Algunos artistas son gente especial. Se entregan con una pasión total a su trabajo, de un modo tal, que nada puede apartarlos de él. Se habla de
Miguel Ángel subido a los andamios de la
Capilla Sixtina, día y noche. O de
Mozart enfrascado en la composición de su
Requiem perdiendo la salud (momento recogido por el cine).
A mí en concreto no me hace falta irme a la literatura. Lo he vivido. Y no hablo de mí, sino de
Carmen Martín, la que es mi esposa, compañera, amiga, modelo y artista preferida.
En el quehacer de Carmen es habitual el exceso. ¿Se propone hacer una exposición de ilustraciones?, ¡pues serán 365, una por día! Se propone una exposición de su embarazo, y pinta, graba y dibuja hasta llenar las paredes de la sala. No es extraño que cuando ha querido pintar un mural en un colegio de Ferrol, este supere en metros y complejidad toda la pintura mural conocida en la ciudad (lo único comparable que encuentro en Ferrol es la conocida, hermosa
"Pecera" de mi abuelo artístico
Bello Piñeiro. ¡El mural del CEIP "Recimil" (antiguo "Ibáñez") es algo que los ferrolanos deberían ir a visitar al menos una vez en la vida! A las pruebas me remito:
http://www.carmenmartin.com/abm-f.html
Pero no es extraño que semejante despiporre creativo no sea entendido. En muchas ocasiones los grandes artistas han tenido que sufrir el desprecio o, aún peor, la indiferencia de sus compatriotas. Por desgracia, el gran mural que Carmen regaló a Ferrol recibió el peor de los pagos. A pesar de ser hecho con esta pasión creativa que Carmen pone en sus empresas, a pesar de ser regalada al colegio, hecha sin cobrar un céntimo, con una dedicación y cariño infinitos, a pesar de ofrecer actividades y hasta una reforma y actualizaciones constantes en el blog del colegio (que ha hecho este menda), el profesorado no sólo fue pasivo, sino en muchos casos hostil a la presencia de la artista en el centro. Incluso por parte de un grupito de profesoras de
infantil recibió constantes zancadillas, en forma de imaginativos impedimentos para mostrar el mural, para trabajar, para subirse al andamio, guardar sus pinturas... y una constante presión psicológica en su contra.
Carmen llegaba disgustada muchas de las mañanas y el impresionante mural que hoy podemos ver allí es fruto sobre todo de su empeño y su respeto hacia los niños. Seguramente, otro (yo mismo, por ejemplo) hubiera desistido. ¿Que no me aprecian? ¡Pues que se vayan a freír espárragos, que pinten ellos el mural!
Pero lo increíble del arte, lo más grande de los grandes artistas, esos que tienen una vocación que les lleva hasta a la enfermedad, es que en lugar de rendirse, declaran la guerra, y contra viento y marea, contra todo pronósitco y contra la más elemental lógica, consiguen su objetivo: hacer exactamente lo que querían hacer.
"Demons run when a good man goes to war" ("Cuando un hombre bueno va a la guerra los demonios huyen") decía un poema que da título a un capítulo del
Doctor Who. Pues esto ocurrió entonces; a pesar de las dificultades, Carmen plantó cara a todas las dificultades y desprecios. Consiguió sobreponerse y hacer huir a los
demonios. Las mediocres profesoras que quisieron hacerle la vida imposible mientras pintaba no lograron desanimarla, y ahí está el gran mural, que pese a que
"eu non o pedín", como dijo una de ellas, ahora tienen que verlo, en su inmensidad alegre y colorida, todos los días en su lugar de trabajo. Resumiendo: la generosidad ganó a la mediocridad.
En un post de este mismo blog, hace dos años, contaba yo esperanzado lo que sería la
inauguración del mural del Recimil. Ni que decir tiene que no se hizo nada de eso. El único pago que Carmen había pedido para el mural fue
publicidad. Y tampoco. No se molestaron en llamar a los medios, muy al contrario, el equipo de la
TVG que fue a rodar casualmente allí una entrevista a Carmen para
"Desde Galicia para el mundo" tuvo que ir casi a hurtadillas, y de hecho una de las cabecillas del movimiento anti-mural casi logra echarlos con cajas destempladas.
Eso sí. Se le regaló a Carmen una figurita de Sargadelos, con plaquita y todo. Pero para compensar, a los pocos días la llamaron oficialmente del colegio para echarle la bronca por "estar en los pasillos molestando". Todo un poema. Imagino que el director del colegio, promotor y amigo del mural desde el principio, se intentaría rebelar en parte contra esta marea de desagradecimiento, y seguramente podría haber acallado las voces si se empeñara mucho, enfrentándose a las fieras corrupias. Pero al final se impuso la ruindad, y Carmen dejó el colegio con el corazón encogido. Una pena.
Pero en fin, hay que mirar hacia adelante. En este año que estrenamos ciudad (Málaga) Carmen volvió a las andadas. Pintó otro gran mural para la biblioteca del colegio de nuestro hijo José, aquí en Málaga. Pero quizá la experiencia anterior o el diferente talante andaluz ha hecho que este mural sí recibiera al menos el cariño y el agradecimiento de toda la comunidad educativa. El 22 de junio, los profesores del colegio, padres y madres, niños y amigos se volcaron y pusieron su trabajo y talento para agradecerle oficial y oficiosamente a Carmen su esfuerzo y su generosidad al hacer un gran mural. Por cierto, más pequeño en extensión total que el de Ferrol, pero en el que le han dejado pintar más, pues está el interior y el exterior. Os pondremos fotos de esos actos en este y otros blogs "de la casa".
Por otra parte, es muy probable que, a medida que la obra de Carmen vaya siendo más conocida, la actitud de esta gente pase del desprecio al orgullo. Seguramente en un futuro no muy lejano estas "docentes" saldrán en el
Diario de Ferrol diciendo
"estábamos con ella cuando pintaba, sí, sí...", aunque claro, no dirán que estaban precisamente poniéndole
"cara de can" y maquinando cuál sería el mejor "castigo" a la insolencia de una madre que se atrevió a entrar en el colegio cuando ellas "trabajaban" para pintar un mural
que ellas no pidieron.
En fin. Para el próximo mural en un centro educativo, el instituto de nuestra hija Rosalía, parece que además cobrará. Pues se lo merece.