jueves, 2 de julio de 2009

¿Canon por el préstamo en las bibliotecas?

Gonzalo Suárez, de los hartistas de Lugo nos envió hace unos días este texto. Me sumo contra la amenaza que supone el exceso de celo de los "autores" a la hora de cobrar sus "trabucos".

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"POR LA LECTURA"

Por José Luis Sampedro, escritor.

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante.. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia.. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo..

Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro


5 comentarios:

Fet dijo...

Impresentable, ciertamente.

Juanma Moreno dijo...

No puedo estar más de acuerdo. Poner un canon a las bibliotecas es tan absurdo como reprimir a que alguien publique en su blog un fragmento de algún texto.

Qué sería lo próximo? Cobrar por leer un blog? La ambición de los esbirros de Ramoncín no tiene límites.

mariano dijo...

Es alucinante que peña como el tal Ramoncín, ya que lo citas, se declare fiel defensor de la SGAE y sus impuestos revolucinarios a todo usuario de soportes informáticos (la mayoría de los cuales tenemos de autores bastante más que él, cuya última canción conocida se remonta a los tiempos de la Mirinda), y luego trabaje y COBRE en un programa de TV que consiste en encerrar a 20 descerebrados en una casa a cantar y editar canciones que no son suyas, no ya sin pagar, sino sin tan siquiera pedir permiso a sus autores.
¿De donde saca la SGAE la pasta para las monumentales sedes que está abriendo-como la de Santiago, un edificio ostentoso y escesivamente caro para esas labores "administrativas" y "defensoras de los autores" que realizan?

Carlos Sánchez Gutiérrez dijo...

Esta nota me ha hecho pensar en cómo se manifiesta un hecho similar en el mundo musical contemporáneo, específicamente en el de la llamada "música de concierto".

Típicamente, un compositor vivo (¡¡que los hay!!) recibe un encargo para crear una obra, con el correpondiente pago por ello. La obra se estrena públicamente, y a partir de allí el compositor, si ha registrado la obra con una sociedad de autores, recibe regalías cada vez que la pieza es interpretada o radio-difundida públicamente. Quien interpreta o difunde la obra de esta manera es responsable de hacer ese pago a la sociedad de autores. Me pregunto si el pago de regalías en este caso equivale a la cuota por préstamo a la que se quiere someter a las bibliotecas. Después de todo, el compositor ya recibió un pago por la obra en el momento en que ésta fue encargada. ¿Se pueden interpretar las presentaciones subsecuentes como equivalentes al préstamo de un libro a cargo de una biblioteca?

Yo tengo que decir que, felizmente, recibo todos los años un cheque por regalías, mismo al que no necesariamente estoy dispuesto a renunciar, pero este tema me llama la atención. ¿Dónde termina el concepto de autoría y empieza el de dominio público?

Lo pongo en "la mesa"...

Saludos a todos.

mariano dijo...

Pues es interesante lo que dices, Carlos. Yo también me pregunto muchas veces hasta qué punto un autor que cobró un trabajo que realizó en su día (si es que fue así), puede continuar cobrando indefinidamente cuotas por una emisión puntual de su obra.
Creo que en el caso de la música es diferente una emisíón de la pieza original que una interpretación. En este caso, el intérprete en cierto modo se está apropiando de una obra ajena en su propio beneficio y por ello yo creo que es indudable que debe pagar.
Sin embargo, en el caso de las emisiones de la pieza original, y siempre que se cite al autor, no sé hasta qué punto (como bien dice Sampedro) se puede considerar como algo generador de lucro para el autor, y sí más como algo que promociona al propio autor y su obra y que por tanto, es bueno para él.
Además, chapuzas jurídicas como la legislación española con respecto al cánon digital, aplicable a todo soporte grabable, en beneficio de los autores (los que pertenezcan a la SGAE),no parecen el modo más justo de financiar esos derechos a esos cobros periódicos por parte de esos autores.
Yo creo que legislar defendiendo la autoría y la inviolabilidad de la propiedad intelectual es absolutamente necesario, pero tampoco se puede confundir esto con excederse y blindar derechos que llevados al extremo pueden llevar al esperpento...
Que los defensores del cánon digital español sean "autores" como Luis Cobos, David Bustamante o Ramoncín creo que hacen innecesarios mayores esfuerzos de análisis.
Llevados por la misma lógica que hace que se crea necesario pagar a un autor cada vez que se hace sonar una pieza suya, o que se pretende que el préstamo de un libro genere también derechos, ¿hasta qué punto no tendría un arquitecto derechos económicos sobre los sucesivos usos de las viviendas que diseña?, o incluso también se podría llegar a absurdos como que los profesores reclamásemos un canon a nuestros exalumnos cuando gracias a nuestras enseñanzas ganen dinero de la profesión que les hemos enseñado, en el futuro.
Yo creo que un autor, artista o como se le llame crea para que su obra llegue a la gente.
Yo mismo soy autor de varios libros de comics que están en las bibliotecas. Las bibliotecas los han comprado y ya han pagado por ellos. Restringir su difusión mediante este pago no me beneficiaría como autor en absoluto, aunque me aportase unos míseros céntimos que no van a ninguna parte. Sólo beneficiaría netamente a los autores y editores de los libros que se prestan con mucha frecuencia, como los libros técnicos universitarios. NO beneficiaría a la literatura.
Además me llama la atención el hecho de que este tipo de cánones e impuestos de dudosa aceptabilidad nunca, o muy rara vez sean bien vistos por los autores, y en cambio las entidades gestoras de esos derechos se froten las manos ante la perspectiva de que se apruebe una de estas leyes.
Parecen dejar bien claro que ELLAS y sólo ellas son los verdaderos beneficiarios del hecho de que existan autores, que al final, en su mayoría ganan muy poco con todo esto.