viernes, 14 de septiembre de 2007

En defensa de Bellas Artes

No sin cierto estupor leo en el Diario de Ferrol de hoy, en la columna de Carlos Barcón, vocero de la SAF (Sociedad Artística Ferrolana) el siguiente fragmento, que al parecer se refiere a este humilde servidor que cada mes os aturde con su prosa densa y pesada:

(...) siguen, como ayer mismo les decía en línea de exposiciones diferentes artistas plásticos, como es el caso del ex jugador del Racing Lis, estos días en la sala del Casino Ferrolano, y que aunque no es licenciado en Bellas Artes, donde como bien se sabe no se adquiere el talento, aunque algunos presuman de ello, y que fabrica, en el mejor de los casos, sólo enseñantes, y por otro lado, el arte se lleva en el corazón, no en una hoja o certificado/título de estudios?en nuestro caso ferrolano, habría que potenciar o volver a la carga de creación de la recordada Escuela de Artes y Oficios, donde se enseña por lo menos el oficio, algo muy importante para un pintor (...)
La referencia a mí, aunque no es evidente, es clara, como se explica en el resultado de esta polémica, que yo creía de buena fe zanjada.

Pero no vengo aquí a responder a esta provocación, sino simplemente para reflexionar sobre esta opinión, por desgracia muy extendida entre las gentes aficionadas al arte o entre las que tienen escasa formación cultural.

Evidentemente nadie con dos dedos de frente puede opinar que para ser artista haga falta estudiar una carrera. Ha habido grandes artistas que por supuesto no fueron licenciados en Bellas Artes. Yo mismo aprendí los secretos del dibujo de un gran artista, Ricardo Segura Torrella, que no se licenció en la universidad.

Pero también hace falta ser muy cortito para pensar que un artista sale de la nada, o de leer libros de pintura paso a paso, como los de mi querido Parramón.

Para aprender a pintar hacen falta dos cosas (como para aprender cualquier otro oficio):
  1. Estudiar mucho, y
  2. Trabajar duro
Que yo sepa no existe ningún artista totalmente autodidacta. Giotto no sólo dibujó cabras siendo pastor... muy joven entró en el equivalente a una facultad de Bellas Artes en su época y en su ciudad: el taller más prestigioso de Florencia: el del maestro Cimabue.

En siglos posteriores, mientras duró el modelo de enseñanza del Taller, tenemos a algunos -quizá no muy talentosos, claro- como Leonardo da Vinci, discípulo de Verrocchio, o Velázquez, que se aplicó bien como aprendiz con Pacheco...

No obstante ya en época tan temprana como en 1562, se funda la primera Academia de Dibujo en Florencia, que tuvo precedentes ilustres como el Jardín de los Medici, en el que estudió el mismísimo Miguel Ángel al dejar la Bottega de Ghirlandaio.

Las academias, muchas veces con apoyo de la Corona de cada país, surgen como modernización de un modelo gremial ya superado por los artistas. Su importancia en el desarrollo de la pintura, en el cambio de consideración del artista como intelectual y no sólo artesano, es crucial. Incluso cuando los artistas no se formaban en ellas, sino todavía según el modelo medieval maestro-discípulo, eran la referencia tanto por los métodos utilizados como por el prestigio que tenían. No es casualidad que para estudiar la historia del arte europeo se hable de escuelas (escuela veneciana, escuela francesa...) más propiamente que de períodos.

Las actuales Facultades de Bellas Artes son herederas de aquellas academias, y suponen simplemente la opción educativa existente hoy día para el artista que quiere ser profesional. Las escuelas de Artes y Oficios, como la que en Ferrol se añora, no son ya un lugar para formar futuros pintores ni dibujantes. Un simple vistazo a la página web de la Escola de Artes Pablo Picasso de A Coruña permite comprobar que las actuales escuelas de Artes y Oficios son en realidad escuelas de artes aplicadas según la terminología anterior a la Guerra Civil. En una escuela de Artes y Oficios se forman escultores industriales, especialistas en moldeado y resinas, o ilustradores, o fotógrafos, publicistas -aunque ya existe una titulación específica-, tallistas, diseñadores de joyas... pero si alguien sale pintor o escultor es por sus propias inquietudes, no porque se le prepare para ello directamente.

Criticar la enseñanza universitaria de las Bellas Artes o su procedencia es lícito, desde luego, pero hoy por hoy esta titulación es la única que capacita profesionalmente para la enseñanza artística reglada y los diferentes aspectos de la práctica del arte.

Creo que es enormemente torpe -e injusto- decir que Bellas Artes "fabrica, en el mejor de los casos, sólo enseñantes" (sic). El número de pintores de renombre que son licenciados en Bellas Artes es cada vez mayor. Baste recordar que el pintor español de mayor fama y cotización en la actualidad, Antonio López García, es licenciado y profesor de Bellas Artes. Las asignaturas de Bellas Artes, pese a lo que popularmente se cree, no están orientadas a la enseñanza, ni mucho menos. Existe una asignatura -no en todas las Facultades- llamada pedagogía de la plástica, pero un licenciado cursa entre otras disciplinas dibujo, pintura, sistemas de representación, escultura, historia del arte, anatomía, procedimientos pictóricos, psicología de las artes visuales, estética, grabado, ilustración, geometría descriptiva... por no hablar de las especialidades, que por ejemplo en Barcelona son:
Dibujo, Pintura, Escultura, Audiovisuales, Diseño Gráfico, Restauración... ni rastro de Especialidad de Enseñantes.

En general, creo que es difícil en estos tiempos encontrar buenos profesionales en cualquier ramo. No abundan los buenos fontaneros o médicos, ni pese a lo que algunos creen, los buenos pintores. La única manera de llegar al máximo nivel de excelencia es exigirse mucho a uno mismo. Como decía al principio:
  1. Estudiar mucho, y
  2. Trabajar duro
Y precisamente de eso se trata. Me fío más del que diciendo ser pintor ha destinado unos años de su juventud a cursar los estudios más elevados que existen en su campo (o sea, Bellas Artes), lidiando con horas de modelo, talleres, proyectos, profesores, compañeros, etcétera... y hoy día que vive exclusivamente de su dedicación al arte, sea enseñando, sea vendiendo cuadros, haciendo encargos... que tiene una obra copiosa y se le ve pintar en la calle, que de alguien cuyo único mérito artístico es haber sido alumno de un pintor conocido o que al jubilarse -y sólo entonces- dedica los fines de semana a copiar fotos con óleo...

Yo he tenido muchos alumnos de pintura, pero entre ellos pocos se han decidido a consagrar su vida al arte. Es curioso: aunque a algunos les parezca extraño, los únicos de mis alumnos que han expresado claramente desde el principio una vocación y están hoy desarrollándola, han sido exclusivamente los que tuvieron en su momento el empeño firme de irse de Ferrol para estudiar la licenciatura de Bellas Artes o estudios equivalentes en el extranjero.

En resumen: aquellos que se han tomado tan en serio su profesión que han decidido
  1. Estudiar mucho, y
  2. Trabajar duro

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema de la licenciatura de Bellas Artes es que imparte lo que llamo "conocimiento falso" es decir, en vez de aprender a crear las facultades te mandan leer libros basura pseudofilosoficos como esos de Julia Kristeva, Jaques Derrida, Kandinsky, sin conexion entre el arte y es todo una falsedad sin bases consistentes.

Anxo Varela dijo...

A mí me parece que en Bellas Artes hay algunas lecturas obligatorias prescindibles -como en todas las carreras- y otras muy útiles. Pero no creo que exista conocimiento falso. Saber que alguien dice cosas falsas -ovnis, por ejemplo- no es malo, ni deja de ser conocimiento. Lo malo es creérselo.