martes, 25 de septiembre de 2007

Yo no encuentro, busco

Hace unos meses pinté este cuadro. Lo titulé "Yo no encuentro, busco" (acrílico sobre 12 tablas, 170x170 cm totales). La idea fue dibujar un desnudo sobre una tabla y luego pintar cada cuadro por separado. Tan por separado que cada cuadrito resultante tendría un estilo diferente.

En un primer momento tenía muy claro el estilo de determinados recuadros. Pero luego fui improvisando por el camino.

Tardé tres días -de frenética actividad- en pintarlo. Cada recuadro respondía a un estilo. Si numeramos la cuadrícula y vamos leyéndolo como un texto, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, tenemos el siguiente reparto:
  1. Fauvismo
  2. Estilo de Raoul Dufy
  3. Informalismo
  4. Impresionismo
  5. Expresionismo de Egon Schiele
  6. A mi manera
  7. Realismo fotográfico
  8. Pop
  9. Expresionismo
  10. Cubismo
  11. Surrealismo de Dalí
  12. Románico
La selección no sigue un criterio histórico, sólo fui poniendo lo que me pareció, intentando contrastar y armonizar a un tiempo, pero lo curioso es que a pesar de todo, aunque intentaba transfigurarme, siempre acababa saliendo mi mano. Aparecía yo entre los cubos de Picasso o tras las flores estilizadas de la Edad Media. Quizá es por eso que creo que lo de los estilos es una tontería, y en el fondo cada uno pinta como puede y como le gusta. A la vista del resultado, del cual estoy bastante satisfecho, he decidido rebautizar el cuadro según la frase de Picasso, sin invertirla: "Yo no busco, encuentro".

Creo que después de la furia que empapa las entradas de este blog -y los comentarios- durante estos días, os merecíais un descanso. Y yo también.

Ahora, pero cuando vuelva, después de la jornada de Pintura en Acción de Carmen este viernes durante todo el día en el Mercado da Magdalena -a la que os invito a asistir con todo entusiasmo- prometo ser más mezquino que nunca. Si es que en el fondo me gusta.

Actualización. Tras una interesante observación de un anónimo lector de este humilde blog, añado una nota sobre el origen de este cuadro, que debería haber incluido desde el principio:

Con respecto a mi cuadro, realmente me puse a hacerlo, como siempre, porque me dio la gana, pero en el fondo lo hice así por todo lo que propones, desde un mero juego de formas ya instauradas en los cuadros hasta una prueba empírica de que los estilos son una tontería.
Básicamente, partió todo de una conversación con un amigo, hablando de los pintores que buscan su estilo en un "catálogo" imaginario, y tienen unas crisis atroces buscando un estilo original. Él me contaba el caso de un conocido que siempre le comentaba esas "neuras". Y mi amigo le dijo: "pues hombre, si no te gusta pintar hazte notario".

Me hizo mucha gracia. Aquello del catálogo era una idea que en los primeros tiempos, antes de empezar a ir a clases de dibujo, me asaltaba a veces ¿qué estilo elegir?.

Por otra parte quería desde hacía mucho, probar a hacer un cuadro en el que el sistema fuese parecido al de los cadáveres exquisitos: juntar varios soportes, dibujar algo y luego pintar los cuadros por separado.

Al final uní las dos ideas. Me apetecía mucho probar a imitar otros estilos para ver cómo me salían, como me quedaban, es decir "cómo pintaría yo si imitase a..."

Empecé por el que bautizo "a mi manera" como las sopas julianas. Y luego busqué libros con estilos diferentes e imágenes de Internet que yo adaptaba para mi cuadro. Me pareció especialmente divertido hacer la parte impresionista, porque me gustó mucho pintar la luz. El cuadro cubista me salió casi solo, y el de estilo daliniano fue muy pesado pintarlo, aunque me gustaba hacerlo. También la gocé con el cuadro expresionista, el "tipo Schiele", con Dufy... lo cierto es que me lo pasé muy bien. Era parte del reto hacer que cada rectángulo fuese un cuadro por sí mismo, sin unirlo al resto, y que luego armonizara con los demás.

En cuanto a los estilos, creo, como los antiguos, que no se trata de tener "un" estilo, sino de "tener estilo", es decir, elegancia, saber hacer.


Curiosamente, en un curso que Escola Aberta de Arte está dando en el CAMF (Centro de Apoyo a los Minusválidos Físicos) de Ferrol, llevamos la misma idea, y les dibujé en unas tablas algo para que cada uno hiciese su cuadro. El resultado ha sido estupendo, como puede verse en las fotos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de ver su pieza, de la que parece estar bastante satisfecho, "Yo no busco, encuentro", y no le encuentro el sentido, a no ser el mero juego de formas ya instauradas en los cuadros que salen en los libros de arte ¿Es puramente un ejercicio de estilo? ¿Es un guiño ocurrente y algo naif?. ¿o es una prueba empírica para demostrar que lo de los estilos es una tontería?. Sinceramente, a estas alturas quiero suponer que eso lo tenía más que claro.
Lo de los estilos, hoy en día, no dejan de ser etiquetas que hacen diferenciar (en un primer análisis superficial) a un artista de otro, logrando así crear una especie de "marca de la casa" que facilita al espectador el ser partidario de uno u otro artista. Si olvidarnos de que la mitad de los artistas sucumben a su propio estilo convirtiéndose en unos verdaderos manieristas del mismo (le pasó hasta al mismísimo Francis Bacon).

En cuanto al éxito que comentábamos antes...
no hay que olvidar que a Van Gogh no es que no tuviera éxito o dejara de tenerlo, es que no se le pasaba ni por la cabeza. Y las penurias que pasó las pasaría igual fuese cura, artista o fontanero (ser asocial no es ni un mérito ni una virtud).

En cuanto al arte oficial siempre tengo una imagen, y es ver todas esas obras de las que usted habla en el museo del Prado. Pasaría lo mismo que pasa ahora: todas se parecerían ligeramente excepto un montón de casos puntuales que sobresalen por si mismas.
Y me niego a creer que ninguna adversión (ni al por usted llamad “arte oficial” ni a ninguna otra cosa) sea motor de impulso del Arte en cualquiera de sus manifestaciones. Como mucho se podría contemplar la adversión que se puede tener ante el sinsentido de la vida, sin más.
El llamado “arte oficial” no deja de cumplir una función meramente estratégica (política, económica, etc.), con el suficiente poder como para conseguir que un artista como Van Gogh sea en un determinado momento abanderado de ese “arte oficial” (la “máquina”, que lo digiere todo. Que consigue convertir el acto más dadaista en material para vender un coche).

No creo que defender o atacar al arte oficial resueva nada. Es más, si nos ceñimos al término oficial, más oficial que las obras de Velazquez hay pocas (Un artista con verdaderas pretensiones oficiales).


Que el mundo arte contemporáneo es el mundo de las relaciones es evidente. Es un negocio como cualquier otro. Y repito: COMO CUALQUIER OTRO. Se cuecen las mismas cosas que en cualquier tipo de negocios (intereses políticos, estrategias comerciales, tratos de favor / clientelismo, etc.). Y creo que no es ni bueno ni malo. Creo que es inherente al ser humano tanto la manipulación como la rapiña, y eso no cambiará nunca.

Por fortuna el ser humano tiene la facultad de intentar equipararse a los dioses. Algo fútil pero nunca inutil.

El éxito, como todo, ha tenido su trayectoria en la historia. En España el “éxito” que realmente está haciendo daño es el heredado de los 80 (léase Barceló, de los pocos pintores oficiales que hubo en España en esa época, léase Atlántica ya a nivel semilocal), que a su vez es el heredado del expresionismo abstracto americano (creación hasta cierto punto artificial de “una generación de autores esencialmente americanos”), y a la vez heredado de la idea del artista como Genio que triunfa entre las masas.

Por último observar que una vez más surgen comentarios sobre las cabezas de turco a las que siempre se recurre: J. Beuys y Warhol. Dos artistas que, lo mismito que Picasso, comprendieron perfectamente la época que les tocó vivir.
Despotricar contra la obra de estos dos señores es lo mismo que decir que Picasso le robó el cubismo a Cézanne.
Y aquí, como no, me conozco de memoria el listado de artistas que, totalmente incomprendidos, se meten en el mismo saco. En el mismito saco al que se metió al Greco en su época...

Y no se ofenda en lo que a mi respecta, porque en mi ánimo no se contemplo nunca el insultarle.

xx

Anónimo dijo...

D. Anxova, le comunico que ya me puse un poco al día de la "bulla" con ese "personaje local bastante poderoso aunque de una era remota que no consigo datar".
Reconozco que me falta ver las piezas de la polémica para ser más justo en mi juicio.

Pero (sin realmente ser imprescindible ver esas esculturas) no se puede esperar otra cosa de un personaje que en sus obras hace del efectismo un acto plástico (nada que ver con Richter, por supuesto [www.gerhard-richter.com])

xx

Anxo Varela dijo...

Gracias por tus comentarios, Anónimo xx. Estoy en general bastante de acuerdo con el fondo de lo que expresas. Pero discrepo precisamente en lo que tú defiendes y yo critico con saña.

Con respecto a mi cuadro, realmente empecé mi cuadro como hago siempre, porque me dio la gana, pero en el fondo es todo lo que propones, desde un mero juego de formas ya instauradas en los cuadros hasta una prueba empírica de que los estilos son una tontería.
Básicamente, partió todo de una conversación con un amigo, hablando de los pintores que buscan su estilo en un "catálogo" imaginario, y tienen unas crisis atroces buscando un estilo original. Él me contaba el caso de un conocido que siempre le comentaba esas "neuras". Y mi amigo le dijo: "pues hombre, si no te gusta pintar hazte notario".

Me hizo mucha gracia, y en el fondo expresaba una idea que en los primeros tiempos, antes de empezar a ir a clases de dibujo, me asaltaba a veces ¿qué estilo elegir?.

Por otra parte quería desde hace tiempo probar a hacer un cuadro en el que el sistema fuese parecido al de los cadáveres exquisitos: juntar varios soportes, dibujar algo y luego pintar los cuadros por separado.

Al final uní las dos ideas. Me apetecía mucho probar a imitar otros estilos para ver cómo me salían, es decir "cómo pintaría yo si imitase a..."

Empecé por el que titulo "a mi manera" como las sopas julianas. Y luego busqué libros con estilos diferentes e imágenes de Internet que yo adaptaba para que conformasen mi cuadro. Me pareció especialmente divertido hacer la parte impresionista, porque me gustó mucho pintar la luz. El cuadro cubista y el de Dalí también me agradaron, como los expresionistas, Dufy... lo cierto es que me lo pasé muy bien. Era parte del reto hacer que cada rectángulo fuese un cuadro por sí mismo, sin unirse al resto.

Efectivamente, creo, como los antiguos, que no se trata de tener "un" estilo, sino de "tener estilo", es decir, elegancia, saber hacer.

Tras el susto inicial, leyéndote siempre pienso que ojalá en nuestros años de estudio hubiésemos tenido profesores que se parasen como tú a explicar su punto de vista, en lugar de imponer un punto de vista heredado por la fuerza.

En realidad puede que en algunas cosas me haya atropellado y me acabase explicando mal, o me cegase la pasión: por supuesto que opino como tú, ser asocial no es ni un mérito ni una virtud. Pero si yo mencioné el caso de Van Gogh era simplemente para explicar que no fue un trepas.

Con respecto al arte oficial, es cierto que Velázquez buscaba ser artista oficial, caballero de Santiago y demás vanidades. Puede que hasta el neoclasicismo no se hubiese montado la maquinaria que convirtió el arte oficial en algo hueco. La rebelión contra los artistas de la generación anterior sí ha sido un estímulo muy importante para artistas de todos los tiempos. Y en el siglo XIX el derrocar el arte oficial ha sido un objetivo muy claro.

No creo que el caso de Picasso o Velázquez puedan compararse a los de mis queridos Beuys o Warhol. Por una simple razón: la calidad.

Warhol o Beuys, para mí son infratalentosos. Sin un mínimo de habilidad y con muy poquitas ganas de crear. Dibujan monigotes al lado de los cuales Shin-Chan es una demostración de virtuosismo.

Hoy en día hay flotando por ahí una idea -que se encargaron precisamente estos dos de fomentar- de que poseer recursos abundantes y conocimientos profundos de dibujo y pintura son innecesarios para saber dibujar y pintar. Incluso que no hace falta saber dibujar y pintar para poder expresarse por medio de estas artes. A mí me parece esto tan absurdo como que si alguien que nunca ha estudiado inglés, alguien que desprecia ese idioma y ni siquiera lo ha oído jamás quiera dar clases de inglés en una universidad británica.

No puedo entrar en ese juego. Puede que Velázquez o Picasso hayan sido buenos como trepas, al igual que Beuys y Warhol. Pero es que nuestros dos compatriotas pintaban, y pintaban muy bien, mejor que nadie. Eran unos fuera de serie, cuya obra sería igualmente magnífica aunque no triunfasen ellos en vida. En cambio, la habilidad técnica de Beuys o de Warhol es tan poquita, tan poquita cosa, que de no haberse sabido rodear y buscar bien los garbanzos hoy ni se hablaría de ellos.

Velázquez y Picasso tuvieron lo que Gombrich llamaba excelencia artística y técnica, cosa que para mis cabezas de turco preferidas está a años luz.

Afortunadamente, el tiempo va dejando a todos en su lugar. Warhol y Beuys serán una anotación al margen, con su importancia histórica, sí, pero no artística.

Respecto a Cézanne, en cierto modo sí que Picasso y Braque le "robaron" parte del mérito de inventar el cubismo. Pero ¿qué pintor no aprende de la tradición, es decir, de los pintores del pasado? Lo que es innegable es que las investigaciones de Cézanne primero y luego los dos cubistas fueron bastante intensas y productivas. Cierto que luego el cubismo no tuvo una vida muy larga, pero mantuvo a Picasso ocupado unos añitos, lo cual ya es bastante.

En fin, que no acepto Warhol o Beuys como artistas importantes, al menos en esta partida del Scatergory. A mí no me sirven para nada, ni creo que sirvan de verdad a ningún artista para aprender algo, como no sea ganar unos pavos.

Me tiene vuesa merced intrigado con su identidad. ¿Sois por ventura artista pintor y profesor, o me equivoco mucho? Si sois todo ello ¿me habéis tenido como alumno?

Anónimo dijo...

“Warhol o Beuys, para mí son infratalentosos. Sin un mínimo de habilidad y con muy poquitas ganas de crear. Dibujan monigotes al lado de los cuales Shin-Chan es una demostración de virtuosismo”.

Qué fuerte!!!.


TALENTO
1. m. inteligencia (capacidad de entender).
2. m. aptitud (capacidad para el desempeño o ejercicio de una ocupación).
3. m. Persona inteligente o apta para determinada ocupación.

Tanto uno como otro cumplen con creces cualquiera de los requisitos por usted exigidos.


“La base de todo es el dibujo”. Cuantas veces habremos oido esa máxima.
“Nunca habrá una buena obra si no se tienen unas nociones más que básicas de dibujo”, se repite sin cesar.
Cuando oigo ese tipo de comentarios no dejo de escandalizarme. No por lo que se dice, sino por todo lo que se lee entre líneas.
Por supuesto que sin dibujo es muy dificil que surja algo. Otra cuestión es cuando nos ponemos a analizar qué es el dibujo.

Hay gente que hace del dibujo algo instaurado y fijo (que si la academia, que si las cuevas de Altamira, que si Miguel Ángel...). Esos se supone que son el canon (habrá más, dependiendo del talante de la persona) y hasta conseguir eso no se puede parar (por supuesto, reconociendo que NUNCA se va a conseguir tal calidad y habilidad).
Toda esa gente, en mi opinión, se olvidan que el dibujo, como la vida misma, es algo orgánico, que va cambiando sus esquemas conceptuales y formales a medida que pasa el tiempo (¿es ese su caso?)

Se suele hablar de “habilidad” y se confunde la mayoría de las veces con “oficio”.

En un texto que leí en la red explica muy bien lo que pretendo expresar:

“Digamos que el lápiz es tan solo la extensión de la mano, la extensión de la intención, el otro extremo de la cuerda, cuerda que nos une con lo que en verdad somos en esencia… El dibujo es la manifestación mas directa del lado derecho del cerebro, por medio de él podemos hacer visible ese otro mundo, un mundo quizás mas real que este en el que nos desenvolvemos día a día… Como ya dijimos, traemos por su medio, imágenes del mundo invisible y las hacemos visibles… El dibujo es tan solo un instrumento, una ventana, una puerta o mas bien “un portal”, Jamás un resultado o un final”.

JAMÁS UN RESULTADO O UN FINAL.
En definitiva no deja de ser un medium, al margen de academias o formulismos.
La academia, importante, viene siempre despues, cuando se consiguen hacer fórmulas que otro puede aprender y reproducir. Dándole así unas herramientas necesarias e importantes pero nunca imprescindibles (vete a enseñarle el claroscuro a cualquier tribu de cualquier selva, ya veras para lo poquito que les sirve).

La habilidad radica en la capacidad de mostrar ese otro mundo (Paul Klee, sin ir más lejos), no en ser capaces de darle más o menos volumen a un dibujo. Tiene mucho más que ver con la sensibilidad y con el poder conectarse a cierta energía (si, energía, aunque suene esotérico) que a la habilidad manual conseguida por mucho esfuerzo y trabajo.
Piense usted en los dibujantes zen, que miran horas y horas una planta para luego intentar rozar su esencia en un solo gesto.
Me sorprende de verdad que me hable usted de la falta de habilidad de Beuys para el dibujo.
Seguramente si viéramos un dibujo de Giotto descontextualizado y no sabemos que es de Giotto diríamos que le falta naturalidad, y no hablemos del fantástico dibujo de los egipcios...

Eso si: lo cortes no quita lo valiente. No confundir con la inspiración y cosas por el estilo. Sin trabajo ya se sabe que no se consigue nada, por una cuestión obvia.



Hace unos mese estaba viendo a un niño de 5 años bailar en el salón de la casa de una amiga, ensimismado como solo un niño puede estar.
A mi amiga se le ocurrió levantarse a cambiar la música en el equipo, y la respuesta del niño de 5 años (todo indignado) fué: ¿que me estropeas el dibujo!.


Y solo comentarle que solo soy una persona para la que, como usted, el arte se ha convertido en una manera de vivir (Rosendo en estado puro).

xx

Anxo Varela dijo...

A este paso este hilo se nos va a hacer más largo que el blog mismo.

Es bonito, no lo niego, lo que dices -si prefieres sigo con usted- sobre el dibujo.

Yo no creo demasiado en la academia, aunque pueda resultar paradójico por codirigir una. Creo, como decía Woody Allen en "Maridos y Mujeres":
"No se puede enseñar a escribir. Eso es algo que no se enseña. Sólo se puede acercar a los alumnos a la buena literatura y desear que les inspire. Los buenos ya saben escribir cuando llegan a mi clase, y los otros no aprenden nunca".
En realidad mi función en Escola Aberta de Arte es mantener a los alumnos en el estado anímico adecuado, ni muy creídos ni muy deprimidos, pues en ambos casos dejan de aprender.
Efectivamente, los que tienen esa chispa podrán llegar a algo, y los que no se quedarán en aficionados. Es necesario el trabajo, y eso intento inculcar, el trabajo como medio para llegar a un oficio.

Evidentemente otras culturas no utilizan el claroscuro, o no al menos como nosotros. Pero en nuestra tradición, en nuestra herencia artística está el claroscuro, el trazo... intentamos integrar el zen, pero no pertenece a nuestro acervo cultural, por lo que es dudoso que dé los mismos frutos...

Pero por más que a ti no te lo parezca, para mí el dibujo es la base de todo trabajo artístico. No digo que Beuys no tuviese un espíritu artístico verdadero. Pero no basta con tener aptitudes, hay que entrenarse, hay que sacarles punta. El dibujo es un camino no hacia la mano sino hacia la mente. La mano puede ser sustituida por cualquier otro apéndice capaz de manejar un útil que trace, pero sin una mente inquisitiva, una mente que cada día intente aprender algo y llegar más lejos no hay dominio del dibujo. A mí me da mucha pena cuando veo gente que tiene una habilidad natural y por cuestiones ideológicas como las que expones no llegan a explorar todo su potencial. Hockney es un gran defensor del dibujo y de su aprendizaje. En esa sintonía estoy. A mí lo que me impulsó a querer dedicarme a esto fue ver los dibujos de Hockney hechos en un avión. Dibujos con un trazo aparentemente desmañado, tembloroso. Pero con cada cosa en su sitio, con unas figuras que aunque no estaban completas tenían ese peso, esa presencia que sólo la excelencia técnica consigue traernos. Es milagroso, misterioso, algo inefable. Sin saber por qué había algo que instintivamente me traía esos dibujos de Hockney a la cabeza una y otra vez. No fue ver los magníficos dibujos de Segura Torrella, o de mi madre cuando aprendía con él, o ver las obras de los libros. Fue exclusivamente el aspecto de esos dibujos, que emanaban maestría e inteligencia a partes iguales. Intrigaban a mi mente al mismo tiempo que estremecían mi sensibilidad.

Mi aprendizaje del dibujo, en la clase de Segura Torrella durante tres años, fue un camino duro. Lo recuerdo con emoción, el ir notando que mi cerebro asumía poco a poco enseñanzas que mi mente no era capaz de traducir a palabras. Fue un descubrimiento de mí mismo mientras me empeñaba en lograr belleza y parecido. El dibujo es el que me ha arrastrado hasta aquí, y el que me hizo decantarme por la pintura a pesar de los miles, millones de intereses creativos dispares que tengo. Todo me interesa, y sería un picaflores, como decía Siro en una ocasión, de no ser porque el dibujo me hizo descubrir para qué servía yo.

Renunciar al dibujo me parece muy triste. Los artistas no somos sólo filósofos: hay que mancharse las manos. Y yo, como los stuckist, no considero que alguien que no pinte se pueda llamar pintor. La hornada de artistas que han abrazado el conceptualismo tienen del arte la parte social, sí, la parte artesanal, sí, incluso la parte filosófica. Pero se pierden la parte que nos hace artistas, que nos hace triunfar sobre la materia al crear: la parte técnica. Y Anónimo, creo que esa es la parte decisiva. Porque en la técnica artística está todo. Está el placer de trazar, el de decidir a cada cambio imperceptible de dirección de una línea. Está conectar todo el cerebro con el cuerpo en un modo de funcionamiento especial, durante el cual el tiempo desaparece.
No digo que lo puramente del lado izquierdo del cerebro no sea estimulante. Lo es. Pero para disfrutar de eso no sirve de mucho el arte. Lo que muchos dicen ahora lo veo tan absurdo como hablar del sexo en estos términos:

-A mí me gusta el sexo. Soy un gran amante. Pero he hecho del sexo una actividad mística. El amor platónico es el summum de la actividad sexual, y en la castidad he encontrado el placer más puro...

Yo, modestamente, le preguntaría: "pero ¿follas?"

-Pues no, claro, ni me he estrenado.

Y modestamente, le respondería: "Aaaaaah, vaaaale"

Encontrar una actividad cultural placentera para uno mismo y aplaudida por otros, como han hecho Beuys y los conceptuales -llamémosle mística cultural, poesía visual zen, anti-arte, arte conceptual o como queramos llamarle- no quiere decir que eso sea exactamente arte. El arte tiene su historia, su tradición, incluso su técnica, y no es arte todo lo que le haga a una persona sensible escurripicharse de gusto. En el arte hay una condición inevitable: se fabrican obras de arte, que son las que llevan el contenido artístico. Para producirlas es necesario aprender determinadas técnicas que permiten producir un artificio, una especie de engaño de los sentidos que hace que los objetos fabricados con esta actividad tengan algo perceptible y que les añade valor. Una tabla pintada por Giotto, como la Virgen o Madonna de Ognissanti, contiene una imagen que fija la atención y exacerba la sensibilidad del espectador, incluso cuando no sabe que eso es una obra de arte o ha sido pintada por un famoso artista del Trecento. El David de Miguel Ángel no es sólo un trozo de piedra. Por supuesto hay gente bestia, para la cual el David se podría traducir en un par de camiones de grava, pero hablo de cierto tipo de espectador.

Y hay gente que se emociona viendo un secabotellas o una cagada. Yo me emociono, por ejemplo, viendo un cochinillo asado. Pero que haya emoción no hace que el secabotellas, la cagada, el cochinillo asado y el Guernica de Picasso pertenezcan a la misma actividad humana.

Y aunque pueda doler a muchos, ante el David de Miguel Ángel o un pilar de Tápies, la mayor parte de la gente se maravilla por el David y echan la meada en la parte trasera del pilar, desconocedores de que ese objeto es considerado sublime por ciertos entendidos.

El arte es muy antiguo. Siempre ha estado con nosotros y siempre ha consistido en la misma actividad aunque las excusas utilizadas para encargar una obra o las razones para hacerla fuesen distintas en cada época. Conmigo no tienes delante a una persona que necesite demasiado a la Historia del Arte para apreciar la "artisticidad" de una obra. Recuerdo la primera vez que visité el Museo de Pontevedra. Estaba en penumbra, sólo entraba la luz del sol por las ventanas entreabiertas. Era una sala con pintura barroca. Me llamaron la atención un par de cuadros o tres. Los demás no me llamaban. Me acerqué y pude observar que los que me gustaban eran de Ribera y Ribalta. Y los que no me llamaban la atención eran de autores desconocidos, anónimos -y no va con segundas- en otros casos...

La excelencia, que decía Gombrich, existe, y es percibida por alguna gente. Yo creo que la percibo. Y en el caso de mis denostados grandes genios no la percibo por ninguna parte. Puede que suene místico, en plan superpoderes y eso, pero a mí no me conmueve en absoluto una gran cantidad de artistas supuestamente geniales de los últimos 50 años. Como también me han decepcionado ciertos autores muy valorados al ver su obra al natural. Sin ir más lejos, Vermeer. Lo vi en el Museo del Prado, y me pareció muy poca cosa. Por los tamaños de los cuadros, y por el trazo, bastante más inseguro de lo que pensaba. Por ejemplo, al natural me decepcionó El Bosco y me encantó Brueghel el Viejo. Me encantó Mondrian, Solana, Antonio López, Ben Shahn, Kitaj, Freud, Grosz, Renato Guttuso... y me decepcionó enormemente Rothko, Lichtenstein, Barceló, Tápies, Colmeiro, Granell, Kaspar Fiedrich, muchos cuadros impresionistas que no me impresionaron nada...

Mi manera de ver el arte es muy instintiva, visceral si quieres. No miro un cuadro por su pedigrí sino por lo que tengo delante. A mí la cultura me gusta, pero el arte no es sólo cultura. La parte técnica, cómo ha sido pintado un cuadro, la maestría del que la hizo, en qué medida ha sabido imprimir gracia y cuán dotado estaba técnicamente para poder transmitir algo, importa muchísimo. A mí es lo que me importa. La parte histórica o cultural a mí me sobran bastante, al menos intento investigar eso después y no antes de maravillarme viendo.

No sé. Me enrollo mucho. Creo que en resumen puedes sacar una idea de lo que quiero decir. Mi concepción del arte es aparentemente muy clásica, pero ten en cuenta que no respeto la historia del arte. Opino, como mi amigo Mariano Casas, que la crítica y la historia del arte son y deben ser siempre consecuencia del arte, y no al revés. En el pasado siglo se han creado movimientos por intereses económicos de gentes que no eran artistas. Desde el expresionismo abstracto norteamericano hasta el grupo El Paso en la España franquista. Y las bienales y documentas con sus comisarios y sus catálogos son los máximos exponentes de un supuesto arte que viene a consecuencia de la crítica y no al revés, que sería lo lógico. Son los nuevos Salones oficiales, y encima se presentan como algo rompedor y progre.

Puede que sea injusto matar algunas arañas que vivían en la pared, pero de vez en cuando hay que hacer limpieza, y para mí hay que barrer al menos las 3/4 partes del arte contemporáneo y tirarlo a la basura. Aunque suene fuerte.

Es un gustazo tener estas conversaciones contigo, pero empieza a convertirse en un vicio. Cuidado, casi prefiero esta "bulla" a la que tengo con Barcón.

Anónimo dijo...

No voy a entrar en la defensa a ultranza ni de Warhol ni de Beuys. A mi realmente me fascinan, sobre todo porque son dos personas que tenían una visión muy personal de la vida y se refleja perfectamente en su obra.
Warhol (solo con leer su “De la A a la B y de la B a la A” se da uno cuenta) ve la vida desde una superficie más que palpable. Y hace de esa superficie material de expresión.
Beuys era lo que se podría denominar un “iluminado” (era alemán y se le nota), con una visión política y social del arte que impregna toda su producción.
Luego para gustos colores (el gusto, decía mi abuela, es como el miedo: libre).

Un artista puede tener muy buena mano, puede querer expresarse e incluso tener muchas cosas que decir... y decirlas. Puede ser para minorías o para mayorias. La historia puede encasillarlo en el arte más oficial o dentro de la generación más maldita. Pero para mi lo fundamental no es todo eso. Lo fundamental es que tenga una propia visión del mundo, y su obra sea CONSECUENTE con esa visión (notará usted que remarco la palabra “consecuente”. No confundir con la palabra “coherente”.
Cuando un artista hace referencia a la búsqueda de cierta “coherencia” siempre se me erizan los pelos del cogote. La vida no es coherente. Nunca lo fué ni nunca lo será (quizás si desde una posición oriental y en un sentido último, pero como usted mismo a comentado venimos de una tradición).

Y solo por dar una última pincelada acerca del dibujo le recomiendo la obra de Julian Opie que seguro conocerá (http://www.julianopie.com/).
Eso si, no espere gestos expresionistas ni oficio “al uso”.
Dibuja, y dibuja muy bien (todo por ordenador, hay que decirlo). Un tipo con una visión muy personal de la vida, y con una sensibilidad que ya les gustaría a muchos.
Aunque despues del desafortunado comentario sobre Sin Chan no se reacción le causará.

Y que decir de David Hockney. Fué mi de mis primeras exposiciones retrospectivas (en la Juan March), asi como la de Edouard Hopper (también en la Juan March. Significativo).
Ambos pintores maravillosos. Ambas exposiciones maravillosas (es TAN importante COMO se colocan las obras en un espacio como los propias obras en si. Ya ve que lo pongo en el MISMO nivel. Pero ese, el del montaje y las instalaciones, es un debate que abriré aquí más tarde o más temprano, por eso de tantearle a usted).

Y darle mi enhorabuena por ese trabajo con sus alumnos. No solo pueden así ver y “tocar” diferentes formas de hacer sino que el objetivo es UNO y es para TODOS.
Me recuerda el giro que le dió una amiga a sus alumnos cuando les planteó jugar al “juego de las sillas”. Le dió conceptualmente la vuelta y se trataba de que cada vez, al quitar una silla cuando paraba la música, no se quedara nadie sin sentarse. Los chavales disfrutaron el doble.

(Por cierto, le sugiero que añada otro Post a su blog porque amenazo con saturar el espacio reservado a los comentarios).
Y decir que el gusto es mutuo.

xx