martes, 11 de septiembre de 2007

La mala educación (artística)

En las clases de dibujo y pintura que damos en Escola Aberta de Arte, encontramos todo tipo de gente, como es lógico. Tenemos alumnos que son simplemente aficionados, otros que quieren ver de qué va la cosa, y otros que se están preparando para estudiar una carrera y buscan en nosotros la mejor formación posible, lo cual nos enorgullece.

Aunque evidentemente el nivel de exigencia que aplicamos no es el mismo para un futuro licenciado en Bellas Artes que para los que vienen a pasar el rato, siempre intentamos dar una formación técnica y artística adecuada a cada tipo de alumno y a cada nivel. Creo que en eso consiste ser profesionales en la enseñanza.

Nunca le dimos demasiada importancia a lo que hacen quienes se dedican a enseñar pintura, que en Ferrol son casi todos los que tienen un pincel en casa. Nosotros ofrecemos un servicio y ellos otro, y cada uno es libre de elegir dónde aprende. Somos muchos y hay alumnos para todos.

Pero realmente, la experiencia acumulada en los ocho años de historia de Escola Aberta, hace que uno se replantee cosas.

En las bellas artes creo que es fundamental la educación. La buena educación. Es increíble la facilidad de los alumnos para creer todo lo que el profesor dice, y el poco sentido crítico que tienen.

Cuando un alumno de arte se está formando, una enseñanza incorrecta puede hacer mucho más daño que el rechazo continuo en el entorno del artista en ciernes.

Por una parte está la vieja escuela, la digamos parramonesca, que extrae su sabiduría de los fascículos de pintura que salen en Septiembre. Esta escuela entiende que un cuadro es una foto pasada al óleo. Harán que el alumno repita hasta la náusea los trazos del profesor, repitiendo uno tras otro por el mismo sitio, y deformarán su percepción en múltiples aspectos:
  1. La realidad es una superficie plana, brillante y flexible contenida en un tamaño de 10,2x15 cm.
  2. El óleo es lo único que existe y su disolvente se llama esencia de trementina. Los acabados se hacen embadurnando bien con aceite de linaza.
  3. Los temas válidos son los paisajes con casita, las marinas con barca y los retratos de gente conocida.
  4. Los colores -de la marca x por supuesto- son los primarios: bermellón, azul prusia y amarillo limón. Además está permitido usar otros, los de la lista del profe.
  5. Nada es tan malo que no se pueda exponer, porque precisamente para eso está el profesor, para terminar los cuadros y darles ese toque tan personal.
  6. Si sales una vez en el periódico local, ya eres artista y puedes independizarte. El camino del arte sólo es tortuoso para los bohemios.
Seguro que hay más cosas, pero no acierto a recordarlas todas.

Pero en frente hay otra escuela, la moderna, arribista, beuysta, atajista o como quiera llamársele. Estos son los reyes del pelotazo. La pintura es simple cuestión de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y tener amigos en donde se debe.

Esta escuela, tan cochambrosamente perniciosa como la parramonesca, la hemos sufrido en propias carnes en la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra cuando estudiábamos allí. Cierto que no con todos los profesores, pero sí con algunos. En nuestro caso ya teníamos una formación artística y técnica bastante sólida y sobre todo -al menos en el caso nuestro- unas ideas suficientemente claras sobre el mundillo del arte.

Pero por desgracia todo evoluciona, todo cambia, y las hornadas de licenciados beuysizados ya están impartiendo clase en institutos. Así que las ideas del atajo, lo facilón, el truquito y la complacencia ya contaminan a nuestros adolescentes, provocándoles unas deformaciones mentales en cuestiones artísticas que verdaderamente asustan. Creo que cuando el daño está hecho poco se puede arreglar. Es lo que pasa cuando se conoce el reverso tenebroso, el lado oscuro... del arte. Más sencillo, más rápido... pero no más poderoso.

Al igual que en La guerra de las galaxias la adulación, la autocomplacencia, el ensoberbecimiento del aprendiz pueden inclinar su carrera hacia el lado oscuro. El que se deja tentar por él ya difícilmente podrá volver al lado luminoso. Porque no querrá. Es más cómodo, hay que trabajar menos.

Evidentemente, los que sigan la senda hacia el reverso tenebroso se perderán todo lo que hace al arte especial: la superación de uno mismo, el orgullo de crear, de dominar el medio, el diálogo con tus propios límites... pero estos aprendices del sith (o era shit?) nunca han conocido eso, así que si no saben lo que se pierden, si ni siquiera lo intuyen, ¿para qué van a querer volver al lado luminoso? Quizá simplemente no estaban destinados a ser artistas, sólo jornaleros del arte, que buscan ganar dinero y nada más.

En el lado oscuro, verbigracia escuela moderna de la enseñanza artística, estas son algunas normas:
  1. Pintar es fácil. Todos somos artistas.
  2. La técnica es una paparrucha. Se aprende en dos días, y no sirve para nada más que para impresionar a las viejecitas.
  3. Lo importante es llamar la atención. Hay trucos -efectos- para conseguir que los dibujos parezcan hechos por un artista consagrado: copia todos los que puedas.
  4. ¿Para qué mirar al modelo?
  5. Nada es tan malo que no se pueda exponer, porque precisamente para eso está el comisario o el crítico, para hablar de los cuadros y dar ese toque tan personal tuyo propio a tu propia exposición.
  6. Si hablan de ti en un catálogo y te dan alguna beca ya eres un genio. El camino del arte sólo es tortuoso para los bohemios.
Seguro que hay más cosas, también en este caso, pero tampoco acierto a recordarlas todas.

Es triste, porque en ambos casos conceptúan el arte desde unos puntos de vista erróneos para un futuro artista. Ni el arte puede basarse en tópicos trasnochados ni en tópicos recientes.

El arte es ante todo una profesión. Somos personas que debemos formarnos rigurosamente en una disciplina técnica e intelectual a partes iguales. La práctica, el oficio, es fundamental, pero de nada vale sin un intenso trabajo de investigación, sin una mente inquieta y curiosa que quiera abarcarlo todo. El artista en ciernes debe prepararse técnica, intelectual y psicológicamente.

El arte proporciona al artista una descarga de tensiones psicológicas y un placer intelectual, pero para obtener esto es imprescindible que recorra cierto camino -con partes bastante penosas- que le permitirá dominar la conexión ojo-cerebro y cerebro-mano. Habilidades básicas, bastante estudiadas científicamente. La investigación en ámbitos como la percepción es imprescindible para el artista, pero por ahora -que yo sepa- debe lograrse de manera práctica, a base de gastar papel y lienzo, no leyendo libros; aunque nunca están de más.

El propio aprendizaje de una disciplina tan bella y gratificante como es el dibujo, incluye no pocas decepciones, búsquedas infructuosas y momentos de tristeza. El dibujo tiene la dudosa cualidad de ser ingrato, porque es difícil ser consciente al 100% de lo aprendido. Uno tiene la vaga idea de que con el aprendizaje ha mejorado en determinados aspectos, pero sólo la confrontación de dibujos antiguos con otros nuevos permite apreciar el progreso.

En general podemos decir que el arte es una profesión tan intensa, tan profunda, que sólo da sus mejores frutos cuando el profesional consagra por entero su vida a ella.

El aprendizaje de la pintura -como el de las artes en general- es continuo, no cesa nunca; la altura a la que uno va llegando precisamente permite ver más claramente cuán amplio es el paisaje, y cuánto nos queda todavía por recorrer.

Y curiosamente, el placer de crear, que cada vez es más intenso, más completo, va acompañado de la sensación, también cada vez más intensa, de que apenas hemos hecho nada.

Da pena que por una mala educación artística los futuros creadores se pierdan lo que la profesión tiene de gratificante, de estimulante para la mente. Bien porque los convencen de que el arte es algo aburrido y mecánico, bien porque los convencen de que el arte es sólo una forma de relacionarse socialmente.

Puede que ambos enfoques tengan algo de cierto. En las decenas de cuadros de nenúfares de Monet hay repetición y mecánica, aunque no aburrimiento. Por otra parte, el artista se sirve de las relaciones sociales, sin las cuales nadie llegaría a vender un solo cuadro.

Pero lo que da sentido a todo esto es más profundo, más intenso, sobre todo es algo global, que todo lo inunda: en el caso de Monet, su mente de artista, obsesiva por naturaleza, busca obstinadamente algo e intenta resolverlo repitiendo el tema y el formato...
Con respecto a las relaciones sociales, no se trata tanto de que el artista sea un trepas que escala posiciones en cenas y fiestas, como de que toda la relación que tiene con la sociedad es a través del arte, siempre con su obra como telón de fondo. Un artista que no se haya ido hacia el reverso tenebroso estará más a gusto en el taller, pintando, que aguantando la cháchara de muchos desconocidos. Por supuesto que a nadie le amarga el dulce, pero si tu trabajo es placentero, gratificante -y encima te pagan por hacerlo- ¿para qué quieres estar dos horas de pie sonriendo como un imbécil en un cóctel?

En fin. Que para aprender hay que trabajar. No existen atajos. Convencer a los alumnos de esto es la tarea principal del profesor de arte. Y su responsabilidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo: A raiz de la lectura de este texto donde expresas tus pensamientos con la mayor cordura, ecuanimidad y sinceridad, se ha creado un instante de comunión, pués yo aquí dese la lejana Colombia me identifico con tus apreciaciones, idénticas concluciones me ha mostrado mi experiencia como aprendiz de pintor. CAMILO CASTELLANOS