquellos maestros (las llamadas disciplinas canónicas, que los profetas del arte oficial consideran definitivamente superadas) tenía un deber de inteligibilidad y comunicación racional basado en límites, reglas y objetivos bien establecidos, que definían su identidad tal como pasa en las ciencias duras, los deportes competitivos, el cine y la literatura. Esos límites y reglas fijan el marco racional que nos permite entender el acontecimiento, evaluar su calidad y establecer cuáles son los actores más dotados; si borramos esas reglas y límites ingresamos a la dimensión del absurdo y el sinsentido, donde nada tiene significado y todo se torna igualmente olvidable. Para ser conmovido y experimentar una emoción estética necesito, como cualquier ciudadano corriente, entender lo que se ofrece a mi entendimiento, y para entenderlo necesito que la obra exprese por sí misma su contenido y me trasmita su peculiar visión del mundo merced a la eficacia de sus medios. Lo paradójico e irónico del caso es que luego del vaciamiento de sentido provocado por el afán de abolir los límites del arte y por la consiguiente afirmación de que cualquier cosa puede ser una obra de arte, los responsables de ese vaciamiento se adjudicaron la función de fabricar interpretaciones, lecturas y teorías destinadas a llenar el vacío que ellos mismos habían generado. Otra paradoja es la proliferación de nuevas carreras universitarias que ofrecen la formación de curadores, administradores, promotores, gestores, facilitadores, operadores, teorizadores y críticos multimediáticos, mientras en el otro extremo de la ecuación el rol de los artistas se devalúa cada vez más y tiende a confinarse en la mera ilustración de las propuestas curatoriales. Un viraje tan dramático en la orientación del mundo artístico merece, creo, una seria indagación sobre sus causas y consecuencias. Al exacerbar la ilusión del arte concebido como un poder mágico, capaz de transformar en obra de arte a cualquier objeto, disciplina o atributo de la realidad, resulta inevitable que el valor artístico sufra un severo desplazamiento, y que los artistas y sus obras tiendan a hundirse en la irrelevancia. Una vez que ha logrado apropiarse nada menos que de la construcción de sentidos, la nueva burocracia de curadores y teorizadores convierte a los artistas y sus obras en pretextos intercambiables: tanto da uno como otro, porque lo verdaderamente importante es el guión curatorial. Hoy proponen una “reflexión” sobre los efectos de la deforestación intensiva o la situación de la mujer, y mañana llamarán a “investigar” o “explorar” los procesos de legitimación artística, el calentamiento global o el comportamiento del mercado de arte. Es evidente que toda la miga del asunto está en la convocatoria. Sometidos a esa dinámica, muchos jóvenes artistas emergen con grandes expectativas sólo para ser velozmente sumergidos, y los réditos de la operación pasan a engrosar la cuenta corriente del curador. La última paradoja, nada menor, por cierto, es el hecho de que esas estrategias se llevan a cabo invocando la libertad de pensamiento, como si no existiera el inviolable corsé ideológico que establece la sujeción al dogma duchampiano, cuya recusación coloca a los heréticos fuera del marco institucional. Recuerdo una anécdota que ilustra muy bien ese punto: hace unos años me sorprendió saber que el consejo superior de la facultad de ciencias sociales de la UBA había propuesto POR UNANIMIDAD el nombramiento de Fidel Castro como doctor honoris causa. Poco después, al encontrarme con un amigo sociólogo le expresé mi extrañeza:
–¿Cómo puede ser que en el consejo superior de tu facultad todos piensen igual?
–Estás equivocado; hay muchas posiciones diferentes.
–Pero propusieron nombrar doctor honoris causa a Fidel Castro, ¡POR UNANIMIDAD!
–Ah, eso sí; hay muchas divergencias, pero con Fidel estamos todos.
La explicación le cabe perfectamente a la burbuja tribal e irracionalista del arte contemporáneo, que fagocita instituciones, bienales y museos en todo el mundo: hay muchas posiciones pero con Marcel estamos todos. La clave de la cuestión reside en la lógica interna de las instituciones adversas al pluralismo, que se organizan en torno de un conjunto de ideas centrales elevadas a la categoría de dogma y ungidas con la lógica de la bola de nieve. La ideología dominante baja de la cúpula con una fuerza gravitatoria que crece a toda velocidad y arrastra cuanto se le pone por delante, con el resultado de que la libertad de pensamiento sólo tiene vigencia efectiva entre quienes comparten la ideología oficial. A los disidentes, prolijamente ninguneados y sometidos al procedimiento silencio, les aguarda el desamparo de la intemperie, donde paradójicamente encuentran la verdadera libertad de pensamiento, porque para pensar libremente es imprescindible estar solo y estar afuera. Es en ese marco libre de coerciones donde se hace posible la verdadera libertad de pensamiento, un factor esencial para el desarrollo de la genuina obra artística, que es un hecho estrictamente individual. Cuando siento la tentación de revivir la emoción del reencuentro con esa clase de obras, que no corren ningún riesgo de disiparse en la realidad porque han sido ejecutadas dentro de la decantada racionalidad y los sabios límites de las disciplinas canónicas, me olvido de la burbujas y vuelvo al Museo de Bellas Artes, al Sívori, a la colección Fortabat y a los numerosos talleres y galerías de Buenos Aires que siguen guardando y construyendo la belleza, la sugestión y la racionalidad de la buena pintura, y no se avergüenzan de ella.
61 comentarios:
Oye Anxo esto esta excelente.
Discrepo, me parece un texto bastante flojo. El mismo autor tiene artículos mucho mejores en su blog. Es, sí, representativo de cierto conservadurismo, pero ya digo: flojo. Como mínimo poco serio; cuando se cita a alguien entre comillas (como se hace aquí con Danto), se supone que se hace referencia a palabras literales. ¿Dónde está la referencia? ¿Es de la La transfiguración del lugar común? ¿Dónde está el número de página para que podamos comprobar si Danto justificó realmente la artisticidad de las cajas de Brillo con un “porque yo estaba convencido de que era arte”?
Estoy de acuerdo, con el análisis y con la conclusión. Un amigo mío, viendo el empollonismo, academicismo y amaneramiento conceptual que imperaba en los cursos altos de su facultad de BBAA, se hacía esta reflexión : "Si hay algún artista de verdad en esta ciudad seguro que no está aquí, ...ni creo que de este sistema borreguil vaya a surgir ninguno".
Es obvio que a los estudiantes para artistas no les da ni tiempo para aprender un oficio, porque ya desde la Escuela o la Facultad se ven inmersos -por sus profesores- en eso que Daniel Pérez describe acertadamente:
"(...)la nueva burocracia de curadores y teorizadores convierte a los artistas y sus obras en pretextos intercambiables: tanto da uno como otro, porque lo verdaderamente importante es el guión curatorial. Hoy proponen una “reflexión” sobre los efectos de la deforestación intensiva o la situación de la mujer, y mañana llamarán a “investigar” o “explorar” los procesos de legitimación artística, el calentamiento global, (...)"
Efectivamente los profesores de BBAA han imitado esa función de los curadores (o los curadores de los profesores, como en todo círculo vicioso es difícil saber qué fue antes :) ...pero el caso es que al final entre todos han convertido la práctica artística en un asunto de personas aplicadas que hacen los deberes tras estudiarse la lección...
al parecer sin darse cuenta de lo catequético y escolar que resulta para el público ver una tras otra todas esas tareas, durante decenios :D
Gran fichaje para el nº2 de la revista
:)
Un texto excelente, muy claro y bien argumentado. La revista 1 del Hartismo me pareció magnífica, pero la número 2 pinta estupendamente.
¡Mis felicitaciones!
Rubén, tu crítica a este texto -que tiene la rara virtud de ser claro como el agua- sí es floja. Tú mismo no predicas con el ejemplo, y en tu blog sobre arte mencionas textos y autores entrecomillados sin citar capítulos ni páginas. Nunca he creído que eso fuese un fallo tan grave, pero si tú lo crees al menos sé más "serio" tú en tus escritos.
Pues sí, Luis: citar sin dar la referencia es un fallo bastante grave. No es grave si estás hablando en la barra de un bar, o tecleas una respuesta improvisada en un blog. Pero si escribes un artículo (que encima va a ser publicado en papel) sí es grave. Si, además, entrecomillas citas que no son literales (punto que, insisto, el autor de este texto tendría que aclarar) la cosa no es grave, sino gravísima. Y si ocasionalmente citas de memoria debes decirlo, para que todo el mundo sepa que puedes estar sesgando involuntariamente el pensamiento de otro autor. Yo lo aprendí hace mucho, y por eso siempre sigo estas normas básicas. Que me imputes precisamente todo lo contrario es, sencillamente, mentir. Todo el mundo lo puede comprobar en Artellando.
¿mentir? Pues ya dirás de dónde sale el texto del tal Marcelo Expósito, que por cierto me parece pésimo.
Luis, si el texto de Marcelo Expósito te parece pésimo será porque lo leíste, ¿verdad? ¿Y cómo llegaste hasta él? ¿No será por la referencia que coloqué al final, donde pone claramente "Aquí el texto completo de Marcelo Expósito"? Es un texto on line que lógicamente no tiene páginas. ¿O es que en realidad te parece pésimo sin haberlo leído? Pasas de un berenjenal a otro con una facilidad... Anda, piénsatelo dos veces antes de largar infundios, o por lo menos léete los textos que criticas, ¿ok?
Perdón, sólo había leído lo que citas, no me había fijado en el enlace. A mí me gusta también mencionar las fuentes, y suelo valorarlo.
De todos modos lo veo un texto bastante típico. Y pesado. Más de lo de siempre, andarse por las ramas y justificarse citando autores y más autores en lugar de argumentar con rigor.
El texto de Daniel Pérez me parece bien argumentado. Seguramente no tendrá inconveniente en citar sus fuentes con exactitud, pero aún así me parece excelente, creo que sintetiza perfectamente el meollo de la cuestión: nunca se ha hecho una argumentación medianamente decente de por qué una caja de Brillo de Warhol es arte y otra no.
Creo que citar autores como refuerzo de un argumento está muy bien, pero en tu blog no veo que argumentes nada, tan sólo opinas y luego transcribes citas con la misma opinión. Argumentar no es exactamente eso.
Luis, gracias por tus opiniones, que comparto en gran medida. Pero no me gusta que este blog sirva como plataforma de lanzamiento del crítico este. Ya tiene sus foros privados (blogs de los que nos viene a hacer publicidad cada vez que tiene ocasión) para hacerse eco de sí mismo, y puede decir tranquilamente sus chorradas como pianos de cola allí.
Entiéndelo, Rubén, me apabulla tu inmensa sapiencia, por eso los del "pseudomovimiento" te tenemos tantísimo miedo y solemos evitarte.
Completamente de acuerdo con Anxo: Luis, esas cosas se las podías decir a Rubén en su blog...
Es que ya aburre un poco tener que ver continuamente SU cara y SUS comentarios hablando siempre de SU blog y de SUS citas como un fruto impecable más de SU sabiduría -aunque no venga a cuento-
Hoy por ejemplo el tema no era nada de eso. A los que ya no entramos en "Artellando" se nos hace un poco pesado ver esto convertido en el mismo rollo egocéntrico por la misma persona.
Anxo, deja a los niños que hablen con quien quieran, ¿no? Con lo de "pseudomivimiento" no quería ofender a nadie, si lo he hecho pido disculpas. Me pareció que era la palabra que mejor os definía como grupo (vosotros mismos decís que un movimiento no sois, y si te consuela te diré que para mí también los YBA son un pseudomivimiento, o Dogma 95: en realidad Movimientos como que ya no hay, ¿no crees?).
Y no olvides una cosa: ya te dije una vez que para mí estas discusiones son sólo literatura; mejor o peor, pero mera literatura. No te me avinagres.
Vale, disculpas -o lo que en realidad sean- aceptadas, aunque sigue sin gustarme este desvío de la atención tan fuera de tema.
Pero que recuerde nunca dijimos que no seamos un movimiento. No somos un ESTILO, pero sí un MOVIMIENTO, aunque lo cierto es que aún nos moveremos más.
Perdona, Anxova, no pretendía salirme del tema.
Volviendo al asunto original: ¿Cuándo sacáis la revista número 2?
Gran artículo...la revista nº 2 del artismo, Luis, saldrá aproximadamente en un mes...la 1 salió a primeros de enero, y aunque no tiene una periodicidad estricta, ya que depende de colaboraciones ajenas, este numero 2 ya va avanzando y promete, con textos de Avelina Lesper, de este mismo Daniel Perez, y otros nuevos colaboradores que están aportando cosas muy interesantes.
Animo, ya de paso, a quien quiera mandar nuevas colaboraciones, a que lo haga cuando quiera...eso incluye no sólo textos, también dibujos, humor, yo que se, lo que a cada uno se le ocurra...
Ya anunciaremos el nº2 con tiempo en nuestros blogs, y en los medios que se quieran hacer eco de ello...
"Se trata de la misma lógica que transformó al mingitorio de Duchamp en una obra de arte: es arte porque lo eligió Duchamp, y Duchamp es un artista porque convirtió un simple mingitorio en una obra de arte"
Yo tengo entendido que comparar a Duchamp con Warhol excluye demasiado el contexto histórico de uno y otro, y sus intenciones. A Duchamp el tiro le salió por la culata, digamos, mientras que Warhol jugaba el juego.
El mingitorio de Duchamp no es arte porque Duchamp quiso, o porque él lo haya enunciado así, sino porque la institución no pudo hacer otra cosa con él. Creo que las intenciones de Duchamp eran más críticas que epistemológicas.
En cambio las cajas Brillo fueron enunciadas de otro modo, algo como: "este objeto es arte porque yo digo que lo sea, y lo pondré acá en el museo, y mañara haré lo mismo con una lata de sopa o cualquier otra cosa que exalte la cultura popular, porque soy Andy Warhol, soy el Midas del arte, y además, porque el gobierno lo fomentará porque estamos en la guerra fría y es conveniente a los fines del capitalismo".
Me parece muy bueno el texto. Comparar el mundo artístico con una religión no es poca cosa. Creo que tiene que ver más con la importancia de las instituciones que con la acusación de la irracionalidad de sus seguidores, ya que con esa simple acusación, se los podría comparar también con hinchas de fútbol.
Creo, Dibujador, que lo que tú acabas de explicar se ajusta mucho más a la historia que lo que nos cuenta el texto de Pérez. Yo al menos así la entiendo.
Ese es el problema, si Pardiñas cree que las discusiones de un blog son literatura, ¿qué más podemos esperar?
Material para hacer literatura si, pero esta deformación de las categorías es inaceptable. Es un dejo típico de la petulancia de un espíritu encadenado a su época.
El arte representa la construcción icónica por excelencia. Analizar el arte que emana de una cultura nos manifiesta, de forma sutil, la quintaesencia de esa cultura. Por eso, respecto al arte contemporáneo hay que decir que ya no es arte, sino –en su inmensa mayoría- una tomadura de pelo. El mundo económico domina el arte y se ha empapado de los tics burgueses que tanto pretendía criticar. La extravagancia, el afán de escándalo, lo mórbido, se han apoderado del arte. Un análisis atento de las tendencias artísticas nos alertan de un espíritu autodestructivo en el arte que se está extendiendo a toda la cultura occidental.
¿todo lo que hace un artista es arte? Pues que yo sepa no, el artista hace arte, pero también tiene que cocinar, ir a comprar, charlar con sus amigos, coger el autobús o conducir su Ferrari, dar de comer al gato, visitar un bar, ir al WC, reír, cantar, echarse un pedo...
De todo lo que hace un artista en su vida, sólo una pequeña parte de su tiempo lo ocupa en hacer arte. Como decía un pintor famoso: "cuando como una manzana la miro como cualquier otra persona, cuando la pinto la miro como un artista".
Francamente no soy creyente, y menos en la religión del arte conceptual.
El arte contemporáneo no sólo no provoca, sino que no tiene impacto sobre la gente. Quieren imponernos un arte que culpa a la gente de no entender nada. Es como si pretendiesen que amásemos a nuestro banco. Ambas cosas son imposibles. El banquero es un usurero y el arte de vanguardia es aburridísimo.
El sesenta por ciento del arte producido hoy es un arte de la fecalidad, una apuesta por la estética estercolera. Podemos mostrar cuerpos en agonía o sangre por todos los lados y no sorprender a nadie. Lo que me molesta es que este arte encuentre la bendición de los poderes públicos, que creen ganar una etiqueta de modernidad por mostrar en un lugar público una máquina de hacer mierda o fotos horrendas de cuerpos mutilados.
Nos situamos en la regresión absoluta del pensamiento. La involución a un estado primitivo de la psique del individuo: el estadio oral o anal. Normalmente, un individuo debería llegar a un estado genital, el del interés por el prójimo, si hacemos caso a Freud. El psicoanálisis, de hecho, es la última moral creada. Pero en el arte se vive el regreso a formas arcaicas de violencia, de rechazo del otro y de barbarie que caracterizan los primeros meses de la existencia humana.
Siento continuar en el tono del lamento, pero la gente ya no se cultiva. Los alumnos llegan al instituto sin saber leer. Vivimos una catástrofe intelectual sin precedentes. El arte ha olvidado su pasado, más por ignorancia que por amnesia.
De acuerdo con cada letra que has escrito, anónimo...
Obligarnos a creer subestima la inteligencia, esto significa que el arte conceptual es para personas que no piensan, la duda que es el inicio de las ideas está suprimida en la fe y en el anti arte conceptual. Fe ciega, claro porque no hay que ver, se necesita ser ciego o sea no tener la luz de la inteligencia para aceptar sin protestar algo que no se sostiene por sí mismo. Por esta forma de pensar y de actuar existen dictaduras y crímenes religiosos.
Estoy de acuerdo con Anónimo en la repuesta 22. Sugiero, eso sí, que salga del anonimato, no estría mal que se diera a conocer.
El arte contemporáneo, en varias de sus formas, es un retorno a la infancia; algunas formas de pensamiento también lo son.
El problema de esto es que no somos niños, sino adultos; no somos "salvajes", sino "civilizados". Qué sentido tiene jugar a ser un impúber o un bárbaro? Ni siquiera esto puede ser considerado como contracultural, porque está más que aceptado; es más, ya fue absorbido por el sistema y es utilizado por él.
No quiero darle más espacio del que merece, pero lo de Rubén me parece pura chicana. Y usar la palabra "conservadurismo" (comentario 2) me parece una estupidez. Es la misma palabra que usan algunos músicos serialistas, dodecafónicos, postserialistas, minimalistas, microtonalistas o electroacústicos para descalificar a los que usan el sistema tonal, como si ya no sirviese para componer y como si no existiesen excelentes obras contemporáneas que lo utilizan. Perdón por la analogía, pero me dedico a la música.
Saludos.
Me parece una reflexión interesantísima, y que viene muy a cuento.
Me parece que la referencia a la música es también muy pertinente. ¿No había sido precisamente Schonberg el que había dicho algo así como que todavía quedaba muy buena música que componer en do mayor? Como siempre, los hay más papistas que el papa.
A mí, si te digo la verdad, mucha música dodecafónica me suena inevitablemente a película de miedo, aunque me gustan mucho algunas piezas seriales: de Alban Berg, Webern, del mismo Stravinsky... creo que hay una parte seria en el serialismo (valga la redundancia), aunque depende mucho del talento musical del compositor. En el fondo creo que serialismo y dodecafonismo son sólo un par de procedimientos más, como el contrapunto o la fuga. Pero claro, también hay algo de cachondeo en música, como lo de Cage, sobre lo que guardaré un silencio de exactamente 4:33 minutos.
Aquí dos interpretaciones a cada cual mejor de la "genial" obra de Cage (me cage en tó):
http://www.filmica.com/david_bravo/archivos/004696.html
Uh! Si sigo escribiendo no voy a parar más...es que hay mucho para decir.
Es verdad lo de Schoenberg, pese a que él ideó el sistema dodecafónico (una forma de organización de la música atonal, que él consideraba una especie de caos) fue él quien dijo que podía aún componerse en el sistema tonal. De hecho, uno de sus discípulos, Alban Berg, combina ambos sistemas en el Concierto para violín (muy buena obra)
Sucede que, como suele pasar con toda novedad, a veces las cosas se agotan, se gastan y algunos insisten sobre ellas, además de seguirlas como un dogma religioso. Muchos compositores que abrazaron el serialismo, finalmente lo abandonaron. Las últimas obras de Lutoslawski (hacia 1980-90) me parecen excelentes, así como la Música Fúnebre de 1958 (la recomiendo), pero en unas y otras utiliza lenguajes muy diferentes.
Penderecki dice que lo que hacen algunos compositores contemporáneos ya no es vanguardia, porque repiten lo que él y otros tantos hicieron hace 50 años. Ahora lo acusan de conservador.
Otro blanco de los vanguardistas fue Shostakovich que, a mi juicio, fue un gran compositor y encima tuvo que padecer los embates del stalinismo.
Stravinsky fue, prácticamente, el iniciador de la música contemporánea. "La consagraión de la primavera" es extraordinaria y a propósito de ella, él dijo: "Me convertí en un revolucionario a pesar de mí mismo"
Lo de Cage...bueno, supongo que es una broma. No me interesa él como compositor, al menos por lo que he escuchado. Ciertamente, me parece que se le ha dado más relevancia de la que debería dársele, especialmente a ese adefesio llamado 4:33.
Lo que suele sucederme con algunos compositores es que sus obras no me dan ganas de escucharlas, simplemente, porque parece más bien música incidental.
El caso de Stravinsky y "La consagración..." es casi un caso opuesto: nació como música de ballet y ahora se la ejecuta más como música pura, pese a que se han hecho varias coreografías sobre ella. Me parece que la obra se impuso por sí misma, sin libritos explicativos.
Totalmente de acuerdo. Buscaré algunas de las piezas que mencionas, quiero conocerlas.
Mi hermano, que está también en el Hartismo, es músico también, especializado en música antigua. Toca la viola de gamba y es cantante (bajo).
Saludos
Cómo que música antigua? Es que acaso le da la espalda al arte contemporáneo? Qué horror!
Hablando en serio, supongo que se dedicará al barroco y/o al renacimiento. Soy especialmente admirador de la obra de Bach, además de Vivaldi, Haendel, Dowland y Monteverdi, entre otros tantos.
En cuanto a las obras que cité, hay en CD una gran versión de la "Música Fúnebre" de Lutoslawski dirigida por él mismo. De sus obras tardías, la "Partita Para Violín y Orquesta", escrita para Anne Sophie Mutter me fascina.
De la obra de Berg, el "Concierto para violín y orquesta", tengo la versión dirigida por Kubelik, que me parece buena, pero no he podido compararla con otras.
De "La consagración de la primavera" de Stravinsky, amo la versión dirigida por Boulez.
Reparo la omisión que tanto le moñlestó al señor Pardiñas. Los textos citados corresponden al libro "Después del fin del arte", de Arthur Danto, Editorial Paidós, pags. 56-57. Aquí va la cita completa: "Como la aparición de aquellas cajas fue en la era de los manifiestos (que éstas hicieron mucho por destronar)muchos dijeron entonces -en tanto remanentes de aquella edad- que lo que Warhol había hecho no era realmente arte. Pero yo estaba convencido de que eran arte, y para mí la pregunta excitante, la pregunta realmente profunda era donde está la diferencia entre ellas y las cajas Brillo de los depósitos de los supermercados, dado que ninguna de las diferencias entre ellas pueden explicar la diferencia entre realidad y arte".
Cordiales saludos a todos los comentaristas, y perdón por la omisión.
Bueno, como muchos que andan en esto de la música antigua, mi hermano está pluriempleado. Participa en grupos de música medieval, renacentista y barroca. Evidentemente en la música medieval no toca viola de gamba, sino instrumentos de cuerda de la época.
Yo soy "fan" de Stravinsky, y tengo varias versiones de la Consagración de la Primavera, incluida la que mencionas, pero buscaré las piezas y versiones que dices de Lutoslawski, porque tengo poca cosa de él. También buscaré el concierto de Berg. Últimamente casi toda la música "clásica" que escucho es del Spotify, porque por el eMule no es tan fácil conseguir buenas versiones. Estos días precisamente estuve escuchando algo de Graun y Biber, Mahler, Ligeti, Stravinsky... todo con el Spotify, claro. Jode un poco cuando meten anuncios, pero sigue siendo una maravilla.
Estaba pensando... ¿no os parece que la música antigua es un fenómeno precisamente bastante moderno?
Lo cierto es que aunque hay de todo en todas partes, al menos por lo que he conocido de cerca, en estos grupos de cámara que tañen vihuelas, organistrums o violas de gamba se investiga y se vive la música con una vitalidad e ilusión que da gusto. Creo que la aparición de estos "frikis" de las partituras viejas ha traído un cierto aire fresco al mundo de la música cuyos ecos se han dejado sentir incluso en los grupos de cámara dedicados a música clásica, romántica o contemporánea.
No sé cómo lo ves, Luis, en mi caso está claro que me influye la trayectoria de mi hermano, quizá no sean ecos de lo ocurrido con los grupos de música antigua, sino que ese espíritu digamos "emprendedor" ha sido común a las formaciones de cámara -e incluso orquestas- nacidas en las últimas décadas. Pero digamos que hay una atención al detalle, seriedad y rigor a la hora de investigar de primera mano sobre las partituras en lugar de aceptar una herencia de intérpretes anteriores, que creo que está siendo muy positiva.
Seguramente los esfuerzos de los músicos en ese sentido no son la causa, sino un síntoma de una mentalidad diferente, menos acomodada, o hay algún tipo de retroalimentación.
Creo que la música está viviendo un buen momento, quizá por el desplome parcial del reinado de las Discográficas Todopoderosas, y quizá en la música de cámara es donde más se nota. A mí lo cierto es que los músicos me dais algo de envidia, no ya por eso de poder quedar para tocar y que no sólo no haya suspicacias, sino que os lo pasáis pipa juntos, sino porque en general creo que -excepciones aparte- la música está más "sana" que las artes plásticas. No tenéis tanta invasión de mierdas enlatadas.
Aunque bueno, depende cómo se mire: quizá vuestros Beuys y Duchamp sean los Bisbales y compañía, y ahí sí que tenéis invasión...
Bueno, ni me contestes si quieres, creo que "se me ha ido la olla" como suele decirse, he empezado con un comentario de nada y enseguida una cosa me ha llevado a otra, y otra...
No, no, no, no, no, Daniel Pérez: NO. Esperaba como agua de mayo tu rectificación y me has decepcionado. Has escrito cosas que merecen la pena en tu blog (en general todos los posts de Arte y creencias), y quise creer que este Diez años... sólo había sido algo apresurado y hasta cierto punto poco reflexionado. Pero lo grave no es estar más o menos brillante en uno u otro texto. Lo grave (por lo que me decepcionas de verdad) es tu persistencia en defender el error anterior, insito, gravísimo.
En tu artículo dices:
"Pero Danto no se da por vencido ante ese pequeño escollo y sigue afirmando que la caja de Brillo es arte, aunque no propone ninguna razón para probar su hipótesis. La caja de Warhol es arte, nos dice, “porque yo estaba convencido de que era arte”. La otra no, y punto."
¿Dónde está ese entrecomillado? ¿¿¿Dónde dice Danto que las cajas de Brillo son arte "porque yo estaba convencido de que era arte"??? ¿¿¿¿¿¿Dónde demuestra tal arrogancia??????
Ahora nos vienes con que en las páginas 56 y 57 (sólo la 57 según mi edición, y por eso insisto en que HAY QUE CITAR BIEN, JODER!) Danto dice:
"Como la aparición de aquellas cajas fue en la era de los manifiestos (que éstas hicieron mucho por destronar)muchos dijeron entonces -en tanto remanentes de aquella edad- que lo que Warhol había hecho no era realmente arte. Pero yo estaba convencido de que eran arte, y para mí la pregunta excitante, la pregunta realmente profunda era donde está la diferencia entre ellas y las cajas Brillo de los depósitos de los supermercados, dado que ninguna de las diferencias entre ellas pueden explicar la diferencia entre realidad y arte."
Creo que todo el mundo se dará cuenta, al cotejar el texto de Danto y el tuyo, de que:
1) No has respetado las palabras textuales de Danto.
2) Has tergiversado el sentido de lo que Danto explica, que es, simplemente, que él estaba en desacuerdo con quienes pensaban en 1964 que las Brillo boxes sólo eran simples cajas de Brillo.
3) (admito que este punto es opinable, y sólo para freaks de Después del fin del arte: has omitido la parte más interesante del argumento de Danto, cuando (a continuación, en la misma página) incorpora la pregunta por la artisticidad de unas simples cajas de detergente -dependiendo de si están o no dentro de una galería de arte- a la tradición histórica de una de las preguntas filosóficas fundamentales:
He argumentado que todas las preguntas filosóficas tienen esta forma: dos cosas aparentemente indiscernibles pueden pertenecer, al menos momentáneamente, a diferentes categorías filosóficas." (pág. 57)
Y a continuación habla del "sueño Vs. la realidad" en Descartes, o "lo moral Vs. lo legal" en Kant.
Este último punto 3) no te lo imputo como grave (se puede estar de acuerdo o no con que esta parte del razonamiento sea la más aguda).
El punto 2) ya te coloca en mal lugar, pues nos habla de cómo acomodas lo que Danto escribe a lo que sólo tú quieres decir (estrategia que sería muy lícita si explicitases que quien habla a través de Danto eres tú mismo).
El punto 1) es ya inadmisible. Carlos Pérez: tienes que respetar siempre las palabras textuales de una cita. Es lo mínimo.
Creo que en esto del ser contemporáneo de alguna manera la música lo lleva con más dificultad y menos exposición porque la música “la tienes que oír”, es decir pagas tu boleto, entras a un sala de conciertos, te sientas y escuchas durante una o dos horas sonidos que no sabes cuando inician o terminan, y en cambio el arte conceptual lo ves en cinco minutos y te largas, así que la música por vanidoso que sea el autor y esté convencido de su genial aportación al silencio tiene que poner algo que por lo menos retenga la atención unos minutos o la gente no va a la sala, no compra discos y no lo programan en la radio. Los conceptuales viven de las subvenciones del estado y sus galerías le apuestan a que un museo oficial les compre la obra. Ahora la música contemporáneo cuenta con un gran competidor, desleal y formidable: las instalaciones sonoras, que no requieren que le autor sepa ni una nota de música, que basta ser una especie de DJ mal entrenado y con esos ruidos forman una obra que nos pone a reflexionar sobre la soledad del ser humano o la destrucción del futuro, etcétera. Estas instalaciones que además se pueden hacer a partir de piezas de músicos como la ultima novedad de una “artista sonora” que utiliza cantos gregorianos que ella imita con su voz sin entrenamiento y eso es la obra, que no canta que “siente” la música. EL asunto es que el requisito es no saber hacer las cosas para hacerlas.
Colucci: no me conoces de nada, nunca hemos hablado, ni siquiera dabatido on line, ¿por qué lo primero que dices sobre mí es tachar de estupidez el empleo que hice de un término -"conservadurismo"- que no es en modo alguno insultante? Me parece muy bien que tus enemigos serialistas tengan el término "conservador" como sinónimo de "hijo de puta retrógrado cromañón", pero no es mi caso.
Entiendo también que con esto sólo tratabas de tender un puente para llevar la conversación al ámbito musical (cosa que me encanta, harto como estoy ahora mismo de pintores, sean éstos abstractos, realistas o conceptuales). Por descontado que dices, sobre música, cosas muy interesantes. Pero por favor: no te degrades a ti y a tus modales diciendo de mis aportaciones que sólo son "estupideces", ¿ok?
Por otra parte: no creo que el hecho de exigirle rigurosidad metodológica a Daniel Pérez o a cualquiera (que es lo único que yo había comentado hasta ahora en este post) se pueda calificar de "pura chicana".
Para terminar, me permito sugerirte unas analogías que pueden dar que discutir, a ver si te parece que voy muy desencaminado:
Por una parte:
I. El Shoenberg de la Noche transfigurada y el Duchamp del Desnudo bajando una escalera.
II. El Shoenberg dodecafónico y el Duchamp de los ready-mades.
Y por la otra:
I. El Stravinski de La consagración de la Primavera y el Picasso de Las señoritas de Aviñón.
II. El Straviski figura de estilos cambiantes y el Picasso... también figura y también de estilos cambiantes.
Que conste que para mí ninguno de los cuatro es ningún timador.
Un saludo.
Parece mentira que el campeón de la tergiversación y de sacar los textos de su contexto se indigne por un entrecomillado, que quizá ni cita bien.
Por otra parte no me cuela la comparación entre Schonberg y Duchamp. Es un insulto al rigor y seriedad de Schonberg. Si por lo menos opusieras Schonberg con Kandinsky, o con Mondrian... aún podría ser. ¡Pero Duchamp! ¡El oportunista comparado con un señor serio, que hasta creó un método matemático de composición que hasta músicos "enemigos" como Stravinsky llegaron a abrazar!
Seamos serios.
A mí me resulta molesta esa equiparación de los DJs con los músicos "serios". Es llamativo ver que performances, instalaciones y sesiones de DJs se den cada vez más en los mismos lugares y a la vez, en una especie de totum revolutum traído por políticos de medio pelo (+asesores) y pagado por los impuestos de todos.
Quizá es un intento de atraer algo de juventud a esas cosas, a base de juntar desnudos (performances) y música máquina. Aunque el que va una vez sólo vuelve si es un "alternativo" de esos.
A mí lo que me resulta realmente asombroso es la ingente cantidad de palabras que usais todos para hablar sobre que la pintura esto o que la pintura aquello y cuan poca pintura veo.
Ya que hablais todos tanto de fe a lo mejor viene al caso una cita (no sé si exacta) del que dicen que es el libro mas vendido de la historia. Cito: "Por sus obras los conocereis"
En fin, supongo que así son las cosas. Imagino que al final la raza elegida y la que sobrevivirá al "Gran Apocalipsis del Arte" (permitaseme el sarcasmo) es la de los "hablantes" y no la de los "hacedores"
Gran Apocalipsis del Arte. Me hace gracia. Y pensar que dentro de 500 años todo este "encendido" debate no será siquiera un fugaz recuerdo en el devenir del universo. Ni el Arte ni la Pintura, ni la Vida entienden nada de todo esto. Como yo me digo a mi mismo a veces "lo que tenga que ser será"
Un saludo a todos.
¿Y?
Si quieres conocer pintura de los miembros del Hartismo, entre los que me cuento, visita nuestra web, pero evidentemente en un blog como este hablamos, como por otra parte también haces tú.
Es evidente que lo que tenga que ser, será, y que hablando no se pinta. Cuando estoy pintando no vengo a este blog a escribir, como es lógico.
Pero no obstante creo que es muy positivo encender de una vez el debate sobre el arte actual, que estaba secuestrado por los autodenominados "entendidos". El hartismo reivindica "EL ARTE ES DE TODOS" y esa frase no es sólo un eslógan bonito, significa devolver el arte a la sociedad, incluido su debate. La verdad, sea científica, filosófica o de cualquier tipo, no teme el debate, y el arte verdadero en consecuencia tampoco.
Evidentemente si alguno de los artistas integrados en el Hartismo pasa a la historia no va a ser por sus opiniones, o sus argumentaciones teóricas. Será por su obra. Pero en esto, amigo mío, creo que nadie puede profetizar: el futuro es un espejo que nos refleja a nosotros mismos y más allá del cual no podemos ver nada. ESto lo venía a decir cierto crítico cuyas conclusiones no comparto, pero cuyos análisis me parecen interesantes.
Luis O.C.: estoy de acuerdo en eso, Avelina Lésper y Dimo García ya han escrito también algo al respecto. Es el relativismo cultural: todo vale lo mismo. A mí también me resulta molesta esa equiparación de Bach con DJ-Perico-de-los-palotes o de Velázquez con Beuys. Y por si fuera ya poca confusión (totum revolutum) de categorías, en los grandes saraos discotequeros del arte contemporáneo y otras hierbas, son invitados con frecuencia modistos y cocineros.
Es decir: ¿se rompen las fronteras? No, las categorías siguen ahí, y bien que se siguen utilizando para prestigiar cualquier cosa. Pero nos hacen un revuelto (max-mix en lenguaje "musical") con moda, instalaciones, grafitti, espuma de calamar sobre arroz Basmati, música chunda-chunda y un tipo haciéndose una paja ante el público "para hacer reflexionar" sobre cualquier tema del muestrario "transgresor" pero eso sí, dentro de lo políticamente correcto.
Mientras tanto, algunos se hacen una burbuja para poder seguir explorando su talento con honestidad, y pintan, escriben, filman... ajenos al mundanal ruido y las subvenciones oficiales para la transgresión (¿?).
Yo, respondiendo de nuevo al anónimo, de vez en cuando desconecto de este y otros blogs y me pongo a dibujar, a pintar, a grabar... y daría cualquier cosa por poder tener la tranquilidad de dejar esto de la teoría y el debate más a menudo. Pero hay tanta estulticia/maldad por ahí que está luchando las 24 horas por acabar con el arte y cumplir así alguna de las estúpidas profecías que cantan la muerte del arte, que es necesario contrarrestar, alzar la voz para decir: tranquilos. Es todo un engaño.
Evidentemente es un problema esta doble misión, porque la lucha teórica y la lucha práctica se roban el tiempo y la fuerza mutuamente. Pero no queda más remedio que repartir el tiempo si se quiere estar en los dos frentes. Y por suerte, uno acaba encontrando la manera de pintar y escribir sobre arte si sabe organizarse.
Por otra parte estamos ya organizando la 1ª Exposición Hartista, de la que hablaremos en breve. Una será en Galicia y la otra en Barcelona.
Que buena noticia ojala pudiera mandar algo.
Esas tentativas que aluden a la necesidad del silencio del pintor pretendiendo nuestro recato no van a funcionar.
Seguiremos en estos cafés ahora virtuales donde cada vez entran más curiosos a discutir sobre cómo es esto del nuevo levantamiento de las formas.
Luis (Colucci): Gracias por la referencia de Lutoslawski. Aquí te dejo un enlace de Spotify: spotify:album:3bbwB9XwSDvTfarfhJvRl9
Me gustó también mucho "Jeux Vénetiens", en el mismo enlace. Ahora no tengo tiempo de escuchar mucho más, pero lo retomaré.
Anxo: cuando se cita los entrecomillados implican literalidad, dale las vueltas que auieras pero es así, siempre lo ha sido y no respetar esto es abandonarse al decrédito.
¿Kandinski-Shoenberg? Por supuesto, ese es el paralelismo clásico (hay un libro muy bueno en Alianza con la correspondencia que mantuvieron; especialmente emocionante es el momento en que se enfadan por -cómo no- el asunto de los judíos en Alemania). Yo con lo de Duchamp quería ir un poco más allá. Al fin y al cabo Duchamp y Kandinski tienen también sus puntos en común; los dos "agotaron", en algún sentido, el arte.
Rubén me hace una pregunta:
"Dónde está ese entrecomillado? ¿¿¿Dónde dice Danto que las cajas de Brillo son arte "porque yo estaba convencido de que era arte"??? ¿¿¿¿¿¿Dónde demuestra tal arrogancia??????"
Y cita otra vez este párrafo de Danto:
Como la aparición de aquellas cajas fue en la era de los manifiestos (que éstas hicieron mucho por destronar)muchos dijeron entonces -en tanto remanentes de aquella edad- que lo que Warhol había hecho no era realmente arte. Pero yo estaba convencido de que eran arte, y para mí la pregunta excitante, la pregunta realmente profunda era donde está la diferencia entre ellas y las cajas Brillo de los depósitos de los supermercados, dado que ninguna de las diferencias entre ellas pueden explicar la diferencia entre realidad y arte."
Pues bien Rubén, en ese párrafo, si lo lees con calma, verás que Danto dice que algunos creían que no, pero "yo estaba convencido de que eran arte".
Pues bien, antes que arrogante, esa afirmación me parece irracional, porque le atribuye a Warhol el poder mágico de transformar en arte a un objeto común por su sola decisión, como si lo hubiera tocado con una varita mágica.
Por otro lado, me resulta curioso tu afán de descalificar mis argumentos en lugar de explayar tu propio pensamiento para arribar a una conclusión alternativa. ¿No sería eso más productivo que tratar de brillar metiéndote en todas las intervenciones para buscar pelos en la sopa? ¿No te parece que pierdes tu tiempo inútilmente y se lo haces perder a los demás?
Pérez: ¿conoces la diferencia entre "pero" y "porque"? Sí, es sólo un pelo en la sopa, pero de los que son tan largos y negros que a uno le impulsan a pedir inmediatamente a quien ha servido el plato: "Cámbiemelo, por favor." Tú verás si lo haces o no.
Daniel: al César lo que es del César. No es lo mismo decir "PERO yo pensaba que era arte" que "PORQUE yo pensaba que era arte" (son afirmaciones incluso contradictorias en cierto modo). Esto no invalida el argumento general de tu texto (que por otra parte yo no comparto), pero en este particular tienes que reconocer tu error.
¡¡¡Dioooooooosssssss, qué horror!!! un "porque" en lugar de un "pero". Deberías imponerle una penitencia al pecador, ¡¡¡que no ha citado Su Palabra correctamente!!!
Eso está claro que no fue un despiste, sino una blasfemia, ¡y con toda la intención! Este Daniel Pérez consta en varios legajos que maneja el Santo Oficio de la Ortodoxia Neoconceptual, y seguro acabará ardiendo por sus pecados.
¡¡¡A la hoguera!!! ¡¡¡A la hoguera!!!
No, qué hoguera ni qué penitencia? Simplemente está mal, es un error y punto. Se reconoce y en paz.
Es una disputa infantil, como todas las que Rubén gusta de alargar. ¿A alguien más le importa, una vez hecha la aclaración, que el texto original tenga un pequeño error de transcripción (porque en lugar de pero, aunque el significado EN ESE CONTEXTO es muy similar)? Para mí, el sentido de la reflexión que Daniel hace no cambia en absoluto.
Esta insistencia en que el autor del texto reconozca su fallo me parece excesiva. Creo que debería escribirle privadamente al autor o al menos hacerlo en su blog y no aquí para exigirle la corrección de ese eroor. El debate, la charla que estamos manteniendo se está interrumpiendo COMO SIEMPRE porque el Sr. Pardiñas está con SU asunto, el que sea.
Creo que ya ha quedado expresado el punto de vista del sr. Pardiñas respecto a la inexcusable necesidad de que Daniel Pérez haga acto de contrición. Este no creo que sea el lugar para insistir con tan pejiguera insistencia. Animo al Sr. Pardiñas a abrir en sus relucientes nuevos blogs algún post en el que pueda lucirse y explicar a gusto a sus seguidores la necesidad de que Daniel Pérez deba pedirle disculpas personalmente por errar una palabra en una cita.
Aunque no deja de resultarme curioso su enfado, porque él es un maestro de la tergiversación, la cita inexacta (Por ejemplo: según él hemos escrito que el Hartismo no es un movimiento) y todo tipo de manejos para que al final los textos digan exactamente lo que él (R. P.) desea expresar, por más que esa intención nunca haya estado en los autores citados.
Francamente, prefiero la enorme capacidad de síntesis y el pensamiento holístico de pintores como Dimo García o Daniel Pérez que su meticulosa puntillosidad en el detalle pero total inexactitud en el sentido general de los textos y hasta de los autores.
Y conste que con esto no quiero decir que sobre la cita exacta, con referencia a las páginas, ediciones, año, ciudad, etc. Me parece una norma básica, como él dice. Pero no comparto esa excesiva importancia dada a un solo error de transcripción, anulando el sentido del texto y desviando toda la atención del hilo hacia tan nimia polémica. Hay que fijarse, creo yo, en la intención general, en los argumentos, en el sentido del texto: SÍNTESIS. Y luego analizaremos, si es menester.
El ser tan quisquilloso parece más un intento de desviar la atención hacia sí, y fuera del contenido del texto que un intento sincero de ayudar o aportar algo a la conversación.
Creo que Rubén ya ha formulado su petición a Daniel, y sobra cualquier otro comentario sobre lo mismo.
Kandinsky-Schoenberg me parece una equiparación más acertada. Kandinsky pasa de lo figurativo a lo abstracto, así com Schoenberg va de una especie de romanticismo tardío al sistema atonal, que sistematizó a partir del dodecafonismo. Ambos tratan de organizar los nuevos sistemas, a veces de un modo férreo. Kandinsky preconizó el arte abstracto y prácticmente el fin de lo figurativo y Schoenberg apostaba a que en el futuro la gente silbara por la calle melodías dodecafónicas. En tal sentido, me parece, erraron, aunque Schoenberg volvería a revindicar más tarde la música tonal.
El caso Stravinsky-Picasso me parece una equiparación acertada.
Duchamp? Mh, no conozco mucho de su obra. Lo del mingitorio me resulta más bien una broma al estilo de Cage con 4:33, pero insisto, ambas cosas han tenido más resonancia de la que merecían y han dado lugar a toda clase de interpretaciones y teorías traídas de los pelos.
El problema es qué pasó después. En definitiva: murió el sistema tonal? No. Murió el arte figurativo? No. Qué suena más viejo ahora, la música aleatoria, la concreta, la electroacústica o la tonal?
Considero que la obra "Sinfonía para un hombre solo" de Schaeffer (que es música concreta) está muy bien lograda y fue novedosa (además de difícil de realizar) en 1950. Pero prácticamente se agotó en sí misma. Da para hacer eso mismo ahora? Significa lo mismo? Presenta las mismas dificultades en la época de la informática que en la grabación a cinta?
Creo que no.
Por otro lado, lamento haber usado el término "estupidez", pero no sé quién es más conservador, si un pintor dogmáticamente abstracto o uno que elige ser figurativo. Un compositor dogmáticamente serialistaa o un compositor tonal o modal que simplemente elige serlo?
Insisto que hay que ver qué se quiere decir con eso de conservador. Si es por eso, quién fue más conservador? Stravinsky, que fue muy libre para hacer música y jamás dogmatizó a nadie (ni siquiera dio clases, ni escribió libros de teoría) o Schoenberg que tuvo discípulos, escribió libros de teoría y desarrolló un sistema artificial para decir cómo se debía componer, ya que consideraba al atonalismo libre como un caos?
Quién era más conservador? Kandinsky que bajaba línea hablando de la espiritualidad artística, dándole un sentido místico al arte, o Picasso, que hacía lo que le venía en gana y no se molestaba en definir qué era el arte?
Perdón, me quedó algo en el tintero. Rubén: no tengo "enemigos."
Sí, es cierto que a algunos dogmáticos les gusta colgarle el cartelito de "conservadores" a los que componen en forma tonal o modal, del mismo modo que algunos tarados supondrán que Jorge Luis Borges, que fue uno de los más grandes e influyentes escritores del siglo XX, era un conservador porque no empezaba los cuentos por el final, porque usaba signos de puntuación y mayúsculas, o porque no practicaba la escritura automática y no idolatraba al "Ulises" de Joyce.
Es cierto, puse "pero" en lugar de "porque".
Cometí un error, me equivoqué.
Pero el error sería relevante si Danto hubiera dejado de creer que las cajas de Warhol son arte.
Sin embargo, como es sabido, Danto creyó, cree y sigue creyendo que sí lo son.
Por lo tanto, poner "porque yo" o "pero yo", no cambia absolutamente en nada el fondo de la cuestión.
Danto cree que Warhol transformó las cajas en arte, lo cual es respetable, porque todos tenemos derecho a creer en las cosas que nos resultan reconfortantes y satisfacen nuestro impulso gregario, pero pretender que nuestra creencia constituye una demostración es un grave error.
Lo que hace falta es contruir una argumentación racional que lo demuestre de manera convincente, pero como no es posible demostrar racionalmente que la caja o el mingitorio son obras de arte,los militantes del conceptualismo se ven obligados a recurrir al autoritarismo (el que no cree es porque no entiende) y a la fe (hay que creer porque lo dice Danto, o Dickie, o Serota, o Ivo Mesquita, que son personas importantes.
Esa es la cuestión central: el dogma irracionalista que sostiene al arte conceptual, y su inevitable resultado, previsto por Danto: la disipación en la realidad.
Para las próximas objeciones y descalificaciones del señor Rubén, me remito a mi nota.
Anxo: me parece que Avelina acierta bastante con lo que dice de la música.
Hace 20 años los DJs eran tipos que pasaban música en los boliches y en las fiestas. Ahora ascendieron a la categoría de "músicos".
Lo de los Bisbales y Cía. es verdad, pero hay más.
La calidad de la música popular que se difunde, en general, es pésima en comparación con lo que sucedía hace unos años (en los que, claro está, había de todo, bueno y malo). Algunos ejemplos: Existen figuras tan relevantes en el jazz como fueron Miles Davis o John Coltrane en su momento? Dónde están? En qué lugares tocan? Por qué sellos graban?
Hay bandas de "rock" equiparables en riesgo y calidad a los Beatles que hicieron "Abbey Road" o King Crimson en sus primeros discos, que tengan una difusión importante?
En la Argentina no se ha repetido el caso de alguien como Astor Piazzolla que combinó un lenguaje porteño con la música orquestal y de cámara, y que tuvo una gran repercusión nacional e internacional.
Aquí la música contemporánea se ejecuta poco y en espacios más bien outsiders. A las grandes salas entran Stravinsky o Bartok, pero de compositores vivos...poco y nada.
Desde ya que existen premios y subvenciones (habrá que ver qué criterios se manejan a la hora de otorgarlos) pero el público está más bien ausente.
Lo de las videoinstalaciones y performances o como quieran llamarlas con DJs, o los reiterativos grupos de percusión que combinan "música-teatro-danza-circo-video-loquesea" también están a la orden del día, ocupan muchos espacios, porque están subvencionados o porque están sponzsorizados por empresas poderosas. Eso está muy manijeado y está vendido como arte nuevo, contracultural, freak, o como lo quieran llamar.
Eso sí, si formás una banda para hacer música instrumental "que no respete el santo metrónomo que los DJs vuelcan en sus bandejas" (Zappa dixit), a tus conciertos van cuatro personas y quedás excluído de la radio y la TV.
¿Conoces el Ensemble La Chimera? Mi hermano toca con ellos. Su repertorio incluye música renacentista y argentina a partes iguales, tocada con instrumentos "antiguos". Hay músicos españoles y argentinos. El resultado es realmente hermoso, aunque resulta extraño la primera vez que se oye, por la instrumentación poco habitual. Ellos se quejan más o menos de lo mismo que tú dices. Pero ocurre como en la pintura: el arte es invencible (parafraseando un post de Avelina Lésper) y se abre camino pese a todas las dificultades. Creo que vencerá a toda la chicharra insoportable. Precisamente hace un rato fui al super, estaba escuchando a Takemitsu en Spotify y al llegar allí me encontré inmerso sin haberlo querido en una orgía de Reggaetón (creo que la "gasolina"). Casi echaba de menos el Chiki-Chiki.
Me gustaría también mencionar el tema de las bromas en arte, que va a ser uno de los que tratemos en la tertulia Hartista de Ferrol este viernes. El silencio (4'33'') de Cage creo que entraría de lleno en las bromas, como la "Broma Musical" de Mozart, aunque no sé si el propio Cage se lo tomaba en serio o no, pero los feligreses adoran esa "obra". En broma decían por ahí, que podrían comercializar el politono 4'33'' para móviles, muy útil por ejemplo en las bibliotecas...
El humor siempre ha estado presente en el arte, y las boutades (estaba recordando ahora Zvedoliki de Stravinsky, por ejemplo) son algo que me resulta especialmente simpático. Pero el problema es precisamente que a veces algunos se las toman en serio y para mí pierden toda la gracia.
Bravo, Pérez, cedes por fin ante lo que todo el mundo había entendido desde el principio: la diferencia fundamental, como apuntó JenkinsMallory, entre la causal "porque yo lo digo" y la adversativa "pero yo digo...".
Repasa mis comentarios sobre tu texto y verás que, salvo apuntar que me parecía "representativo de cierto conservadurismo", esta diatriba sobre las buenas prácticas a la hora de citar es lo único que yo he dicho. ¿Quisquilloso? Puede ser. ¿Infantil? En modo alguno. Pero sobre todo, ¿dónde ves mis "descalificaciones"?
Sobre el contenido de tu texto lo único que te diré, ahora sí, es que esa exigencia de racionalidad en el discurso del arte es reduccionista y desactiva muchas otras visiones también enriquecedoras. ¿También exiges justificación racional sobre lo que es y no es poesía? ¿Crees que esos parámetros cientificistas son los más adecuados para hablar del arte, de la poesía, de los sentimientos, de las empociones, del subconsciente, etcétera? ¿Crees que todo es una cuestión de demostraciones? (esto sólo son objeciones, no descalificaciones).
También me alegra que Colucci se haya convencido lo excesivo de considerar "estupideces" lo que son simples discrepancias. Por descontado, cuando digo "cierto conservadurismo" quiero indicar que no se trata del mismo conservadurismo que el de Churchill, a su vez tan distinto del de George W. Bush o del de un cura de pueblo. Se trata de cierto tipo, diferente. Por lo demás, estoy de acuerdo en casi todo lo que dices.
A veces las discrepancias son verdaderas estupideces. Sólo me pareció tal vez excesivo el uso que hice del término estupidez en ese caso.
Por ejemplo: Bush es un estúpido y discrepo con él.
Churchill no me parece que fuera un estúpido y tengo serias discrepancias con él.
A veces las discrepancias son verdaderas estupideces. Sólo me pareció tal vez excesivo el uso que hice del término estupidez en ese caso.
Por ejemplo: Bush es un estúpido y discrepo con él.
Churchill no me parece que fuera un estúpido y tengo serias discrepancias con él.
No se porqué de antemano imaginé que Rubén se iba a agarrar del término “irracional” para buscar la fisura por la cual colarse de nuevo detrás del telón.
Pero hay que leer mejor a Daniel Pérez, lo que él crítica es según el comentario anterior “el dogma irracionalista que sostiene al arte conceptual”.
Es decir Daniel Pérez no está excluyendo lo irracional de la creación artística como pretende Rubén, sino utilizando el término para definir una cosa muy concreta.
Tambien creo en lo que dice Avelina sobre la mûsica.
¡Al fin un argumento!
Ya te aclaré en mi blog que tu edición del libro de Danto es otra, del 2002 y no de 1999, como se desprende del Nº de depósito legal de la tuya.
Eso corrige de hecho varias de tus afirmaciones y contesta tus sospechas de mala fe de mi parte.
En cuanto al "pero" y el "porque", resulta obvio que no es en absoluto relevante; lo relevante es el tema de la fe, la decisión de creer por pura voluntad de creer, algo admisible como actitud, y muy humano, pero que no aporta ningún elemento racional que permita compartirla.
Yo lamento contradecir tus convicciones, pero te sugiero tener en cuenta que el pluralismo y la libertad de pensamiento implican la coexistencia de miradas contradictorias.
En concreto, no entiendo por qué mi visión "reduccionista" desactiva muchas otras visiones. ¿Acaso tiene que haber una única visión? ¿No pueden coexistir visiones contrapuestas, y ser argumentadas para que cada lector saque sus propias conclusiones?
Celebro tus observaciones sobre la poesía porque con ellas empezaste a dejar el camino de las chicanas para ingresar en el terreno más elevado de la argumentación racional.
Espero que sigas así, porque ese es el talante adecuado para participar en un foro.
El estilo beligerante y provocador es indigno de alguien que se presume inteligente y cultivado.
De esa frase última disiento yo.
Hay estilos beligerantes y provocadores que son al mismo tiempo inteligentes y cultivados, igual que hay cineastas y escritores muy egocéntricos y al mismo tiempo muy divertidos, (lo que pasa que este no es el caso :)
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